La ciudad palestina de Belén, considerada la cuna del cristianismo, comenzó este jueves las celebraciones de la Navidad con la tradicional entrada del patriarca latino, Fuad Tawal, en la Basílica de la Natividad, en una ceremonia con muchos menos peregrinos que otros años y mucha más seguridad.
«Supongo que debe haber menos de la mitad que en años anteriores, la gente ve por la tele lo que transmiten las noticias de todo el mundo y se asusta», dijo a Efe Jhony Gideón, un belenita que hoy esperaba con su mujer y tres hijos, la llegada del patriarca en la plaza del Pesebre.
Con ellos varios miles de palestinos, cristianos y musulmanes, que celebran juntos este día en el que Belén se convierte en el epicentro del mundo.
Este año además se da la coincidencia de que Jesucristo y Mahoma, los fundadores de las últimas religiones monoteístas, tienen su aniversario el mismo día. Hoy los cristianos celebran el nacimiento de Cristo, mientras que los musulmanes conmemoran el del Profeta Mahoma, una coincidencia que no sucedía desde el siglo XVI.
«Los turistas se dicen al ver las noticias: hay problemas, hay pelea, hay tiros... así que les da miedo venir a Tierra Santa», agregó Gideón.
El palestino se refería a la ola de violencia que sacude la región desde principios de octubre, en la que han muerto al menos 135 palestinos, casi dos tercios de ellos en ataques o presuntos ataques contra civiles y militares israelíes.
Los tres últimos fueron abatidos por agentes de seguridad israelíes en colonias y controles militares en el territorio ocupado de Cisjordania, en dos casos después de intentar apuñalar a soldados y en el tercero de atropellarlos.
Esta ola de ataques, que ha dejado 21 israelíes muertos y tres extranjeros, tiene Jerusalén entre sus principales escenarios, lo que ha provocado un pronunciado bajón de turistas, consecuencia ahora proyectada sobre las celebraciones de la Navidad.
Efe constató hoy la escasez de visitantes extranjeros al pasar por la terminal que separa Belén de Jerusalén, donde apenas había tres personas cruzando, así como en la plaza del Pesebre: donde habitualmente se oirían conversaciones en una amalgama de idiomas occidentales, hoy predominaba el árabe.
Poniendo la mano sobre la cabeza de su hijo, Gideón se lamenta que «prefieran irse a cualquier otro sitio».
Su mujer, Abir, insta a la comunidad internacional a «ayudar» a la ciudad, «porque este es el lugar del nacimiento de Jesús, y todo el mundo debería poder venir aquí sin sentir miedo».
Con la música de fondo de sucesivas bandas de boyscouts llegadas de toda Cisjordania -y encabezadas todas ellas por la bandera palestina-, decenas de monjes vestidos de blanco salieron en procesión desde la Basílica de la Natividad hacia la plaza del Pesebre, donde esperaron al patriarca apenas 10 minutos, en comparación con otros años que la espera duraba mucho más de una hora.
El arzobispo Twal, que por su edad debería concluir sus funciones al frente de la diócesis de Tierra Santa este mismo año, llegó hacia las 13.30 hora local (12.30 GMT) procedente de Jerusalén, escoltado primero por miembros de la Policía israelí y notables de la ciudad santa, y después, tras su entrada en Belén, por agentes palestinos y destacadas personalidades locales.
En una poco visual y rápida ceremonia, el religioso se dirigió a la Basílica y entró por la Puerta de la Humildad, llamada así porque al cruzarla el visitante debe agacharse.
Y es que en este día de inusual frío pero soleado, el acto transcurrió de acuerdo a las previsiones de la alcaldesa de Belén, Vera Babún, de forma más «modesta», dada la situación de violencia en la zona.
En la plaza, un imponente árbol de Navidad decorado con profusas bolas de colores recordaba a los belenitas que hoy ha comenzado la temporada navideña que se prolonga hasta finales de enero, cuando concluyan las celebraciones católica, ortodoxa y armenia.
Esta noche Twal oficiará la Misa del Gallo en la Iglesia de Santa Catalina, adyacente a la Basílica, en un servicio religioso que estará presidido por el máximo mandatario palestino, Mahmud Abás, y contará con la presencia de los cónsules de las siete potencias protectoras de Tierra Santa, entre ellas España.
Wilson Vázquez, un franciscano boliviano de 36 años, también estará en la misa, por primera vez.
A Tierra Santa llegó hace menos de un año para completar su doctorado en escritura bíblica y, para él, estar en Belén le ofrece la posibilidad de encarnar el mismo mensaje del nacimiento de Jesús.
«Vino para establecer una nueva realidad pacífica entre los hombres, su presencia es divina y al mismo tiempo humana, así que el mensaje (para estas Navidades) es el de la paz», señaló.