El próximo 25 de enero se celebra la Jornada de Infancia Misionera con el lema “Yo soy uno de ellos”. Un lema que manifiesta la cercanía a “ellos”, a los muchos niños que viven en medio de carencias, problemas, abandono…
Los niños de Sierra Leona son parte de ese “ellos”, de una manera especial, con el ébola, con la guerra civil que terminó relativamente hace poco, con su pobreza en un país lleno de riquezas naturales.
Por eso, Infancia Misionera ha querido este año estar cerca con el apoyo a varios proyectos destinados a estos niños de Sierra Leona. Son proyectos que se han financiado en su mayor parte gracias a la generosidad de los pequeños de Infancia Misionera que han hecho realidad el espíritu de esta Obra Pontificia: “Los niños ayudan a los niños”.
Son proyectos como la ampliación de la escuela “Blessed Michael Tansi”, en la ciudad de Freetown, a la que asisten 400 niños, o la puesta en marcha de la escuela primaria St. Paul en Regent, una población cercana, sin centro educativo alguno y cuyos niños se espera que ya no tengan que hacer kilómetros para acudir a clase.
Proyectos como la apertura de dos pozos en Makeni, para que los niños de dos colegios cercanos tengan acceso a agua potable, sobre todo en la estación seca.
Pero no se trata sólo de proyectos, se apoya, sobre todo, la labor de protección a los más pequeños que desarrollan personas como el padre Peter Konteh. Este sacerdote ayuda a dos centenares de niños detenidos por diversos delitos.
Se trata de lograr que vuelvan con sus familias, a través de ayuda legal, educación y apoyo psicológico. Los 6.000 euros de este proyecto y el cariño y dedicación de quienes lo llevan adelante, les abrirán la puerta de una vida distinta a estos chicos.
El padre Peter Konteh abrió hace años el Hogar para Niños St. Mary, donde ha acogido a numerosos huérfanos de la guerra civil.
Sí, porque desgraciadamente Sierra Leona es el país de la tragedias. Antes del Ébola, estuvo la guerra civil, financiada con los diamantes de sangre, y que dejó miles de muertos, y una población que vio atrocidades increíbles.
El padre Peter se ordenó sacerdote en 1996, en el momento en que la guerra civil estaba en su apogeo.
Había tanta violencia que ni siquiera los periodistas más valientes se atrevían a acercarse – el padre tuvo que hacer de corresponsal para la BBC.
Salvo los misioneros, apenas quedaron ONGs en el país.
El recién ordenado sacerdote empezó a encontrarse bebés abandonados en la puerta de su casa.
Con el apoyo de toda la Iglesia de Freetown creó el Hogar para Niños. “No se sabía de dónde venían estos niños y nadie en el país podía hacerse cargo de ellos”, cuenta el padre Peter.
Hoy muchos han sido adoptados y todos han podido ir a la escuela, con la esperanza de que el futuro sea mejor, a pesar de ébolas, malarias y violencias. Infancia Misionera está cerca de estos niños, “Yo soy uno de ellos”.
Donativos a la infancia misionera:
www.omp.es/Donativos/donativo.htm