"Mártir" es una palabra griega que signfica "testigo". No hay duda de que los cristianos están siendo perseguidos y asesinados en muchas partes del mundo a un nivel nunca visto antes.
Pero ¿debe contarse cada asesinato como un martirio? ¿Se puede hablar siempre de caídos "a causa de su fe"?
En varias ocasiones, delegados de la Santa Sede en Naciones Unidas y organismos internacionales han hablado de que "cien mil cristianos" han sido asesinados a causa de su fe en el año 2012. Al parecer, se remiten a cálculos del Center for the Study of Global Christianity (CSGC).
En cambio, un observatorio protestante que estudia la persecución a cristianos en el mundo, Open Doors, presenta una lista (World Watch List) de 1.200 cristianos asesinados por su fe en el año 2012.
¿A qué se debe esta divergencia?
Un artículo publicado en Christianity Today señala que parte de la diferencia procede de diferentes conceptos de lo que se estudia.
La definición "estándar" de mártir, según los investigadores protestantes David Barrett y Todd Johnson, es: "Creyentes en Cristo que han perdido su vida prematuramente, dando testimonio, por persecución humana".
En este "dando testimonio" podría estar la clave de la divergencia de cómputos.
Todd Johnson, director del CSGC, que establece unas cien mil víctimas al año, especifica que cuenta como mártires a aquellos que son:
- matados por sus creencias o su etnia (considerada "cristiana" por sus asesinos),
- o asesinados mientras rezan en la iglesia
- o asesinados porque son hijos de cristianos.
En este sentido es preciso recordar que en muchos países las etnias se asocian casi instintivamente a una particular religión. Para Johnson, la cifra de 100.000 asesinados es una constante anual a lo largo de la última década.
"A finales de siglo XX y principios del XXI, era sobre todo en Ruanda y en Sudán del Sur. Hoy los puntos calientes incluyen a Indonesia, China o Nigeria". Por no hablar de Siria, o Egipto.
Por otro lado, Nip Ripken, un investigador de un órgano misionero baptista, la Southern Baptist Convention´s International Mission Board, viajó a Sudán del Sur y encontró que muchas personas asesinadas pertenecían a familias de tradición cristiana, pero no constaba que en las circunstancias de su muerte hubieran dado testimonio abierto de su fe. "Esos no deberían ser computados como mártires", aduce Ripken.
Ripken asegura que cuando preguntaba en sectores cristianos de Sudán del Sur cómo daban testimonio de Cristo a los musulmanes, cómo les acercaban a la fe cristiana, le contestaban: "¿Acercar a un musulmán hacia Cristo? ¿Por qué tendríamos que hacer tal cosa?"
Ripken pone también el ejemplo de los miles y miles de cristianos huidos de Irak. "No era persecución por compartir la fe con sus vecinos, sino violencia sectaria", argumenta. ("Sectario", en inglés, se refiere aquí a "entre facciones" o "entre grupos").
Frans Veerman, director de Open Doors, coincide con Ripken y advierte: "El número de 100.000 mártires es una gran exageración, aunque sea bienintencionada".
Sin embargo, admite que, por el contrario, la cifra de 1.200 -que documenta su observatorio- se queda corta.
Veerman constata que existe una "zona gris gigantesca" en este tema.
"Muchos no son mártires en sentido estricto, pero cuando sus muertes son estudiadas a fondo, podemos decir que lo son".
Pone varios ejemplos: ¿qué pasa cuando los cristianos son relegados a las zonas insalubres, se les niega el acceso a agua potable, se les niega la atención médica, etc... como sucede en algunas zonas del mundo? O se les impide acceder a ciertos oficios y se les limita a ejercer sólo oficios que minan su salud prematuramente. Son situaciones que Open Doors documenta en amplias regiones.
Esas muertes, ligadas a la discriminación y el hostigamiento, ¿son martirio?
Open Doors está mejorando sus métodos de recuento de mártires para el año que viene. Jonhnson señala que las parroquias y comunidades cristianas deben estar "atentas y orantes" ante la situación de estos hermanos y que no se debe olvidar a los mártires anónimos.
Por su parte, Ripken considera que las cifras hinchadas dificultan que se conozcan bien las verdaderas historias de martirio.
Los números a veces no dejan ver las historias, y un martirio es "testimonio" cuando se conoce, se narra y se medita, no cuando se suma como una cifra más. Pero los números son necesarios para enmarcar las realidades.
"La verdad importa", remata Ann Buwalda, directora de la asociación misionera protestante Jubilee: "La verdad cambia la política".