Era el 8 de septiembre de 1955, fiesta de la Natividad de María. Ese día eran detenidos por las autoridades comunistas chinas el obispo de Shanghai, Ignatius Kung Pingmei – que más tarde sería cardenal- y más de 50 sacerdotes de la diócesis, incluyendo a los padres jesuitas Joseph Fan Zhongliang y Aloysius Jin Luxian – que más tarde serían obispos.
Según informa UCA News, los católicos de Shanghai y muchos fieles chinos en el extranjero han conmemorado la semana pasada una de las épocas más oscuras de la Iglesia católica en China.
El obispo Kung fue acusado de “crímenes terribles”: apoyar la Legión de María, excomulgar a los católicos que se unieran a la Iglesia Patriótica, y negarse a establecer una rama de la misma en su propia diócesis.
Durante el mes siguiente, se arrestó a cerca de 300 personas por pertenecer a la Legión de María, y más de 1.000 católicos sufrieron cárcel por algún crimen “contra revolucionario”.
UCA News cuenta que, meses después de su arresto, se ordenó a al obispo Kung que hiciera una confesión pública de sus “crímenes”. Con las manos atadas a la espalda, el obispo, en vez de confesar, gritó: “Viva Cristo Rey, viva el Papa”. Se lo llevaron y desapareció de la vida pública hasta que se le sometió a juicio en 1960, cinco años después. Su sentencia, prisión de por vida. Sería liberado en 1985, treinta años después.
El cardenal Joseph Zen Ze-kium, obispo emérito de Hong Kong, y un pequeño grupo de católicos de Shanghai conmemoraron estos hechos el pasado 8 de septiembre en una misa en Roma. La conmemoración había sido organizada por el padre jesuita Matteo Chu, que vive en Taiwán.
Al padre Zhu Yude, hermano mayor suyo y vicario general de la comunidad de la Iglesia clandestina de Shanghai, no se le permitió abandonar China para participar.
El cardenal Zen, en declaraciones posteriores a UCA News, decía que esperaba que se publicaran más relatos sobre la heroicidad de “cómo los católicos de Shanghai defendieron su fe”.
Un anciano laico de Shanghai, Ignatius Xu explicaba que la conmemoración era una ocasión de “bendición no de tristeza”.
Cuando se retomó la práctica religiosa a principios de los ochenta, tras la Revolución Cultural, muchos sacerdotes detenidos en la represión de 1955 volvieron a Shanghai. Se convirtieron en una gran fuerza para la Iglesia clandestina. El ya cardenal Kung no sería liberado hasta 1985. El Papa Juan Pablo II lo había hecho cardenal mientras todavía estaba en prisión. El cardenal murió en el año 2000.
Actualmente solo quedan vivos dos sacerdotes de aquellos que sufrieron las detenciones de 1955, los padres Lu Peiyuan y Yan Zhi’en. El padre Lu todavía goza de buena salud, a sus 93 años. Todavía celebra la misa en pie.