¿Es África el futuro del cristianismo en general, y también de la Iglesia Católica? ¿Puede el cristianismo africano ser tan fuerte como para fecundar y reanimar la fe en el resto del mundo?

Las visitas del Papa a diversos países africanos y sus nombramientos de cardenales que pastorean megalópolis con millones de fieles han llamado la atención sobre el Continente Negro. Kinsasa es una diócesis de 13 millones de habitantes, de los que 7 millones son católicos, pastoreados por 1.200 sacerdotes, la mayoría jóvenes. La de Madrid tiene 3,3 millones de católicos; la de Milán, considerada la de más fieles en Europa, tiene 5 millones.

Al empezar el siglo XX, sólo 1 de cada 10 africanos era cristiano (de cualquier denominación). Pero, ahora, en 2020, son cristianos casi la mitad de los africanos.

Del total de católicos en el mundo, los africanos son 180 millones. Las cifras nunca son exactas ni actualizadas en África, pero se calcula que 1 de cada 6 o 7 católicos son africanos. Pero para 2050 (solo faltan 17 años) probablemente serán un 25%, o incluso un 33% de los católicos del mundo.

A nivel de crecimiento, no importa mucho si los Papas son magníficos o mediocres, o si se descubren abusos y corruptelas en la Curia vaticana o en las de distintos países. La Iglesia va a seguir creciendo, y mucho, en África. Vamos a analizar al menos 8 causas para ello. Y plantearemos la cuestión de si ese crecimiento puede provocar un efecto beneficioso en el catolicismo a nivel mundial.

Hay al menos 8 fuerzas que harán crecer la Iglesia en África.

1. Fe sin complejos ni vergüenzas

Casi todos los africanos creen en Dios y se tratan con Él. Si alguno no cree, no trata a Dios o a la creencia con desprecio. Le parece natural y lógico creer en un Creador, que además puede ser Providente. Es lo primero que notan los misioneros católicos cuando llegan a África: el africano entiende que Dios vive y a menudo actúa.

El cristiano pensará además que Dios es bueno, y el cristiano alfabetizado dirá que Dios no sólo es bueno, sino que está cerca de cada hombre y ama a los hombres.

Cuando un católico africano llega a Europa, es posible que se aleje de la Iglesia, bien porque trabaja mucho a horarios complejos y gana mucho dinero, bien porque hace amistades sin fe... pero nunca deja de creer. Y no tendrá vergüenza de creer, o de rezar, o de hablar de Dios, igual que hablará de su familia y sus seres queridos.

Esta es la mayor fuerza: la falta de vergüenza. Un africano quizá sienta vergüenza si habla de que sus bisabuelos comían carne humana, o traficaban con esclavos o tenían muchas esposas. O quizá no: son cosas del pasado, quedaron atrás y se cuentan como curiosidades. En cualquier caso, no dejará que historias antiguas condicionen su relación con Dios. La familia, los antepasados, la tradición, el linaje... son, sin duda, muy importantes, pero Dios lo es más. Se reza en público, se menciona a Dios con naturalidad. Dios cura, Dios ayuda, Dios acompaña, la gente lo vive y lo cuenta.

Esta libertad puede afectar incluso a nivel de cardenales y obispos en el mundo. Los cardenales africanos pueden marcar un liderazgo moral y profético ante otros más acomodados a las modas del opulento Primer Mundo. Sin complejos ni vergüenza, pueden defender una Iglesia que crea en milagros, sanaciones, matrimonio indisoluble, familias numerosas y muchas cosas más hoy impopulares en el envejecido Occidente.

Fieles alegres esperan al Papa en el aeropuerto de Ndolo para la misa en Kinsasa el 1 de febrero de 2023. La diócesis tiene 13 millones de habitantes, 7 millones de católicos. Su edad media: 18 años. (Foto AP - Gregorio Borgia).

