Este jueves 23 de septiembre es el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas y desde la Iglesia Católica hay grupos realizando una importante labor para ayudar a las víctimas de la prostitución.
Se trata de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad y que según su carisma han llevado a cabo proyectos por el mundo para ayudar a estas mujeres. De este modo, la hermana Rosaura Patiño, coordinadora de Acción Liberadora del Equipo de Gobierno de las Adoratrices cuenta cómo ofrecen alternativas y oportunidades desde la pedagogía adoratriz y con un enfoque de derechos humanos en 25 países de Europa, Asia, América y África, desarrollando programas de acompañamiento a la mujer explotada y vulnerada en sus derechos.
Además, ha subrayado que en el año 2020 fueron 12.722 las mujeres las que decidieron iniciar un proceso de acompañamiento en los diferentes programas que desarrollan y que les ha posibilitado una experiencia de “amor, liberación y encuentro”.
Sobre los proyectos Adoratrices, esta religiosa explica que “el trabajo, gratuidad, solidaridad, fraternidad/sororidad, comunicación, calidad de vida, universalidad, respeto, responsabilidad, participación, acogida, reconciliación, verdad, servicio, justicia, libertad, confianza y comunión son los rasgos que identifican a las más de 1400 personas que trabajamos desde nuestro carisma Adoratriz.”
Sobre la presencia de las Adoratrices en Londres, la hermana Ancy Vaniakizhakkel detalla que la misión de las Adoratrices en este proyecto (Rahab) nace del objetivo inicial de ayudar a mujeres en situación de prostitución y mujeres que han sido explotadas sexualmente (incluidas aquellas víctimas de la trata y esclavitud.)
“Rahab ofrece un lugar seguro y acogedor donde pueden ser ellas misas, expresar sus miedos, alegrías y opiniones. Un lugar donde lo que ellas sienten es lo más importante del momento”, comenta Ancy Vaniakizhakkel.
Desde que empezó el Proyecto de Rahab en Londres se han ayudado a más de 1.500 mujeres a diferentes niveles. Según ha señalado la responsable del proyecto, la mayoría de las mujeres atendidas son extranjeras con procesos legales complejos. “Esto, unido a la falta de recursos económicos, el abuso y engaño sufridos, sus sentimientos de soledad, separación, estigma y vergüenza, genera desconfianza, poca estima personal y desasosiego”, concluye esta religiosa.
Por su parte, el proyecto de las Adoratrices en Cúcuta, Colombia, tiene como objetivo – según explica la hermana Soledad Ariastiene- "la atención integral a mujeres que se encuentran en alto riesgo de ser víctimas de trata de personas, como son las migrantes provenientes del vecino país de Venezuela, las retornadas, mujeres que por la lucha de territorio del narcotráfico se encuentran en situación de desplazamiento interno".
Las Adoratrices en Cúcuta trabajan en el acompañamiento a esta población donde se han encontrado con la dolorosa realidad de mujeres que han sido víctimas de la explotación laboral, a mujeres a quienes les han ofrecido dinero para que “alquilen sus niños”, o se los han raptado para introducirlos en bandas que se dedican a la delincuencia en la ciudad.
“Nuestra labor en Cúcuta posibilita en las mujeres procesos personales y familiares que las lleva a salir de esta realidad y ser mujeres empoderas que con sus conocimientos y talentos puedan mantenerse lejos de las explotaciones”, ha puesto de manifiesto Soledad Arias.
En Cúcuta, las Adoratrices en los procesos de prevención y atención psicosocial primaria atienden a 136 mujeres, quienes participan en estrategias donde las religiosas salen a su encuentro.
Por ejemplo, cada 15 días las hermanas de la comunidad de Cúcuta acuden a las autopistas y salidas de la región a encontrarse con mujeres que caminan con sus hijos en busca de llegar al interior de Colombia, a ciudades como Medellín o Bogotá.
El 90% de las mujeres atendidas por las Adoratrices son de nacionalidad venezolana que se encuentran en territorio colombiano en situación irregular. De ellas el 60% son mujeres que han vivido explotaciones humanas como la prostitución, explotación laboral o mendicidad. El 100% de toda la población atendida han sufrido la violencia por el hecho de ser mujeres.