Los funcionarios del partido comunista que lleguen a jubilarse “no pueden y no deben creer en ninguna religión. De la misma manera, no deben practicar actividad religiosa alguna. Deben mantener claridad de pensamiento y ser firmes en la visión política y en la acción, siguiendo al Comité Central del Partido guiado por Xi Jinping”. Es lo que escribe el Departamento para la organización del PCC, potentísimo órgano de control ejecutivo de la vida y obra de los cerca de 88 millones de miembros de la estructura.
El gobierno chino es de hecho ateo, porque se compone de funcionarios del partido comunista, que en sus documentos fundacionales no concede papel alguno a ninguna religión. La Constitución de Pekín garantiza la libertad religiosa, pero admite solamente cinco “credos oficiales” (catolicismo, cristianismo protestante, islam, taoísmo y budismo). Ni los miembros del partido que desempeñen algún cargo ni los dirigentes comunistas pueden practicar ningún credo. Hasta ahora, en cambio, los pensionados vivían en una suerte de vacío legal con relación a esta cuestión.
Desde los primeros meses del inicio de su presidencia, en marzo de 2013, Xi Jinping reforzó el control estatal sobre la religión. En el período anterior de veinte años, guiado primero por Jiang Zemin (1993-2003) y luego por Hu Jintao (2003-2013), sobre el papel el partido comunista se mostraba contrario a toda expresión religiosa, pero en el ámbito privado dejaba a sus miembros una cierta libertad. Esto llegaba a tal punto, que algunos sondeos indicaban que el 80% de los miembros del partido vivía “con un sentido religioso”.
Obsesionado por el colapso de la Unión Soviética, en cambio, Xi ha querido aclarar que la pertenencia religiosa es inconciliable con el comunismo. En un artículo publicado el 14 de noviembre de 2014 en Global Times, el presidente de la comisión para los asuntos étnicos y religiosos de la conferencia consultiva política del pueblo chino, Zhu Weiqun, escribe: “Los miembros del partido comunista no deben y no pueden creer en ninguna religión. Se trata de un principio inamovible, importante desde el punto de vista ideológico y organizativo, que ha sido afirmado desde la misma fundación del PCC. No puede haber dudas al respecto”.
Para aclarar que la jubilación no libera de la pertenencia al Partido llega ahora esta nueva circular. A los pensionados que infrinjan las reglas se les anuncia una suspensión y –en caso de reincidir- la abolición de la pensión. Según una fuente gubernamental citada por la agencia Xinhua, “las directivas son claras. Los comunistas no creen, y deben combatir los cultos despreciables que envenenan a la sociedad”.
Se trata, por lo que destacan los analistas, de una “relectura” de la proclama maoísta, según la cual el Partido se ocupa del ciudadano desde su cuna hasta la tumba: “Ahora podremos decir que el Partido oprime al ciudadano por el mismo período de tiempo”.
Continuando con lo referido por Xinhua, se informa asimismo de una reunión llevada a cabo entre Yu Zhengsheng –presidente de la comisión consultiva política del pueblo chino y miembro del Politburó- con los líderes religiosos nacionales oficiales. Durante el encuentro, Yu aclaró que “los grupos religiosos de China deben continuar agregando a la fe las característica chinas. Deben trasladar los elementos positivos de la religión a la sociedad, permaneciendo firmes en la construcción de una ideología religiosa con características socialistas y chinas”.