2. Fertilidad: tienen hijos

Los africanos tienen hijos, y ven el tener hijos como una riqueza. Cristianas, musulmanas o animistas ven a veces a las monjas misioneras con cierta pena, porque ellas no tienen hijos. Las misioneras han de explicar que tratarán como hijos a todas las personas que cuiden, con  el mismo amor de Dios.

En España, en 2020, la tasa de fecundidad (hijos por mujer en edad fértil, y no hay muchas españolas en edad fértil) es de 1,23. En Mozambique es 4,7; en Angola es 5,3; en Zambia es 4,4; en Tanzania, 4,8; en Uganda, 4,7; en Kenia 3,4.

En África, alfabetizar a las mujeres significa que se casarán más tarde y tendrán menos hijos. Pero menos hijos no son 1 o 2, sino más bien 3 o 4. En cualquier caso, la Iglesia crece por demografía: las familias cristianas tienen hijos, muchos, y les transmiten la fe. Cada uno de ellos también tendrá hijos. El gran reto de la Iglesia es escolarizar, educar y formar en la fe a una infinidad de niños.

3. Juventud: y eso significa ánimos y creatividad

La alta fertilidad significa que hay muchos niños, que se convierten en jóvenes, que a su vez serán fértiles y a muchos niveles: creatividad, dinamismo, imaginación, probar cosas nuevas... y eso es algo que la Iglesia necesita.

Nuevos estilos de música, nuevas formas de comunicarse, nuevas formas de escolarizar, nuevas formas de usar tecnologías... Todo eso renueva la Iglesia.

En Zamora (España), la edad media de la población es de 51 años. En Almería, la provincia española de edad más joven, la media es de 40. En cambio, la edad media de la población en Chad, Angola, Uganda, Congo, Malaui, Zambia, Mozambique y Benin oscila entre los 16 y 17 años.

Todos esos jóvenes querrán hacer cosas, y los que amen a Dios querrán hacer cosas para Dios, y allí casi todos los alfabetizados y catequizados aman a Dios. ¿Va a invertir la Iglesia universal en formarles, acompañarles y apoyarles en su creatividad?

A un obispo o sacerdote español rodeado de personas de 50 años o más le cuesta imaginar cómo es y será la Iglesia en África porque ha de pensar en clave de juventud.

4. Visión familiar y comunitaria: protege del individualismo

El cristiano africano no sólo "cree" en Dios, sino que celebra a Dios, y lo hace en comunidad. Según la encuesta World Values Survey de 2022, entre los que se declaran católicos, los que afirman ir a la iglesia una vez a la semana o más son:

94% en Nigeria,
73% en Kenia,
47% en México,
27% en España,
14% en Alemania.

Incluso si por sesgo de deseabilidad (por quedar bien) los encuestados exageran algo su asistencia, la proporción se mantiene. Los católicos africanos son practicantes, acuden a la parroquia en familia, saludan al resto de parientes, vecinos, amigos, celebran la fe, a menudo comen juntos o se quedan todo el día, los niños -que son muchos- ven a los primos -que son muchos- y juegan a juegos multitudinarios.

Encuesta Mundial de Valores 2022: "Para católicos: independientemente de que usted vaya a la iglesia o no, ¿usted diría que es una persona religiosa?"

Para católicos: además de bodas, bautizos y funerales, ¿con qué frecuencia usted a servicios religiosos actualmente? Respuestas de 'cada semana' o "más de una vez por semana'

La Iglesia en África tiene pocos orfanatos. Los empezó a hacer a causa de la tragedia del sida, y también para casos especiales de niños y niñas muy maltratados o traficados. Pero por lo general en África el niño huérfano es adoptado por el clan, los primos, tíos y abuelos, que son muchos. La visión familiar es amplia, incluye a muchos parientes, linaje, muchas relaciones fuertes.

Lo curioso es que el cristianismo nació en un mundo así. La cultura judía de Jesús y de los apóstoles era así, y también la de los primeros cristianos. En la casa de Nazaret que visitan los peregrinos en Tierra Santa debía haber niños, primos y parientes entrando y saliendo todo el día. El cristianismo se diseñó para una cultura así, y por eso le cuesta prosperar en un mundo individualista.

