Una treintena de misioneros viven de cerca las revueltas de Burkina Faso, en su intento de transición civil. Testigos de la situación socio-política del país desde su trabajo evangelizador, todos coinciden en que el levantamiento de sectores de la población era previsible, y en que la Iglesia Católica llevaba denunciando el poder despótico de Blaise Compaore desde hace años.
En la capital de Burkina Faso, en el centro neurálgico de las protestas contra el gobierno de Blaise Compaore y contra el control de la transición por Isaac Yacouba Zide, viven tres religiosas, dos de ellas españolas.
"Desde nuestra casa se oye todo, pero nunca han
entrado para nada", explica María Luisa Dauder, misionera de Nuestra Señora de la Consolación.
Han vivido la entrada de los manifestantes en la Asamblea, en la radio y la televisión; el desmantelamiento de la casa del hermano del presidente; y las represalias ante el intento de la representante de la oposición Saran Séréme de pronunciarse como líder de la transición.
La misionera valenciana de 42 años, explica que la gente estaba esperando con paciencia que llegara la fecha del fin del gobierno de Compaore, y que cuando éste intentó alargar su mandato, provocó el enfado general.
"Un joven de la parroquia nos urgió a que no saliéramos a la calle", explica orgullosa del fuerte compromiso eclesial de los jóvenes. "Ahora el ambiente está tranquilo, pero no hay acuerdo sobre quién asegura la transición".
Juan Manuel Pérez Charlin, Padre Blanco, ha vivido 38 años en Burkina Faso, como misionero, y conoce en profundidad la situación socio política del país. Desde Sevilla, ciudad donde reside desde hace un año, está siguiendo de cerca los últimos sucesos. "A nadie nos sorprende, sabíamos que iba a pasar", explica el misionero, y cuenta cómo la tensión social se masticaba ya desde hace cinco años. A pesar de ello, vive con cierta intranquilidad los derroteros que están tomando los acontecimientos, con la toma de poder por parte ejército. "La gente reivindica que la transición se lleve a cabo por civiles. La revolución ha sido del pueblo, y quieren que sea una cosa del pueblo".
Este misionero asegura que la Iglesia Católica goza de buena fama en la sociedad de Burkina Faso, y ha denunciado en varias ocasiones el gobierno de Compaore, quien llevaba 27 años gobernando y pretendía alargar su poder a través de la reforma del artículo 37 de la Constitución.
"La Iglesia está con el pueblo civil", afirma Pérez Charlin. De hecho, la Conferencia Episcopal de Burkina Faso hizo público en julio de 2013 un documento tras la Asamblea Plenaria (aquí en PDF en francés), en el que hacía un análisis de la situación del país, y criticaba el sistema creado por el presidente Compoare.
"La Iglesia está con el pueblo y por el pueblo", afirma por su parte Inés Fonseca, quien desde Bobo-Dioulasso ha sido testigo de revueltas y violencia. "Aunque lo más grave ha sucedido en Uagadugú, aquí han estado cerradas las escuelas hasta hoy".
La misionera vallisoletana religiosa de la Asunción, que lleva 25 años en el país, explica que aunque el fin sea legítimo, los medios no siempre lo son.
Según comenta, un grupo de gente fue con palos a quemar la escuela estatal, para protestar contra el gobierno, y ella les convenció de que no lo hicieran, ya que sería tirarse piedras contra el propio tejado, y dejarían sin educación a sus conciudadanos. Fonseca afirma que hoy el ambiente es más calmado, y que al fin han abierto sus puertas las escuelas.
El cardenal arzobispo de Uagadugú, Philippe Ouedraogo, ha convocado una novena de oración por la paz y la reconciliación.
Según la base de datos de Obras Misionales Pontificias España, hay aproximadamente 30 misioneros españoles en Burkina Faso. Miembros de congregaciones religiosas en su totalidad, la mayoría son mujeres (el 60%).
(Vea aquí un documental de 25 minutos de RTVE de "Pueblo de Dios" sobre la vida de los católicos y los misioneros en Burkina Faso en 2008).