Zapatos, monedas, documentos cotidianos y laborales, restos de la vida cotidiana que desapareció por el cuchillo yihadista... son los objetos que se pueden contemplar, y que pueden ayudar a rezar, en el museo y santuario de los mártires de la playa de Libia, situado en Al Our, en Egipto.
Allí descansan las reliquias de 21 cristianos asesinados por Estado islámico en enero de 2015 junto al mar. También están allí los ataúdes usados para transportar los cuerpos de Libia a Egipto. Y las esposas que encadenaban las manos de mártires. También se exponen los icónicos uniformes color naranja que sus verdugos los obligaban a usar durante las ejecuciones, que fueron filmadas y difundidas a través de Internet. Ese naranja es ahora sinónimo del blanco martirial, de la sangre del cordero que lava todo pecado y lleva al cielo.
Una catedral para ellos
El Museo del Santuario fue inaugurado recientemente por Befnosios, obispo copto ortodoxo de Samalut, en la Catedral, construida para albergar los restos mortales de los mártires, en la localidad egipcia de Al Our, de donde eran 13 de ellos.
Las familias de los mártires (madres, hermanas y hermanos, parientes y amigos) expresaron su alegría en la inauguración del museo, que servirá para rendir homenaje a la gloria de Dios manifestada en quienes nunca renunciaron a su fe.
Eran 20 cristianos coptos egipcios y un compañero de trabajo de Ghana, que fueron secuestrados en Libia a principios de enero de 2015. Más de un mes después, el 15 de febrero, el vídeo de su decapitación fue publicado en sitios web yihadistas.
Apenas una semana después de la noticia de la masacre, el patriarca copto ortodoxo Tawadros II decidió inscribir los 21 mártires degollados por Daesh en el Synaxarium, el libro de los mártires de la iglesia copta, fijando su conmemoración el 15 de febrero.
Recuperados los cuerpos
Los restos mortales, incluyendo las cabezas desmembradas, fueron encontrados a finales del pasado mes de septiembre en una fosa común en la costa de Libia, cerca de la ciudad de Sirte. Los cuerpos fueron encontrados con las manos atadas detrás de la espalda, vestidos con los mismos monos anaranjados que llevaban en el vídeo filmado por los verdugos en el momento de la decapitación. Los cuerpos se repatriaron finalmente a mediados de mayo de 2018. Gracias al análisis de ADN fue posible identificar los cuerpos de cada uno de los 21 mártires.
Un Nombre susurrado, que salva
"El video de la ejecución –refirió a Fides el Obispo copto católico emérito de Guizeh, Anba Antonios Aziz Mina- fue realizado como si se tratase de una película escalofriante, con el objetivo de difundir el terror. Sin embargo, se puede ver que algunos de los mártires, en el momento de su ejecución, repetían: 'Señor Jesucristo'. El nombre de Jesús fue la última palabra que salió de sus labios. Como en la pasión de los primeros mártires, se encomendaron a aquél que los habría de recibir. Así celebraron su victoria, la victoria que ningún verdugo les puede quitar. El nombre susurrado en el último instante fue como el sello de su martirio".