El pasado día 1 de agosto, al anunciarse unos días de tregua en la franja de Gaza, el Patriarca Latino de Jerusalén, pastor de los católicos latinos de Israel, Palestina, Jordania y Chipre, denunció lo que parece un intento de convertir Gaza en una fábrica de desesperados extremistas.
"La tregua que ha comenzado es algo bueno, pero no servirá de nada si las condiciones en Gaza siguen siendo las de una tierra desesperada en estado de asedio, donde sólo puede crecer el miedo y la frustración que alimentan el odio. Casi parece que se busque hacer de Gaza una fábrica de desesperados, listos para convertirse fácilmente en extremistas dispuestos a todo”.
Con estas palabras, el Patriarca Latino de Jerusalén señalaba en una conversación con la Agencia Fides la fragilidad que se vive e invita a reflexionar sobre lo insuficiente que será a largo plazo esta suspensión temporal de las acciones acordadas entre Israel y Hamas.
Según el Patriarca es necesario eliminar las condiciones estructurales que alimentan el odio ciego, empezando con el embargo.
“Hasta los túneles construidos en Gaza”, señala el obispo de Jerusalén “son un producto del embargo a su manera: si se pone fin a este asedio, si se abren las calles y se permite la libertad de movimientos de personas y mercancías, si se permite la pesca libre en el mar frente de Gaza, entonces todo podrá hacerse más superficial y nadie tendrá que cavar túneles subterráneos para pasar”.
En opinión del patriarca latino de Jerusalén, el deseo perverso y ciego de aniquilar al enemigo está convirtiendo a la población civil de Gaza en víctima a sacrificar: “Basta con mirar los nombres de las víctimas, el 70 por ciento son mujeres y niños; también sugiere que, entre los muchos túneles, Hamas no pensó en construir refugios subterráneos para el pueblo”.
En cuanto a las reacciones internacionales, el Patriarca también envía un mensaje importante a los que siguen expresando sus declaraciones verbales de solidaridad con los cristianos y las personas que sufren en Oriente Medio: “Llegan muchas cartas de muchos amigos que viven en otros países y continentes. Damos las gracias a todos, pero tal vez hay mucha compasión y poca ayuda concreta. Fui a visitar a los heridos fuera de Gaza que están en el Hospital Francés, y me quedé impresionado. Sus familias también necesitan de todo. Nosotros hacemos lo que podemos con Cáritas y los recursos del Patriarcado, pero recibimos muy poco apoyo desde el exterior, nos llega muy poca ayuda concreta y efectiva. No es suficiente con mensajes y declaraciones hechas en la red para decir: estamos con vosotros”.
Cáritas Jerusalén ha reforzado en las últimas semanas su programa de salud para poder asistir a los miles de heridos por las bombas y a los niños que han sufrido traumas por la pérdida de sus casas, escuelas o familiares.
Desde hace varios años y con la colaboración, entre otros socios internacionales, de Cáritas Española y varias Cáritas Diocesanas, Cáritas Jerusalén gestiona un centro de salud y una clínica móvil que ofrecen atención médica y psicológica en zonas rurales o de difícil acceso a causa del muro de separación o los controles militares israelíes.
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