“He recibido noticias a través del Padre Mario Cornioli. Estoy junto a vos y a las hermanas y a toda la comunidad católica”.
Así comienza el mensaje personal que el Papa Francisco envió el jueves por la tarde al párroco de Gaza, Jorge Hernández (misionero argentino del Instituto del Verbo Encarnado) y a su comunidad.
“Los acompaño con mi oración y cercanía. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Un abrazo. Fraternalmente, Francisco”.
Pocas palabras esenciales, pero que se revelan intensas y elocuentes tras la ofensiva militar terrestre que desplegó durante la noche el ejército israelí en la Franja de Gaza.
El jueves el Papa fue informado sobre la condición angustiosa que viven los alrededor de 200 católicos en Gaza y que comparten con todos los habitantes de la zona.
El miércoles por la tarde, tres misiles destruyeron una casa frente a la parroquia de la Sagrada Familia, a donde se mudaron desde que comenzaron las operaciones militares israelíes las monjas de Madre Teresa con sus 28 chicos discapacitados y nueve ancianos de quienes se ocupan.
“En la parroquia”, escribe en su blog “abuna” Mario Cornioli, sacerdote en Beit Jala, “en estos días tenía que llevarse a cabo el centro de verano. Había apenas comenzado y después del primer día fue interrumpido por el altísimo riesgo de poder acabar bajo las bombas”.
En Gaza no hay refugios y no suena la sirena de alarma antes de que lleguen las bombas, por lo que el padre Jorge decidió mandar a los chicos a sus casas, a pesar de que las mismas podrían convertirse en cualquier momento en sus tumbas.
“Todos los niños están aterrorizados, se hacen encima las diferentes necesidades y lloran casi todo el día. No oso pensar, si este llanto llega a los oídos de Dios, qué podría suceder”.
Muchos cristianos consideran que la nueva espiral de violencia y muerte debe ser interpretada según las palabras y los gestos que el sucesor de Pedro esparció abundantemente como semillas de paz en la Tierra Santa, en ocasión de su reciente viaje a Jordania, Palestina e Israel.
“La visita de Papa Francisco -indica Mario Cornioli- sacudió nuevamente el ‘status quo’ de un conflicto cultivado desde hace años y tratado sin la voluntad para resolverlo”.