Este sábado 22 de agosto se celebra el Día Internacional en conmemoración de las víctimas de actos de violencia basados en la religión, proclamado en 2019 por la ONU para llamar la atención sobre el incremento de los ataques contra comunidades religiosas.
Un año después la situación no ha hecho sino empeorar, según denuncia la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés). Por un lado, con el terrorismo, y por otro con los ataques a símbolos religiosos bajo pretexto de otras causas.
Según el presidente ejecutivo internacional de ACN, Thomas Heine Geldern, "las continuas noticias sobre actos de violencia y acoso por motivos religiosos en países como Pakistán, Nigeria o India siguen causando una gran preocupación. Aunque muchas veces se mezclan motivos sociales y étnicos, no podemos cerrar los ojos a esa realidad”.
Heine-Geldern, junto a un retrato del padre Werenfried Van Straaten (1913-2003), fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
“¿Cómo puede ser que no haya una respuesta internacional a las células terroristas del Estado Islámico que operan en Mozambique, ignoradas durante mucho tiempo pero que el 12 de agosto tomaron incluso la ciudad de Mocimboa da Praia, en el norte del país?", se preguntó Heine-Geldern: "Reconocemos en sus métodos la misma intención de eliminar la diversidad cultural y religiosa del país, como intentaron hacer en otros países, por ejemplo, en Irak. Hay más de 200.000 personas que han tenido que huir del norte de Mozambique. ¿A que estamos esperando?”
Los grupos terroristas islámicos en Mozambique han conquistado la importante ciudad de Mocimboa da Praia, demostrando la fortaleza de su presencia en diversos enclaves africanos.
Los efectos del terrorismo "son devastadores e impiden que las victimas ejerzan sus derechos fundamentales", añadió: "Sólo tenemos que mirar a los cristianos y los yazidíes en Irak, que han sufrido una persecución horrenda en los últimos años y su existencia sigue amenazada. La persecución a los cristianos iraquíes ha diezmado la población de 1,2 millones que había antes del 2003 a menos de 100.000 en la actualidad".
Heine-Geldern recordó, con nombres y apellidos, algunas de las víctimas de esta persecución a lo largo del último año, y de las que ReL ha ido dando cuenta.
Como el seminarista Michael Nnadi, asesinado el 1 de febrero en Nigeria; o Philippe Yarga, catequista de Pansi, en Burkina Faso, asesinado el 16 de febrero junto con otras 24 personas; o Joseph Nadeem, un cristiano pakistaní que murió el 29 de junio asesinado por un vecino por pura discriminación religiosa y social. U otras que continúan sufriendo el calvario del secuestro, como la hermana Gloria Narváez en Mali o la joven Leah Sharibu, en Nigeria.
Leah Sharibu pudo ser liberada si renegaba de Cristo, pero se negó a ello. Lleva secuestrada desde febrero de 2018.
Además Heine-Geldern puso sobre la mesa la violencia anticatólica que se ha vivido en los últimos meses en algunos países occidentales: "Lamentablemente observamos una nueva tendencia muy alarmante en algunos países, donde se atacan y destruyen edificios y símbolos religiosos para llamar la atención sobre otros derechos legítimos e injusticias sociales”.
Como ejemplo destaca el caso de Chile, donde durante las revueltas sociales y políticas a finales de 2019 fueron atacados y quemados más de 57 templos e iglesias cristianas, así como los Estados Unidos, donde hasta el 16 de julio se habían registrado 60 asaltos a edificios católicos con motivo de las protestas contra la discriminación racial en el país.
“No es justo defender la justicia social, racial o económica atacando la fe y las creencias de otros", afirmó el presidente de ACN: "El odio desenfrenado contra grupos religiosos genera violencia y destrucción y debería ser condenado abiertamente. Los gobiernos tienen la obligación de proteger a las víctimas y enjuiciar a quienes cometan actos de violencia.”
Según Heine-Geldern, el diálogo interreligioso juega un papel fundamental para evitar el fanatismo, pero no basta: "Tenemos que recordar a las instituciones y organizaciones internacionales que es su deber garantizar el derecho a la libertad religiosa. El Día Internacional en conmemoración de las víctimas de actos de violencia basada en la religión fue un gran paso en la dirección correcta, pero hemos visto que la situación a nivel mundial no ha mejorado. Hacemos un llamado a la ONU para que tome más medidas para combatir los delitos de odio y actos de violencia relacionados con la religión. Sería bueno que el año que viene tuviéramos menos víctimas que recordar".