Este próximo día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, la pequeña comunidad católica de Argelia y la universalidad de la Iglesia vivirán un momento de gran gozo y alegría con la beatificación en Orán de 19 misioneros mártires asesinados en este país norteafricano en la década de los 90 del pasado siglo.
Entre los mártires se encuentran el obispo de Orán, los siete monjes trapenses de Tibhirine, un hermano marista, una hermana de la Asunción, cuatro Padres Blancos, dos hermanas de Nuestra Señora de los Apóstoles, una hermana del Sagrado Corazón y dos agustinas misioneras.
Todos eran franceses, excepto un belga, y dos religiosas españolas. Estas dos últimas eran las hermanas Esther Paniagua Alonso y Caridad Álvarez Martín, ambas religiosas de las Agustinas Misioneras, congregación fundada en 1890 y formada en la actualidad por 500 hermanas repartidas en 16 países.
De izquierda a derecha el exembajador en Argelia, Javier Jiménez-Ugarte; Piedad Pacho, superiora general de las Misioneras Agustinas; y María Jesús Rodríguez, superiora provincial y testigo del martirio.
Mártires el día del Domund
Precisamente, las Agustinas Misioneras han presentado este lunes en Madrid los actos de beatificación de estas dos hermanas, que aún sabiendo que su vida corría peligro decidieron quedarse en Argel para estar al lado de los enfermos, niños, mujeres que atendían y de la pequeña comunidad católica.
Ambas fueron asesinadas a quemarropa cuando iban a la iglesia el 23 de octubre de 1994, justamente el día del Domund, jornada que celebra la vida misionera. Esther, a la que las personas a las que atendía la llamaban “Ángel” decía poco antes de morir sabiendo del peligro al que se exponía: “Nadie puede quitarnos la vida, porque nosotras ya la hemos entregado… No nos pasará nada porque estamos en las manos de Dios y… si nos pasara algo, seguimos estando en sus manos”.
Debido al peligro que corrían al decidir quedarse en Argelia en plena guerra, en la Embajada las recomendaron que no salieran en grupo del convento. Por eso, Esther y Caridad iban juntas cuando las dispararon.
"Un signo de fidelidad y de verdad"
En la presentación de su beatificación, Piedad Pacho, superiora general de las Misioneras Agustinas, Piedad Pacho, superiora general de las Misioneras Agustinas, ha asegurado que “Esther y Caridad son para la congregación un signo de fidelidad y de verdad” recordando que “el auténtico pastor no huye cuando hay peligro, sino que se queda a cuidar a las ovejas, eso es lo que hicieron ellas. Entregaron su vida, aunque sabían que podían perderla”.
Esa “autenticidad de vida” de Esther y Caridad que las llevó hasta el martirio dio más fuerza a las hermanas, que lejos de abandonar definitivamente Argelia en aquel convulso momento decidieron quedarse en el convento aún sabiendo lo que había ocurrido con sus hermanas.
"¿Por qué no puedo hacerlo yo?"
“Ellas son un signo, un testimonio”, agregó la superiora. Sus muertes provocaron en la congregación una profundización todavía mayor en su espíritu misionero. “Fueron una luz que encendió el estímulo y las ganas de reavivar” esta misión, explicó, porque “si ellas pudieron, ¿por qué no puedo hacerlo yo? A lo mejor no seremos mártires como ellas, sino el día a día”. Este testimonio ayuda ahora a las hermanas que en el presente están en peligro y amenazadas en otros países por las guerrillas y los paramilitares.
En el acto también ha participado la hermana María Jesús Rodríguez, provincial de las comunidades en Argelia en aquel momento y testigo del martirio de estas dos religiosas. Explicó que todos los extranjeros, y especialmente los religiosos, estaban amenazados de muerte. Viajó precisamente a Argelia para acompañar a las hermanas en un proceso de discernimiento para que libremente decidieran si querían dejar el país o quedarse en el país.
Todas decidieron voluntariamente quedarse en Argelia
"El discernimiento se basó en dos preguntas: ¿qué quiere Dios de nosotras?; ¿qué necesidades tiene el pueblo argelino?", contó. Todas decidieron quedarse en Argelia libremente. Esto fue tan sólo unos días antes de que fueran asesinadas Esther y Caridad.
En este discernimiento que quedó por escrito, María Jesús recordaba lo que Caridad dejó escrito: “Estoy abierta y obediente a los que Dios quiera de mí, a lo que vean mis superiores. María estuvo abierta al querer de Dios, quizá le costó. Deseo estar en esa actitud ante Dios en los momentos actuales”.
María Jesús nunca olvidará a Esther y Cari el día que murieron mártires: “Las vi felices, muy felices, con un sentido del humor increíble”.
