El cristianismo sigue menguando en Irak. La persecución, la inseguridad y la inestabilidad política y económica han provocado el éxodo de cientos de miles de cristianos en las últimas décadas. Y para evitar la desaparición de esta minoría cristiana y para conseguir una defensa eficaz de sus derechos el patriarca caldeo, el cardenal Louis Raphael Sako ha lanzado una propuesta concreta
“Es necesario pensar en una estrategia unificada antes de que sea demasiado tarde”, afirma el cardenal, que propone directamente la unidad de los cristianos en política para así tener una voz potente que sea escuchada.
Monseñor Sako propone una “Agrupación de los partidos cristianos” o Alianza Cristiana. Tal y como recoge AsiaNews, en un texto dirigido a los fieles cristianos de Irak y en la diáspora lanza esta iniciativa de un partido cristiano unificado, a fin de lograr una mayor fuerza y representatividad. “Más de un observador - advierte el purpurado - hoy considera que hay una excelente oportunidad para los cristianos de formar una alianza única, que incluya a todos los partidos, las élites intelectuales”.
Evitar la dispersión
El cardenal Sako recuerda que entre los cristianos iraquíes hay personalidades de primera línea en el campo del derecho, la política, la sociología, la economía y los medios. Por eso, considera importante evitar que estas cualidades se dispersen “en cristianos divididos en varios partidos y facciones”, que buscan tener una “supremacía” sobre los demás.
Para el primado caldeo es hora de que los líderes cristianos en su conjunto “se detengan a hacer una revisión interna” y que “se asuma la responsabilidad de una unificación” en un contexto de grandes desafíos y dificultades. Una de las tantas que el purpurado recuerda es la emigración y la marginación en el mundo del trabajo, el debilitamiento de la representatividad política y la ineficacia del sistema de cupos, la dispersión de los partidos asirios, siríacos y caldeos, los retos demográficos en la región y la revisión de la Constitución.
Tras la invasión de EEUU en el 2003, de años de violencia confesional, luego del ascenso del Estado Islámico, actualmente derrotado en el plano militar pero no así a nivel ideológico, Irak se encuentra atravesando nuevos desafíos. Las fiestas de Navidad han llegado en un contexto crítico, para un país que desde el primero de octubre se ha convertido en escenario de un vasto movimiento de protesta contra el gobierno y las autoridades.
Las manifestaciones, reprimidas con la fuerza policial, han conducido a la dimisión del primer ministro Adel Abdul Mahdi, pero los manifestantes - sin distinciones étnicas, confesionales o religiosas - apuntan a la caída de toda la clase política. Las tensiones se agravaron a finales de noviembre, tras el doble asalto al consulado iraní en Najaf, que culminó con más de 450 muertos y 20.000 heridos.
Los objetivos de esta alianza cristiana
Solo una alianza entre partidos y movimientos, prosigue el Cardenal Sako, puede garantizar mayor fuerza a la hora de tomar decisiones, tanto en el gobierno central, en Bagdad, como en la región autónoma del Kurdistán. Él subraya que, por un lado es inevitable incorporar la denominación “cristiana” al nombre del partido y dejar “a un lado las diferencias”, por más que cada uno deba “seguir su nacionalidad, sus tradiciones y su iglesia: caldeos, siríacos, asirios y armenios”.
Por otro lado, traza las prioridades a seguir en un futuro próximo: primero, formar un comité de profesionales del derecho y de la política [...] para promover y sostener los derechos de los cristianos desde de la Constitución (estatus personal, matrimonio y sucesión) y sancionar una ley que declare la Navidad y la Pascua como festivos, tal como sucede con las principales fechas del credo musulmán; dar vida a currículos educativos que fortalezcan la unidad nacional e incorporar nuestro patrimonio (cristiano) dentro del patrimonio nacional; tomar medidas contra el cambio demográfico y la expropiación de tierras, particularmente en la Llanura de Nínive, que es “donde se juega el futuro de los cristianos iraquíes”; reducir la migración, crear oportunidades de trabajo y favorecer las inversiones para conseguir el retorno de los expatriados; que haya medios e instituciones independientes; crear un grupo de trabajo que haga un seguimiento de las cuestiones inherentes a los cristianos en los departamentos estatales; reforzar las relaciones con los ciudadanos árabes, turcomanos, yazidíes, kurdos, sabeos y mandeos, según el criterio de pertenencia común a los valores constitucionales y a la ciudadanía.
“Por último - concluye el patriarca Sako - de nuestra parte, como Iglesia, estamos dispuestos a sostener el seguimiento de estos objetivos siempre que haya personas serias y sinceras, dispuestas a hacerlos suyos”.