Al menos 15 de las víctimas fueron decapitadas. "El Gobierno etíope está profundamente entristecido por este acto bárbaro perpetrado contra nuestros inocentes conciudadanos", ha informado la Oficina de Asuntos de Comunicación del Gobierno etíope en un comunicado.
Mientras las autoridades trabajan para identificar a las víctimas el país, de mayoría cristiana, empieza este martes 3 días de luto oficial con banderas a media asta ante las "atrocidades cometidas contra nuestros conciudadanos en Libia y Sudáfrica".
La mención a Sudáfrica se refiere a una ola de agresiones callejeras contra emigrantes etíopes en ese país, el más desarrollado de África. Además, los legisladores etíopes se reunen este martes para discutir la masacre y ponderar una respuesta.
Redwan Hussein, portavoz del gobierno etíope, dijo el domingo que piensa que los cautivos eran emigrantes etíopes que trataban de viajar a Europa. Mussie Zerai, sacerdote eritreo que dirige una asociación de ayuda a los inmigrantes africanos en Italia, declaró que es "posible que traficantes los vendieran a yihadistas del EI", y eso "sin saber a quien vendían a esos hombres".
La compraventa de inmigrantes es, según él, una práctica común entre grupos armados, especialmente en la zona de Misrata, donde existen contactos entre milicias y el EI.
En una carta enviada este lunes al patriarca de la iglesia ortodoxa etíope, Abuna Matthias, el Sumo Pontífice ha dicho que "no hay diferencias porque las víctimas sean católicas, coptas, ortodoxas o protestantes, ya que su sangre es la misma en su confesión a Cristo".
"Me dirijo a usted con una solidaridad espiritual sentida para garantizarle mi cercanía en los rezos ante el continuado martirio cruelmente infligido a los cristianos en África, Oriente Próximo y algunas partes de Asia", ha apuntado.
"La sangre de nuestros hermanos y hermanas cristianos es un testimonio que pide ser escuchado por todos los que aún puedan distinguir entre el bien y el mal", añadía el Pontífice.
Una vez más, tras estos asesinatos el Vaticano ha pedido a la comunidad internacional "detener el avance de la crueldad y la persecución de los cristianos".
"Rindo homenaje a esos mártires y expreso mi admiración por esos hijos de Etiopía que manifestaron su adhesión a Cristo hasta dar su sangre por él", dijo en Radio Vaticano el cardenal Leonardo Sandri, presidente de la Congregación vaticana para las Iglesias Orientales.
La Iglesia Ortodoxa Etíope suma unos 45 millones de fieles, pastoreados desde 2013 por el "Abuna" o Patriarca Mattias. Las iglesias coptas de Egipto (de la cual dependían las de Etiopía) se separaron del resto de la Iglesia a partir del Conciilio de Calcedonia del año 451: los egipcios acusaban a griegos y latinos de acercarse demasiado a la herejía nestoriana, y éstos acusaban a los egipcios de ser monofisitas.
Hoy, los coptos egipcios, eritreos y etíopes prefieren declararse "miafisitas", que definen según esta doctrina: "en la única persona de Jesucristo, su humanidad y divinidad están unidas en una única physis (naturaleza), unidas sin separación, sin confusión y sin alteración".
En la actualidad, católicos y ortodoxos (las iglesias "calcedonianas") buscan la forma de encajar esta definición dentro de las enseñanzas de Calcedonia y hay un cierto consenso en que en el encuentro del año 451 hubo problemas lingüísticos y terminológicos que dificultaron la comprensión mutua.
En Etiopía hay además unos 600.000 católicos. La mayoría son católicos de rito etiópico, con una jerarquía que depende de la Congregación de Iglesias Orientales. El resto son católicos de rito latino que viven en vicariatos a cargo de misioneros. Muchos misioneros se dedican al testimonio de la caridad (como el hermano Francisco Reyes en su hospital de Gambo) y otros realizan una primera evangelización entre pueblos animistas (como es el caso del padre González Núñez entre los gumuz).