El Papa Francisco ha ordenado el envío de una primera ayuda de 150.000 dólares a Filipinas, a través del Pontificio Consejo Cor Unum, para ayudar a las víctimas del tifón Haiyán.
Así la Santa Sede da un primer ejemplo de premura animando a las comunidades católicas de todo el mundo a volcarse en una catástrofe humanitaria que muchos comparan ya con el terremoto de Haití de 2010 o el tsunami del Índico de 2004.
El supertifón, un huracán de categoría 5, con vientos de 195 millas por hora (235 km/h), golpeó Filipinas el 7 de noviembre y Vietnam el 9 de noviembre, dejando unos 10.000 cadáveres, más de 9 millones de afectados, de los cuales al menos 3 millones tienen escaso acceso al agua, alimentos o electricidad debido al desmantelamiento de las infraestructuras.
De la noche a la mañana, varios millones de personas se han convertido en refugiados.
Toda ayuda es poca en estas condiciones. Las agencias de caridad internacional católica han anunciado sus primeros envíos, de sus fondos de acción rápida, que llegarán a través de Cáritas Filipinas y también de estructuras como la CRS (la Cáritas de EEUU) que ya estaban trabajando sobre el terreno.
Cáritas Italia ha enviado ya 100.000 euros.
Cáritas España, 200.000 euros.
Secours Catholique (el equivalente a Cáritas en Francia) envía 200.000 euros
Cáritas Suiza anuncia un primer envío de 500.000 francos suizos (400.000 euros)
Cafod (el equivalente a Manos Unidas en Inglaterra, para la solidaridad católica internacional) envía 50.000 libras (casi 60.000 euros)
Cáritas Australia ofrece 100.000 dólares australianos (casi 70.000 euros)
Cáritas Nueva Zelanda entrega 100.000 dólares neozelandeses (61.000 euros)
Además, hay organismos católicos que prometen cantidades que llegarán más adelante, por lo general también a través de la red de Caritas Internationalis. Así, el arzobispado de Seúl ya ha comprometido 50.000 dólares, el de la diócesis de Stuttgart (Alemania) ofrece ya 100.000 euros, etc... La Conferencia Episcopal Italiana se ha comprometido a entregar 3 millones de euros para las primeras fases de la emergencia.
Cáritas España informa de que un equipo de expertos de Cáritas (de la red filipina y la internacional) ha llegado por barco a Leyte, una de las zonas más afectadas, y ha comenzado a evaluar los daños. Hay zonas inaccesibles, rurales y aisladas, donde se supone que el efecto ha sido catastrófico.
Cáritas Filipinas planea enviar equipos de evaluación de daños a varias diócesis: Palo (en Leyte), Borongan (en Samar Oriental), el Vicariato Apostólico de Calapan y San Jose Mindoro.
Agua potable, productos de higiene y saneamiento, alimentos, medicinas, refugio temporal son, según el Gobierno filipino, las prioridades inmediatas, junto a la retirada de escombros, las tareas logísticas y el restablecimiento de las comunicaciones.
El presidente de Cáritas Internationalis, cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, ha declarado que "nuestras plegarias están con el pueblo de Filipinas. Es un pueblo que ha sufrido muchos desastres naturales en el pasado, siempre con fe y gran resistencia. Pueden estar seguros de que las Cáritas de todo el mundo acudirán en su ayuda".
El Papa Francisco, por su parte, oró por las víctimas del tifón después del Ángelus del domingo en la Plaza de San Pedro. Tras proponer una oración en silencio, invitó a los fieles a rezar el Avemaría. Y animó a los presentes a ayudar a sus hermanos y hermanas en las Filipinas tanto con gestos concretos como a través de la oración.
Cáritas Filipinas ha activado un plan urgente de respuesta a la emergencia, para lo cual ha puesto en alerta a las 96 diócesis de todo el país.
Greg Auberry, director regional de la CRS, la Cáritas Estadounidense, presente en el país en el momento de la tormenta, ha informado desde el terreno que "el dolor causado por este nuevo desastre es devastador. Ahora mismo estamos enviando lonas a la ciudad de Cebú para poder proveer refugio temporal urgente a unas 8.000 familias".
Es una gota en un mar de necesidades: hay 4 millones y medio de desplazados. Además, el tifón ha golpeado algunas de las mismas zonas que ya fueron devastadas por el terremoto de 7,3 grados de magnitud registrado el mes pasado en Filipinas.
"Es la tormenta más fuerte y más grande que ha golpeado nunca el país. Ha afectado a una zona ya devastada por un terremoto. Estamos en una situación de máxima necesidad. Es una gran calamidad", ha señalado Edwin Gariguez. Asimismo, ha informado que los tendidos eléctricos, las líneas telefónicas y las antenas de telefonía móvil han quedado destruidos, lo que dificulta seriamente la comunicación con las áreas más golpeadas.
Desde la Archidiócesis de Jaro se señala que el 95 por ciento de las viviendas de los centros urbanos han quedado dañados por el tifón. En San José de Antique se estima que al menos el 60 por ciento de las casas han sufrido daños de consideración.
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