Eso mismo está repitiéndose en pleno siglo XXI en Siria, y el ejemplo es la ciudad de Hassaké.
Los barrios de la periferia de Hassaké están controlados desde finales de junio por los yihadistas de Estado Islámico, también llamado Daesh. Contra ellos luchan tropas de milicias kurdas y del ejército regular sirio fieles al dictador Bashar Al Asad.
Mientras tanto, gran parte de la actividades básicas para que funcione una ciudad están paralizadas o sin responsable oficial y el arzobispo siro-católico Jacques Behnan Hindo ha asumido autoridad en algunas de estas tareas.
Antes de la guerra, el trabajo del arzobispo era velar por las almas y la salud espiritual de su pequeño rebaño de 35.000 fieles católicos de rito antioqueno, ayudado por 5 sacerdotes y con las instalaciones de 11 parroquias. No puede hablarse, por lo tanto, de una institución eclesial humanamente potente, en una diócesis de medio millón de habitantes.
Ahora el arzobispo está en primera línea de combate contra una de las "hermanas" que suelen acompañar a la guerra: la enfermedad.
“Soy responsable de la limpieza, de la emergencia por la basura, de las desinfecciones y de todos los servicios que tienen que ver con la salud pública” explica a la agencia Fides el arzobispo Hindo.
“El conflicto expone aún más a la población a los peligros de las epidemias. Y todo se hace más difícil con el calor del verano. Me he hecho cargo de estas necesidades porque he visto que nadie lo hacia, y coordino a un equipo de 130 operadores de los cuales casi cien son musulmanes. Trabajan en los barrios habitados por 400.000 personas. No tengo ningún sueldo. La gente dice: ´el obispo se ha convertido en casi el alcalde de la ciudad´. Necesitaríamos camiones de recogida de residuos. Pero no sabemos exactamente dónde encontrarlos”.
Hassake está cerca de la frontera norte de Siria, junto a la zona controlada por los kurdos
El arzobispo Hindo rechaza algunos análisis que se dan desde Occidente y presentan la guerra de Siria como un conflicto entre chiitas y sunitas.
“El Estado Islámico es hijo de la ideología wahabí y del dinero de Arabia Saudita, que quiere meter sus manos en todo -dice a Fides el arzobispo- La mayoría de los sunitas no tienen nada que ver con los del Daesh".
Según el arzobispo, es el botín y el saqueo, no la devoción yihadista, lo que aporta tropas a Estado Islámico.
"El movimiento Daesh en Siria se compone de tribus que hasta hace algún tiempo no conocían ni una sola Sura del Corán. Familias con muchos niños que ahora se alistan en las filas de Daesh y así, en pocas semanas, ganan mucho más dinero del que han visto en toda su vida. Son gente acostumbrada a ponerse de la parte de quienes les pagan y con aquellos en el poder. Si finalmente prevalece el ejército de Assad estarán listos para gritar de nuevo ´viva Bashar al Asad´”, afirma.