Marichu y Ding Camales-Torrijos son un matrimonio católica que forma parte de los más de 3.700 pasajeros del crucero Diamond Princess que está en estos momentos en cuarentena frente a las costas de Japón debido a los casos de coronavirus que se han detectado ya a bordo.
En estos momentos, son ya 454 los casos de personas infectadas en este crucero, lo que ha desatado todas las alarmas. Este matrimonio católico que vive su fe en la parroquia de San Mateo en Surrey (Canadá) debe ir en todo momento con mascarilla y estar en todo momento en su camarote. Tan sólo una hora al día pueden caminar al aire libre.
Dando gracias a Dios
Este matrimonio ha relatado cómo la fe les está ayudando a sobrellevar esta difícil situación en el que están encerrados en un crucero mientras aumentan los contagios. Además, se han convertido en el apoyo espiritual para muchos otros pasajeros.
"Comenzamos el día con una oración agradeciendo a Dios que no tenemos síntomas", dijo Marichu a The BC Catholic y recoge Catholic News . La pareja disfrutaba de un crucero por el sudeste asiático durante 26 días. Fue un regalo para Ding antes de cumplir 65 años.
Hicieron paradas en Vietnam, Taiwán, China y Hong Kong cuando el último día del viaje se descubrió a bordo un caso del coronavirus. El barco fue puesto en cuarentena, atracado en Tokio y anclado durante estas semanas.
Una misión en el crucero
"Vivimos el día a día con calma", dijo Marichu. Deben usar máscaras cuando se entregan sus comidas y durante una hora al día se les permite caminar afuera. El resto del tiempo se quedan dentro, rezan, envían mensajes a otros pasajeros a través de grupos de chat en línea y tratan de mantenerse positivos.
Marichu no tiene conocimiento de ningún sacerdote católico a bordo del barco, pero como lector, ministro extraordinario de la Sagrada Comunión y miembro de Parejas para Cristo en San Mateo, está tratando de hacer una especie de pastoral al resto del pasaje llevándoles el mensaje de esperanza de Cristo en esta situación tan complicada.
Cuando un pasajero anciano fue sacado del barco y enviado al hospital para recibir tratamiento, Marichu llamó a la esposa, quien permanecía a bordo. A través de mensajes Marichu intenta darla consuelo y aliento. "Sin fe, no creo que durara", afirmaba Marichu.
Mientras tanto, el arzobispo de Vancouver J. Michael Miller, del que dependen estos dos feligreses, ha pedido oraciones por aquellos que sufren el virus. "Mientras los funcionarios políticos y de salud chinos luchan por contener el virus, recen para que vean en la respuesta de la comunidad global una solidaridad arraigada en la caridad cristiana. Que Dios les otorgue sabiduría y sanación mientras los países del mundo trabajan para prevenir una epidemia global”, dijo el prelado.