Cuando San Pedro predicó al centurión Cornelio en Jaffa se bautizó él "y toda su casa", que debía ser mucha gente porque sólo para hacer llamar a Pedro dedicó 3 criados. Mientras África mantenga su estructura familiar y comunitaria el cristianismo seguirá encajando bien en sus sociedades.

5. Idiomas y tecnologías de alcance universal

El siglo XXI es especial por su enorme interconexión a través de la tecnología. Hoy los misioneros jóvenes hacen videollamadas desde el móvil y el portátil a su familia en Europa desde lo más profundo de África. Y el migrante más pobre tiene un móvil para contactar con sus parientes.

Eso implica que un curso de catequesis, unos vídeos de YouTube de música cristiana, unos dibujos animados para niños (¡o adultos!) sobre Jesús pueden verse en todo el mundo.

Una barrera es el idioma, pero en África la desventaja se convirtió en ventaja. La necesidad de comunicarse entre etnias distintas implantó las lenguas europeas como lenguas francas: el inglés, el francés y el portugués. (También el swahili y el árabe, y en Guinea Ecuatorial sigue usándose el español).

Eso significa que puedes hacer comics manga bíblicos en Nigeria en inglés, o tutoriales de música cristiana en Senegal, y difundirlos por Internet en todos los países anglohablantes o francohablantes. Cursos bíblicos, apologética, entretenimiento y cultura cristiana... todo puede entrar y salir de África en las grandes lenguas internacionales.

Disco completo de "African Credo", de la Catholic Television of Nigeria y Jude Nnam; canciones que se cantan en las iglesias católicas de Nigeria, el país con los católicos más practicantes. Cualquier otro país con culto en lengua inglesa puede adaptarlas o usarlas.

Un predicador nigeriano puede haber tenido cientos de miles de visionados por Internet antes de poner el pie en Inglaterra o Estados Unidos para una gira de predicaciones. Un cura aburrido o un obispo poco ortodoxo en Europa o EEUU tendrá que competir con curas apasionados y obispos firmes en la fe que hablan claro en las redes internacionales en inglés o francés.

También pasa en negativo: cualquier líder sectario, hereje o vendedor de humo puede lanzar su mensaje. Pero, precisamente, la libertad para debatir y refutar reforzará a la Iglesia (mejores predicadores, mejores argumentos, mejores comunidades, mejor prensa católica) mientras que el aislamiento la adormece.

6. Conversos... pero hay que llegar antes que el Islam

En África la Iglesia no crece sólo por la vía tradicional de tener muchos hijos, bautizarlos y, cuando se puede, catequizarlos. También crece por la vía de la misión ad gentes, a los paganos, a las culturas animistas.

Se calcula que hay en el continente aún entre 70 y 75 millones de animistas o seguidores de religiones tradicionales. Se concentran en 5 zonas y en cuatro de ellas tienen contacto con el Islam, que también quiere convertirlos.

1- Guinea, Guinea Conackry, Guinea Bissau
2- Costa de Marfil, Benín (el país del vudú), Togo, Burkina Faso...
3- La frontera remota entre Camerún y Chad
4- Sudán del Sur, partes remotas de Etiopía
5- Mozambique, sobre todo lejos de la costa
6- Las zonas rurales de Madagascar, lejos de la capital

Los misioneros y obispos en África piden ayuda para llegar allí "antes que el Islam". La mies es mucha, los obreros pocos. Quien llegue, abra un dispensario, una escuelita y organice a los locales, implantará su religión. Y la competición no es sólo con los musulmanes. También hay todo tipo de sectas locales (más o menos sincréticas y alocadas) y los misioneros protestantes (de todo tipo).

[Lea aquí: Las tribus paganas en Camerún se harán musulmanas si no llegan antes los misioneros]

Pero en 10 o 15 años los conversos pueden llegar además de otros ámbitos. Hay conversos llegados del Islam en lugares donde no hay ley islámica y los musulmanes son minoría o bien no castigan el cambio de religión. También puede mejorar la situación en terribles dictaduras militares como la de Eritrea, y la Iglesia lograr más espacios de libertad para evangelizar.

