Francisco envió una ayuda de un millón de dólares a los cristianos y otras minorías religiosas iraquíes que tuvieron que abandonar sus hogares escapando de la avanzada de los milicianos del Estado Islámico (EI). Una parte de esta donación fue llevada por el enviado especial del Santo Padre, el cardenal Fernando Filoni.
El cardenal prefecto de la Congregación de Propaganda Fide, reveló la noticia en una entrevista a la agencia de noticias de inspiración católica CNS de Estados Unidos y precisó que en su viaje, del 8 al 20 de agosto, llevó solamente el diez por ciento de la ayuda. El 75 por ciento restante fue destinado a los cristianos y el 25 por ciento para la comunidad yazidis, pueblo que tienen una de las religiones de origen más antigua, junto con los judíos.
El purpurado que fue nuncio apostólico de Bagdad, y que permaneció allí durante la Guerra del Golfo cuando todos los diplomáticos habían abandonado la ciudad, calificó la decapitación del periodista estadounidense como “un acto de inhumana barbarie que entretanto ya he visto en el pasado”.
En una entrevista al diario italiano Repubblica, el prefecto de Propaganda Fide indicó: “El Papa nunca me ha dicho: ve por los cristianos. No. Me dijo: ve para ayudar a las minorías. Esto demuestra que la Iglesia tomó a pecho la situación de todos”.
Añadió: “Estuve con los yazidis, con sus sabios, estos venerables con la barba larga. Los encontré llenos de sufrimiento y de lágrimas: no tenemos más ni fuerza ni voz. Por favor son ustedes nuestra voz". Y el purpurado precisó que: "como Iglesia estamos hablando a favor de todos: por los yazidis y por los sciitas expulsados de sus aldeas, por los sabeis y los shabas. Y también por aquellos sunitas que no aceptan esta ola de terrorismo”.
Y el cardenal se interrogó sobre las armas de los milicianos: “¿Cómo es posible que todo este movimiento de dinero y recurso se le haya escapado a quien tiene que controlar y a quien mueve desde lejos las cosas? Una respuesta que por ahora es difícil de dar”.
Y el cardenal se interrogó sobre las armas de los milicianos: “¿Cómo es posible que todo este movimiento de dinero y recurso se le haya escapado a quien tiene que controlar y a quien mueve desde lejos las cosas? Una respuesta que por ahora es difícil de dar”.
Al diario Avvenire el purpurado precisó que los habitantes están “dispuestos a volver a sus aldeas, desde que haya cinturones de seguridad internacional que les garantice poder volver a su vida normal”, y consideró interesante la idea de que puedan ser cascos azules de las Naciones Unidas.