Por consiguiente, ha suscitado escándalo y desconcierto la noticia de que el Consejo haya nombrado como jefe de la Comisión encargada de elegirlos, formada por cinco embajadores de la ONU, a Faisal bin Hassan Trad, embajador de Arabia Saudita, país en el que la violación de los derechos humanos está previstas por la ley, por consiguiente institucionalizada.
Faisal bin Hassan Trad presentando sus credenciales ante la ONU.
Sin embargo, para quien está familiarizado con el funcionamiento de las Naciones Unidas esto no ha sido causa de asombro. De hecho, es una regla general de la ONU garantizar una representación equitativa en sus organismos para que, como se lee en el texto de presentación del Comité para los Derechos Humanos, su composición incluya, en las justas proporciones, todas las áreas geográficas y las civilizaciones del planeta. Poco importa si esto va en detrimento de la realización de sus misiones respectivas.
El Consejo para los Derechos Humanos es un caso emblemático. Nació en 2006 para sustituir, con un mandato más firme, al precedente Comité para los Derechos Humanos. Está constituido por 47 estados miembros elegidos en base a un criterio de equitativa distribución geográfica: 13 representantes de África, 13 de Asia y el Pacífico, 8 de América Latina y Caribe, 6 de Europa Oriental y 7 de Europa occidental y los otros estados occidentales (Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda).
Los representantes permanecen en el cargo tres años y como se lee en la página web de la ONU dedicada al Consejo, son elegidos por la Asamblea General con voto directo y secreto, teniendo en cuenta la contribución, el compromiso y la dedicación de cada estado a la promoción y tutela de los derechos humanos: esto en principio, pero es una praxis que al final de un mandato sean los estados de cada área geográfica los que definan a su nuevo representante y lo propongan a la Asamblea General.
Por "derechos humanos" se entienden los enumerados en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de dicembre de 1948. Se presupone que sobre esto los 47 miembros del Consejo estén de acuerdo, prescindiendo del área geográfica y de la civilización de pertenencia. Pero no es así, y todos lo saben. En el mundo coexisten civilizaciones distintas, fundadas sobre principios distintos, en parte inconciliables: prueba de ello es que el Consejo para los Derechos Humanos se preocupa de que todas estén representadas en el Comité de expertos.
Falta incluso la compartición del principio fundamental de la existencia de derechos inherentes a la persona, por lo tanto universales e inalienables. Allí donde el concepto mismo de persona no es plenamente entendido, los derechos dependen del estatus social y éste de factores de prevalencia atribuidos.
La Declaración de El Cairo establece la sharia como fuente y marco para los derechos humanos.
De hecho, después de 1948 se redactaron otras declaraciones como alternativa a la universal de las Naciones Unidas. En 1981 fue adoptada por la Organización de la Unidad Africana (ahora Unión Africana) la Carta Africana de los Derechos del Hombres y de los Pueblos, integrada en 2005 por el Protocolo sobre los derechos de las mujeres en África. En 1990 los estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica adoptó la Declaración de El Cairo sobre los derechos humanos en el islam. Además, en 1994 el Consejo de la Liga de los estados árabes adoptó la Carta árabe de los derechos del hombre.
Por consiguiente, la misión del Consejo, de crucial importancia -tutelar y promover los derechos humanos, los universales, e indagar sobre posibles violaciones de los mismos, denunciándolas e intentando detenerlas- está comprometida, sacrificada en nombre del interés superior de una "equitativa distribución" geográfica.
Considerando la actual composición del Consejo para los Derechos Humanos, surge otro motivo de preocupación: 15 de los 47 estados miembros están incluidos en la lista de los 50 países en los que actualmente los cristianos son más perseguidos, según la organización no gubernamental Open Doors [Puertas Abiertas]. Además de Arabia Saudita, que está en el puesto número 12, figuran, entre los primeros 20 por orden de gravedad en las persecuciones infligidas, Pakistán, 8°, Nigeria, 10°, Vietnam, 16°, Qatar 18°. Los otros estados son: Kenia, India, Etiopía, China, Argelia, México, Kazakhstan, Bangladesh, Indonesia y Emiratos Árabes.
Vale la pena recordar los números de las persecuciones de las que son responsables 15 de los estados miembros del Consejo para los Derechos Humanos: más de 100 millones de cristianos víctimas de discriminaciones, persecuciones y violencias infligidas por regímenes totalitarios o por exponentes de otras religiones; como media cada mes hay 322 cristianos asesinados por la fe, 214 entre iglesias y propiedades cristianas destruidas y se llevan a cabo 722 episodios de violencia.
Publicado en La Nuova Bussola Quotidiana.
Traducción de Helena Faccia Serrano.