“Las mujeres de la comunidad rezan para que el sol no se ponga, para que la luz se quede el mayor tiempo posible, porque ahora tienen miedo de la oscuridad”, cuenta el padre Mauro Armanino, misionero de la Sociedad de Misiones Africanas sobre lo que está ocurriendo Niger.
En una conversación con la agencia Fides, este misionero recuerda en que es por la noche cuando se producen muchos de los ataques, lo que al peligro que conllevan se suman el terror con el que viven sus habitantes.
El padre Mauro señala que fue de noche cuando secuestraron al padre Maccalli y ahora, en plena noche, han volado el pilón de la compañía telefónica MOOV. “Ha ocurrido el día de la fiesta de Tabaski, el martes pasado, cuando todavía era de noche. Dinamitaron la base de la antena metálica y destruyeron los accesorios que permitían a los habitantes de la zona comunicarse entre sí y mantener el contacto con el mundo exterior”.
Este misionero explica que “a pesar de la presencia de una base militar en la zona, los yihadistas, por ser precisamente ellos, han inutilizado otras dos antenas de telefonía”.
Desde hace aproximadamente un mes, tanto la antena de Tangounga como la de Tambole corren la misma suerte que la de Bomoanga. La pista de 35 kilómetros que permitía el paso de personas y mercancías entre Bomoanga y Ngoula también ha sido prohibida por el mismo grupo terrorista armado, impidiendo a los agricultores ir al mercado.
“Es el mercado que permite a los agricultores intercambiar sus productos y así sobrevivir en la época llamada ‘soudure’. Es la época de transición entre el agotamiento de las existencias de alimentos en los graneros y el momento de la nueva cosecha. El bloqueo de los mercados aumenta la pobreza de los pobres”, afirma el padre Mauro.
“Los cristianos de la parroquia de Bomoanga rezan en los patios de sus casas y son los animadores, formados durante años, los que dirigen la oración. Reunirse en las iglesias es peligroso porque la mayoría de las comunidades han sido amenazadas bajo pena de muerte o destrucción de sus pueblos. Se agradece que en los últimos tiempos no haya desaparecido ni muerto nadie. Vivir en ese estado de tensión permanente se ha convertido en algo difícil para la salud y la moral general. Es difícil hacer planes que no sean esperar a que todo termine un día. Las mujeres rezan para que el sol no se ponga nunca”, concluye el padre Mauro.