"He decidido permanecer en Siria por muchas razones, pero sobre todo porque siento que mis raíces están en esta tierra", que también es "la cuna del cristianismo. Nuestra zona, en Damasco, esta llena de iglesias y dentro de ellas hay una atmósfera de santidad".
Esto es lo que le dice a AsiaNews Riad Sargi, católico de rito greco-melquita. Riad es un ingeniero mecánico originario de Damasco. Ha trabajado durante mucho tiempo en la industria farmacéutica, en la supervisión de la importación de productos procedentes de Europa.
También trabaja como voluntario de la sección local de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Está casado con la doctora Rouba Farah, que se dedica a la investigación médica. La pareja tiene tres hijos, una niña llamada Leila Sargi (nacida en marzo de 2001) y los gemelos (Elías y Michael) nacidos en septiembre de 2010 e inscritos en el jardín de infancia.
El Nuncio Apostólico en Damasco, Mario Zenari, insistió hasta lograr que la familia Sargi pudiera asistir a la reunión con el Papa en Estados Unidos. "Yo estaba seguro de que volvería a Siria y no aprovecharía el viaje para escapar, ya que está muy apegado a su tierra", explica el nuncio a AsiaNews.
Añade el prelado que "era difícil poder obtener un visado en tan poco tiempo", pero "estoy agradecido de que él haya podido vivir una experiencia única y ha proporcionado un hermoso testimonio" de un país devastado por la guerra.
La familia de Riad Sergi al completo en su encuentro con el Papa en Filadelfia
A continuación, la entrevista de Riad Sargi con AsiaNews:
- Para todos nosotros, significa vivir juntos en un clima de miedo constante. Tenemos miedo de las bombas y los cohetes que se lanzan sobre escuelas, hospitales, casas y carreteras. Hay un miedo fuerte y concreto por el futuro, después de haber experimentado los últimos cinco años, las víctimas de secuestro, algunos de ellos regresaron a sus hogares después de pagar una gran suma de dinero y otros que han desaparecido, para siempre. Los más desafortunados han sufrido la decapitación, sólo porque profesaban otra religión.
- Decidí quedarme en Siria por muchas razones, pero sobre todo porque siento que mis raíces están en esta tierra. Siria es la cuna del cristianismo. Nuestra zona, en Damasco, está llena de iglesias y dentro de ellas hay una atmósfera de santidad. Mi trabajo está en Siria, mis padres viven en Siria, mi hermano y mi hermana, y sus familias, siguen viviendo en Siria. Por otra parte, no podemos abandonar a los pobres, las familias necesitadas, a los ancianos que nos necesitan, de nuestra ayuda. Por último, no me siento como para dejar mi casa, en las actuales circunstancias y vivir feliz y seguro en otro lugar.
- La fuerza, de hecho, es un don que proviene de Dios. Tal vez, en nuestra elección para permanecer aquí en nuestro país, a pesar de los temores y las enormes dificultades, los peligros, también existe el empuje a la misión por los pobres y necesitados, pidiendo permanecer cerca de sus sufrimientos.
- Por desgracia, la vida cotidiana en este clima de violencia es horrible. Siempre se corre el riesgo de ser heridos, golpeados e incluso asesinados en cualquier momento, por el mero hecho de encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado, y ser el objetivo de un mortero o un cohete. Así que tratamos en lo posible de olvidar los peligros, de no pensar en ello, en un intento de llevar nuestra vida lo más normal posible confiando en Dios, nuestro Salvador Jesucristo y su madre, la Virgen María.
- Esto que se libra en Siria es una guerra sucia, en beneficio de las potencias involucradas, y en beneficio de los fabricantes y traficantes de armas. Un sangriento conflicto entre dos modelos, entre la idea de la paz y la convivencia encarnado por Francisco y la mezquindad representada por el dinero y por los diferentes líderes y autoridades mundiales. El pueblo sirio siente en su piel el hecho de que su Estado se transforma en el combustible que impulsa esta guerra sucia. Como el mismo Jesucristo nos exhorta: No creer en dos dioses, el verdadero Dios y el dinero.
- En el pasado, antes de la guerra, los cristianos y los musulmanes estaban acostumbrados a vivir juntos sin ningún tipo de distinción. Hoy seguimos viviendo lado a lado con los musulmanes moderados, pero hay un gran peligro en lo que representan los individuos y los grupos extremistas, que sienten el deber de convertir a los cristianos al Islam, hacerles pagar tributo [Jizya] o ser asesinados. Esta es la forma en que estas personas piensan que hacen un servicio a su dios.
- Lo que deseo de todo corazón es que vuelvan la paz y la seguridad en mi querido país, que la vida pueda volver a ser como era antes de la guerra. Y espero que mi familia pueda vivir de manera pacífica y que mis hijos puedan construirse un buen futuro. Por esto, le pido a Dios todos los días que nos proteja del peligro.
Bajo estas líneas, un vídeo de 5 min. de Caritas Internationalis sobre la situación de pobreza de guerra de los que se quedan en Siria y cómo Cáritas intenta ayudarles