Pero el 19 de diciembre de 2013 está destinado a convertirse en la fecha símbolo de la verdadera revolución ya que para la cabeza de dicho sindicato se ha elegido a la doctora Mona Mina. Es la primera vez en que para presidir uno de los organismos más importantes de representación de los trabajadores en Egipto es nombrada no sólo una mujer, sino por primera vez desde que se fundó en 1949, una mujer cristiana copta.
Mona Mina, pediatra de 55 años, fue una de las columnas de las manifestaciones en la plaza Tahrir en enero de 2011 que han llevado a la expulsión de Hosni Mubarak. Su popularidad es debe además al hecho de ser presidenta de "médicos sin derechos", un movimiento fundado por ella en el 2007 inicialmente para obtener un aumento salarial para los médicos y mejorar las condiciones de la devastada sanidad pública egipcia.
En noviembre de 2011 el periódico Al Akhbar la definía "la doctora revolucionaria", mientras que en la plaza Tahrir era incluso llamada "el Cristo de Tahrir". De hecho en enero de 2011 había comenzado, junto con otros colegas. El hospital de campo sobre la plaza central de El Cairo para socorrer a los heridos en los enfrentamientos.
Su actividad frenética en los momentos más difíciles ha conquistado los corazones de todos porque, como Mona Mina ha tenido ocasión de afirmar, cuando se trata de la vida no hay ni síes ni peros: "No podré irme a descansar a casa mientras en la plaza haya un solo manifestante. No importa que piense como yo o que tenga ideas contrarias a la mías".
La honestidad intelectual de esta mujer está demostrada más allá del hecho de que ha estado entre los doscientos firmantes de la petición de dimisión del ministro de interior de Mubarak y de la petición de apertura de la investigaciones sobre la muerte de la joven Sayyed Bilal durante el interrogatorio por el ataque a la iglesia de los Santos en Alejandría en enero de 2011. Los derechos para ella no han tenido nunca color, los derechos son para todos o no son para nadie.
Con "Médicos sin derechos", Mina ha trabajado sobre el campo, empezando desde lo más bajo, precisamente como los Hermanos Musulmanes, intentando sensibilizar a los propios colegas sobre los problemas a afrontar y las actividades de organizar de forma conjunta.
No sólo eso, sino que nunca se ha puesto como antagonista a la Fraternidad que dominaba en el sindicato, afirmando más de una vez que no les consideraba enemigos, sino colegas con los que cooperar para mejorar las condiciones de la categoría. Su carisma y su tenacidad han contribuido al aumento de sus seguidores desde las primeras elecciones post-revolucionaras del sindicato a finales de 2011.
Lamentablemente, como ha declarado su colega Mohammed Shafiq a la revista The Socialista en diciembre de 2011, Mona Mina "ha sido atacada [por los Hermanos Musulmanes] en cuanto mujer y cristiana. La han acusado de estar financiada por el rico hombre de negocios copto Naghib Sawiris y de empujar a los cristianos a votar por los cristianos y a los musulmanes por los musulmanes". Pero la derrota parcial no la ha parado ni desanimado.
El 17 de diciembre pasado, después de los resultados se hicieron oficiales en el sindicato, entrevistado por el periódico egipcio Al Shorouk la "doctora revolucionaria" explicó que las prioridades y los objetivos para conseguir en el propio sector son: los salarios de los médicos, el budget del Ministerio del Salud y el desarrollo de los hospitales.
Asimismo ha explicado que "todo no se puede conseguir de la noche a la mañana, sino que son necesarios grandes esfuerzos, sobre todo la voluntad por parte de las instituciones de realizar reformas sanitarias"y que "el problema de la sanidad en Egipto está en la política sanitaria y en el modo en el que el Estado se responsabiliza de la salud del ciudadano egipcio".
Una de las prioridades sería según su criterio la de "dar a cada ciudadano egipcio una tarjeta sanitaria electrónica que facilite al médico conocer sus condiciones de salud".
Sus declaraciones al periódico árabe internacional Asharq al-Awsat justo después de su nombramiento confirmaban su voluntad de "ejercitar presión sobre el gobierno para que acelere el programa de desarrollo de los hospitales y la reorganización de la estructura sanitaria".