Llegaron a República Centroafricana desde distintos países: bandas islamistas forjadas en la guerra de Darfur, en la de Sudán del Sur, en otros conflictos... Seis de estas bandas, de distintas etnias y lenguas, se unieron, compartiendo un objetivo: tomar el poder en República Centroafricana e islamizar un país donde apenas hay un 15% de musulmanes que no eran conflictivos. Así nació Seleka (palabra de la lengua songo que significa "alianza"), la fuerza militar islámica que controla hoy este país que es cristiano al 70%.
Su objetivo es la introducción de la sharia y la creación de una República Islámica en toda la región. Esto se desprende de los documentos internos con los que uno de sus líderes pide ayuda a la Organización de países islámicos, según han señalado fuentes de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Para Seleka, todo vale, porque sus víctimas son extranjeras e infieles. Sus técnicas son las que usó el islam militar en toda su historia: niños y adolescentes son reclutados como soldados para el ejército y para las milicias; muchachas jóvenes y mujeres son violadas; algunas se suicidan.
No se ha prohibido directamente la religión cristiana: eso no se hace con leyes. Se hace sobre el terreno.
En plena Santa Misa, un grupo de bandoleros de Seleka entró en la catedral de Notre Dame, en Bangui, la capital, tiroteando el techo y confiscando las llaves de todos los automóviles y motos.
No sólo confiscan vehículos para su "esfuerzo de guerra". El esfuerzo ya pasó. Tampoco es mero pillaje. Más bien se trata de dejar a la población incomunicada, aislada, sin capacidad de moverse: es acoso a todos los dhimmi (los no musulmanes bajo "protección" del poder islámico) para que se sometan y comprendan que o se unen al nuevo poder (y su religión) o ya no son nada. También se impide la comunicación confiscando ordenadores y teléfonos.
Sacerdotes, religiosos y también religiosas sufren asaltos y robos; se retiene a obispos, las misiones son saqueadas.
El miedo está continuamente presente y la gente no se atreve a llevar a cabo las actividades normales, para construir, para recomenzar. A veces quien saquea no son grupos de Seleka, sino merodeadores y bandas de delincuentes comunes, que aprovechan el caos y la impunidad.
República Centroafricana comparte con Haití, Chad, Somalia, Sudán y Bangladesh el título de "país más pobre del mundo". Los saqueos y violencias no ayudarán a su desarrollo.
El Obispo de Kaga Bandoro, Albert Vanbuel, escribe: "Todo está destruido. No hay autoridades; los archivos han sido saqueados; las organizaciones caritativas se han marchado. La escuela no puede volver a empezar; los centros de salud están vacíos; la gente no trabaja los campos. ¿Quién nos podrá ayudar? ¿Cómo será el futuro de nuestro pobre país?".
Con sus nueve diócesis, la Iglesia en Centroáfrica parece mutilada, tras las razzias y los actos de terror de los últimos meses. El tercer domingo después de Pascua, la Misa estaba dedicada a la paz en la República Centroafricana y el Arzobispo Dieudonné Nzapalainga lo expuso claramente en su homilía, cuando denunció primero «la clara intención» de aquellos «que quieren dañar la práctica religiosa de la fe cristiana e impedir la obra de la evangelización», para hacer después un llamamiento a los fieles a amar este país, a sus pobres, enfermos y débiles, a sus funcionarios y estructuras que se trata de mejorar, y también a sus muertos, «que ya solo exigen que se les entierre dignamente».
«Cristo no deja abandonado a su pueblo en Centroáfrica» dijo el Arzobispo, quien exhortó a los fieles a «dar testimonio auténtico como los apóstoles —también en situaciones trágicas— de Cristo, que venció el miedo, el odio, la violencia y la muerte. Y Señor de la confianza, del amor, de la paz y de la vida».
Mientras los islamistas saquean, la Iglesia predica la paz y el perdón. Con la solidaridad y el apoyo entre hermanos, esperan sobrevivir a la opresión.
El pasado enero, Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) hizo llegar, por vías y canales seguros, una ayuda de emergencia a la diócesis de Kanga Bandoro. Ante la extrema situación de necesidad, se amplía ahora la ayuda: AIN se pone a disposición de otras cuatro diócesis una ayuda inmediata por un total de 160.000 euros. En reconstruir las iglesias y casas, o también en conseguir nuevos vehículos para reponer los que han robado los rebeldes, no se puede ni pensar; se trata sencillamente de sobrevivir.
¿Qué pueden hacer los cristianos de países de Occidente como España, por sus hermanos, ese 70% de centroafricanos bajo la tiranía de unos bandoleros islamistas?
Hoy por hoy, además de pedir la implicación de los gobiernos occidentales, lo más eficaz es apoyar económicamente a través de Ayuda a la Iglesia Necesitada o, en España, de la Fundación Bangassou, que desde hace muchos años ayuda al obispo español de Bangassou, el misionero comboniano Juan José Aguirre.
-Fundación Bangassou (vea fotos de destrozos causados y crónicas del obispo Juan José): www.fundacionbangassou.com
-Ayuda a la Iglesia Necesitada (www.ain-es.org)
- Campaña urgente para 4 diócesis de República Centroafricana