Con el inicio del Mes Misionero Extraordinario que ha dado comienzo este martes 1 de octubre desde Roma se conocerán las experiencias de misioneros repartidos por todo el mundo. Uno de los que hablará será el padre Gabriel Amal Costa, el primer misionero salido de la Iglesia en Bangladés, un país de abrumadora mayoría musulmana en la que los católicos apenas representan un 0,3% de la población.
Según relata Obras Misionales Pontificias, Gabriel Amal nació en Narayangoni, Bangladesh, el 1 de enero de 1961. Fue el primer bangladesí en ingresar en el Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, del que se convirtió en miembro en 1996. Sacerdote desde 1997, de 1998 a 2003 trabajó en Costa de Marfil; después fue vicerrector en el centro de formación del instituto en Monza, Italia, y, desde 2006, es su rector.
Una vocación misionera surgida en un país musulmán
“Mi familia es católica desde hace varias generaciones. Están mis padres, cinco hermanos conmigo y dos hermanas. Mi padre trabajaba la tierra y mi madre ama de casa, eran personas sencillas, pero de gran fe y estaban muy comprometidos con la parroquia. Me han transmitido la fe en Dios; mi madre me enseñó a rezar”, cuenta el padre Gabriel.
Además, este religioso señala que “de niños, en casa solíamos recitar juntos el santo rosario todas las noches antes de la cena. Papá y mamá a menudo nos contaban muchos episodios de la Biblia como cuentos, y también nos hablaban de la vida de muchos santos. A los 4-5 años me sabía todas las oraciones y conocía muchos episodios de la Biblia. Mis hermanos mayores también eran para mí ejemplos de vida cristiana. Hasta la madurez estudié en escuelas católicas. Por eso tuve una excelente educación cristiana. A pesar de ser un campesino, mi padre nos hizo estudiar hasta la universidad; de hecho, en 1986, me gradué en Economía y luego trabajé durante unos años. Mis padres y mi párroco me han ayudado mucho a entender bien la llamada del Señor a la vida sacerdotal misionera”.
Sobre su vocación misionera, el padre Gabriel Amal Costa explica que “la Iglesia local también sabe cómo donar a sus hijos a la Iglesia Universal. Fui el primer sacerdote de Bangladés en partir del país como misionero. En la formación, he visto que la mayoría de nuestros seminaristas provienen de países de misión: a pesar de que en sus países hay necesidades, deciden convertirse en misioneros en otros países. La Iglesia de Misión se convierte en Iglesia Misionera. Los años que viví en la misión fueron realmente hermosos. Traté de transmitir este celo misionero. Cuando el obispo me preguntó por qué quería irme, le respondí: todavía necesitamos muchos misioneros, pero también la Iglesia de Bangladesh ha alcanzado la madurez y, por eso, quiero irme. El obispo respondió: “Si lo crees así, no tengo objeción alguna”.