La comunidad de la parroquia de San Miguel en Patak (isla de Borneo, dividida en tres regiones pertenecientes respectivamente a Brunei, Malasia e Indonesia), recibió esta Navidad un regalo extraordinario: cinco días enteros junto a un sacerdote, el padre Frensius Supriyadi.

Un obsequio inesperado, dado que la zona es una de las más difíciles y peligrosas de alcanzar: "La visita ha traído mucha alegría y momentos inolvidables para la comunidad", afirman los fieles. Ese área se encuentra a casi cuatrocientos kilómetros de la capital, Pontiana, centro administrativo de Kalimantan Occidental (región bajo soberanía indonesia) y ciudad industrial de tamaño medio situada en la costa occidental de Borneo.

Desde el punto de vista geográfico, la parroquia pertenece a la diócesis de Sintang. En esa parroquia viven 1075 católicos, que conforman la mayor parte de la poblacion del lugar: "Estamos como en Filipinas", dicen ellos. Pero, a diferencia de Java, donde todos los pueblos son accesibles en coche o moto, llegar hasta Patak es dificilísimo: hay que coger primero una barca y luego una motocicleta para circular fuera de carreteras. Además, las inundaciones y las lluvias convierten a menudo el lugar en inaccesible por los ríos de fango que se forman.

Viktorinus Bosio, joven activista católico de la zona, cuenta a AsiaNews que "la presencia del padre Frensius es un regalo especial. Normalmente las ceremonias las conducen laicos, en ocasiones seminaristas del seminario San Juan María Vianney de Menyurai. Cuando viene un sacerdote, normalmente no está con nosotros más de un día. Él sin embargo ha estado con nosotros cinco días enteros".

El padre Supriyadi, rector del seminario, quedó de hecho bloqueado por un aluvión. Bosio y otros jóvenes católicos aprovecharon enseguida la circunstancia y organizaron ceremonias y bendiciones que desde hacía tiempo quería hacer la comunidad. Muchas parejas con más de cuarenta años de matrimonio renovaron sus compromisos nupciales, y el sacerdote les invitó a dar testimonio de su relación para invitar a los jóvenes a mirar con esperanza el matrimonio. Muchísimos jóvenes se confesaron luego y pidieron dirección espiritual.