Un total de 19 mártires, encabezados por el obispo de Orán, serán beatificados el próximo sábado en Argelia
Sus últimas palabras fueron sobre el Domund
En una conversación posterior con Religión en Libertad, la que era provincial en Argelia recuerda que de lo último que hablaron estas dos futuras beatas fue precisamente de que era el día de las Misiones. “Me acuerdo –relata María Jesús- que Cari decía: `¡Cuántos amigos y cuántas personas estarán rezando hoy por nosotras!`. La congregación entonces vivía mirando hacia Argelia en ese momento de dificultad.
“Ahora vivimos como un regalo que nuestras primeras mártires lo fueran en el día del Domund. Aunque en aquel momento fue un ‘agarrarnos a la fe’ porque nuestra dimensión misionera tiene que ser hasta las últimas consecuencias, hasta dar la vida”.
Tras salir de la casa "aquel 23 de octubre, decidimos ir a Misa, y seguimos las instrucciones de la embajada de no ir en grupos, sino solo de dos en dos. Esther y Caridad salieron primero, y diez minutos después salimos Lourdes Miguélez y yo. En la calle escuchamos unos disparos, y los vecinos nos decían: hermanas, volved a casa".
Esther, con los niños de un hospital en donde trabajaba
"Aquello que firmamos tenía un precio"
María Jesús Rodríguez recordó cada detalle de lo sucedido aquella tarde, y cómo vieron a los minutos a Ester y Caridad en un charco de sangre, a punto de fallecer. "En esos momentos me acordé de el discernimiento que habíamos hecho hacía solo unos días. Asumimos que aquello que firmamos tenía un precio".
Esta religiosa no olvida ni un detalle de aquel día. “Lo viví con mucho dolor, angustia y muchas preguntas… Actuaba como una autómata y aquella tarde en la embajada creyendo que estaba sola grité: ¡muerte inútil! Un oficial de la embajada me oyó y me dijo: ‘¿qué ha dicho sor?’. Muerte inútil contesté. Pero entonces él me dijo que le habían enseñado que la muerte de un cristiano nunca es inútil. Esto me hizo centrarme en el discernimiento y en ver que aquella muerte fecunda”.
La lección que España dio en aquel momento
También ha participado en el acto Javier Jiménez-Ugarte, embajador español en Argelia en aquel momento, y gran apoyo de las religiosas en aquellos momentos tan complicados. "España dio una lección en Argelia, porque fue de las pocas embajadas que no cerraron, fuimos un caso único", afirmó el exembajador .
"El mérito lo tienen en gran parte las religiosas españolas, que decidieron quedarse a pesar de todo. Si las hermanas se hubieran ido, yo, el embajador, habría ordenado cerrar la embajada". Según ha explicado, las empresas se habían marchado, y como españoles solo quedaban las religiosas y el cuerpo diplomático. "El mérito de que España fuera un ejemplo es, en gran parte, de ellas".
Jiménez-Ugarte conoció a las agustinas misioneras y su decisión de no abandonar la misión, y trabajó para que guardaran medidas de seguridad. "En mi vida profesional no he olvidado algo así, y por eso estoy aquí", ha afirmado Jiménez-Ugarte. Según ha explicado, por la mañana fue a ver a Esther al hospital, y se quedó muy impresionado del trabajo tan duro que las hermanas llevaban a cabo, con los niños abandonados y discapacitados. Discutió con ella las medidas de seguridad, y se ofreció a llevarlas a casa. Según ha comentado, las hermanas eran muy queridas por todos, y enormemente valoradas por el médico jefe, que era musulmán. "Fue muy impresionante estar con Esther por la mañana en el hospital, y por la tarde verla en la morgue".
Los distintos actos de la beatificación
La ceremonia de beatificación tendrá lugar el próximo sábado 8 de diciembre a las 13:30 en Orán (Argelia), y será presidida por el arzobispo Angelo Becciu, prefecto de la Congregación para la causa de los Santos, en nombre del Santo Padre. De la congregación solo pueden asistir diez hermanas, además de familiares de las mártires.
El gran acto de la congregación tendrá lugar el sábado posterior, el 15 de diciembre, en la catedral de León. Más de 160 hermanas de la congregación se darán cita en la Catedral de León. Vienen de varias ciudades de España, de Brasil, Colombia, China, Filipinas, Roma, Argentina, Mozambique, Tanzania e India. La Eucaristía será presidida por Monseñor Julián López Martín, obispo de la diócesis. Concelebrarán Monseñor Henri Teissier, arzobispo emérito de Argel; padres Agustinos y sacerdotes de la diócesis.
Por último, el 12 de enero tendrá lugar en Madrid, en la Basílica de Ntra. Sra. de la Concepción, una Eucaristía presidida por el cardenal arzobispo Carlos Osoro, que contará con la presencia de los restos mortales de las beatas, que serán veneradas desde entonces en una capilla de la Congregación en Madrid.