El Papa Francisco expresaba su cercanía ante el dolor que ha causado el paso del tifón Haiyán Yolanda por Filipinas, uno de los más grandes y violentos de la historia, que se estima ha causado más de diez mil víctimas e incontables daños materiales. El Papa reza por las víctimas, especialmente por aquellos que lloran la pérdida de sus seres queridos y por los que han perdido sus hogares.
Los misioneros españoles presentes en Filipinas, unos 123, expresan su dolor por la grave situación creada por el tifón. Los misioneros permanecen junto al pueblo, como lo hacen siempre ante las catástrofes, consolándolos, pero sobre todo, viviendo lo mismo que vive la gente en cada momento. El 15 de octubre fue el terremoto de magnitud 7,2 que afectó a Filipinas y, ahora, es el tifón.
La misionera Ana Mª Perea, hermana de Nuestra Señora de la Consolación, se encuentra en la zona centro de Filipinas, en la región de Cebú. Aunque han estado sin luz, no han sufrido esta vez las consecuencias más graves de Haiyán, pero asegura que quienes las han vivido “no despotrican contra Dios”, sino que en estos momentos “creen con más fuerza”.
Otra misionera que se encuentra en Manila, Lucía Retuerto, hermana de la Caridad de Santa Ana, manifiesta que las ayudas ya han comenzado a llegar y garantiza que las hechas a través de las Congregaciones religiosas llegan con seguridad a sus destinatarios.
El sacerdote Néstor Huenda, del Camino Neocatecumenal, que se encuentra en el norte del país, visitará en los próximos días la zona afectada para obtener información de primera mano, sobre el terreno, aunque sabe que en muchos sitios “No hay manera de entrar porque las calles están sembradas de cables, árboles caídos, etc.”.
Por su parte, Radio Vaticana se ha puesto en contacto telefónico con el padre Sebastiano D´Ambra, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) en Zamboanga: “La situación es muy grave. Se dice que millones de personas, de alguna manera, quedarán afectadas por este evento: miles y miles de personas buscan refugio. Hay muchos muertos y desaparecidos y se espera que sean muchos, muchos más, a medida que se conozcan los hechos.
»Existe un plan de emergencia puesto en marcha por el gobierno y se está coordinando la situación, pero a algunas zonas no se puede ir. ¡Todo ha sido destruido! Es realmente una situación muy alarmante.
¡Realmente esperamos que las organizaciones internacionales y locales sean capaces de hacer todo lo posible, porque hay necesidad de todo! Las Filipinas están pasando por un período de gran dolor”.
Bajo estas líneas, un ejemplo del trabajo de los misioneros y de Manos Unidas, en Filipinas (Pueblo de Dios, RTVE, 2009)