Sacerdotes y religiosos de la congregación Misioneros Apóstoles de Jesús, con presencia en los países de África Oriental de lengua inglesa.

7. Vocaciones... pero requieren medios

Una de las grandes fuerzas que hará crecer la Iglesia son las vocaciones sacerdotales y religiosas. En África, ser sacerdote es algo que da prestigio y respeto. Eso tiene su parte mala: ¿de verdad el seminarista quiere servir a Dios o quiere un empleo bien visto y seguro? Es deber de los obispos y congregaciones asegurarse de que los aspirantes tienen verdadera vocación. Pero incluso una vez rechazados los aspirantes no adecuados, tanto obispos como congregaciones dicen que tienen que rechazar a muchas vocaciones por falta de medios económicos para acogerlas y formarlas.

A África llegan "las sobras", "migajas" de las diócesis ricas, se quejan algunos misioneros. Las Iglesias de países ricos gastan grandes cantidades en temas secundarios mientras en África miles y miles de jóvenes de ambos sexos quieren formarse y servir a Dios toda su vida y no pueden por falta de recursos.

Una institución casi extinguida en Europa, el Seminario Menor, está llena de vida en África. Miles de niños pasan por los seminarios menores: los que no se hagan sacerdotes serán catequistas y líderes laicos en sus comunidades (en África el catequista hace de casi todo) y llegarán así a cientos de feligreses.

Si la Iglesia universal se volcara en acoger, financiar y apoyar todas esas vocaciones, el continente cambiaría en una generación. Y el mundo también. Es el tipo de cambio de estructura que se requiere, porque el ardor ya está allí.

8. El creciente liderazgo femenino

La última gran novedad es el protagonismo creciente de la mujer africana en la Iglesia y la evangelización. La mujer siempre fue la sostenedora de la familia en África: cuidaba numerosos niños y lograba recursos con huertos o pequeños comercios y artesanías...

Los misioneros y ONGs cristianas pronto vieron que ellas eran especialmente buenas gestionando microcréditos, ahorrando, reinvirtiendo, organizándose en cooperativas, rindiendo cuentas, aprendiendo nuevos hábitos de salud y enseñándolos a sus hijos. En muchos casos y culturas, los hombres no eran tan fiables: podían malgastar más el dinero en caprichos, apariencias, alcohol... perseveraban menos en proyectos.

Una reunión de organizadoras de la Asociación de Consagradas de África Oriental y Central.

Poco a poco mujeres de mil culturas y lenguas y etnias africanas consiguen ser religiosas, laicas consagradas, profesoras de universidad y escuela, catequistas, doctoras rurales o de hospital... Infinidad de niñas africanas han mirado a las religiosas misioneras y han pensado: "quiero ser como ellas". Y ahora han tomado un nivel de liderazgo que no tenían sus madres ni abuelas en la sociedad. Se pueden leer varios ejemplos en el libro Mujeres de África, de Raquel Rodríguez de Bujalance, o en el premio que da cada año la ONG Harambee a una emprendedora africana.

Eso no había pasado nunca en la historia africana, es novedoso y puede dar frutos increíbles. Es un nuevo impulso del "genio femenino" que no debe nada al feminismo ateo y antirreligioso (que en África no tiene nada que hacer) y sí debe mucho al ejemplo de las misioneras y la educación católica de las niñas. Si la Iglesia invierte más y más en las mujeres cristianas, conscientes y organizadas, África puede sorprender.

Por supuesto, África tiene mil retos difíciles. Pronto se cumplirán los 60 años de la independencia de la mayor parte de países: dos generaciones han pasado y persisten multitud de esclavitudes y pobrezas. Casi todos los africanos coinciden en denostar a su clase política y la corrupción. También persiste la explotación de potencias extranjeras.

Pero cada hornada de jóvenes con fe aporta esperanza, y en África abundan ambas cosas: jóvenes con fe y esperanza.