"Perdón por la espera, estaba al teléfono con un muy buen amigo mío, un musulmán de etnia fulani: me llama casi todos los días para saber cómo estoy".
Si hay alguien que nunca ha escatimado esfuerzos en el imperturbable intento de reconciliar Nigeria y no ceder a la lógica del enfrentamiento religioso, ese es monseñor Ignatius Kaigama. El actual arzobispo de Abuja, durante los diecinueve años que pasó al frente de la diócesis de Jos (2000-2019), trabajó incansablemente para fomentar el entendimiento mutuo entre cristianos y musulmanes. Fue presidente del Comité de Paz Interconfesional del Estado Federal de Plateau y, junto con el difunto emir de Wase, Alhaji Haruna Abdullahi, viajó a lo largo y ancho del país para sanar divisiones.
La residencia de monseñor Kaigama se encuentra junto a la catedral provisional de la ciudad, Nuestra Señora Reina de Nigeria, que pronto será sustituida por la que se está construyendo, dedicada a San Juan Pablo II, en las afueras de la capital. Las celebraciones de Semana Santa no le dejan un momento de tranquilidad al arzobispo, pero acoge de manera impecable las preguntas de Leone Grotti para el número especial de Tempi sobre la "Nigeria crucificada": "Me alegra que alguien venga aquí a ver por sí mismo lo que está pasando y a preguntarnos a los nigerianos cómo están realmente las cosas".
-Excelencia, en los últimos años el fenómeno de la violencia se ha vuelto incontrolable en Nigeria. Los ataques ya ni siquiera perdonan al sur del país. ¿Cuáles son las causas de esta barbarie?
-Las razones son muchas. Nigeria tiene cientos de grupos étnicos, cada uno dividido en muchos clanes. La multiplicidad de identidades étnicas es una bendición, pero también un problema. Basta una pequeña mecha para encender el fuego de la violencia. El gobierno debería garantizar la seguridad de la población, pero debido a la corrupción esto no sucede. Y cuando hay tantos jóvenes dinámicos y enérgicos, a los que se niega el derecho a la educación y al trabajo, es fácil que acaben recurriendo a la violencia. Si el ambiente social y la situación económica de la población mejoraran, las crisis disminuirían.
-En Nigeria, la religión es omnipresente. Pero a menudo este hecho parece ser más un problema que un factor de reconciliación.
-En Nigeria, la religión está en todas partes y los nigerianos se sienten orgullosos de identificarse con ella. Por desgracia, los conflictos surgen porque tanto cristianos como musulmanes tienden a controlar un territorio y evangelizar al prójimo. Por desgracia, a veces la gente exagera su identidad, es hipersensible e incluso un pequeño problema basta para desencadenar una crisis. Se asesina a gente por nada y se destruyen propiedades con enorme facilidad. Las autoridades deberían ser proactivas a fin de prevenir los problemas; en cambio, solo intervienen para gestionar las consecuencias creando algunas comisiones. Pero eso no basta.
El arzobispo de Abuja, Ignatius Kaigama, durante una ordenación sacerdotal en agosto de 2022.
-¿Podrían las dudas sobre la regularidad de las últimas elecciones agravar el problema?
-Gracias a Dios, hasta ahora los protagonistas políticos no han avivado las llamas del descontento, sino que han recurrido al Tribunal Supremo para dirimir las cuestiones. Esto no era algo que podía darse por descontado, porque en el pasado ha habido enfrentamientos tras la votación. Este año no, aunque mucha gente se siente decepcionada y enfadada. Siempre hemos tenido problemas con las elecciones, pero esta vez nos juraron que sería diferente, que el proceso sería transparente gracias al voto electrónico. En cambio, en muchas zonas del país, los resultados de las votaciones se han publicado muy tarde, lo que ha alimentado las sospechas de la gente.
-A pesar de las persecuciones, la fe de los nigerianos es fuerte y las vocaciones numerosas. ¿Cómo lo explica?
-En algunas zonas del país, el cristianismo llegó hace apenas cien años. Estamos en la primavera de la fe, mientras que Europa, que la ha custodiado desde los tiempos de San Pablo, experimenta un cierto hastío. Si la fe es fuerte a pesar del sufrimiento que se nos inflige, es porque el cristianismo se fundamenta en la cruz. No todo es un paseo de rosas, no todo es oro, el cristianismo cuesta y exige algo a quienes lo abrazan. En Nigeria se ha derramado mucha sangre: abrazar el cristianismo puede tener consecuencias muy negativas, pero sabemos que la victoria y la salvación nos esperan al final del camino. San Pablo nos dijo que nada nos separaría del amor de Dios, ni la persecución ni las dificultades. Hoy en Nigeria hay problemas, atentados, asesinatos, discriminación, pero ¿por qué todo esto debería detenernos? Solo nos da más energía para seguir adelante. Jesús también sufrió lo que nosotros sufrimos ahora, pero no se detuvo.
-Ha hablado del hastío de Europa: ¿por qué cree que la fe está en declive en Occidente?
-Creo que se trata de un ciclo. Hubo un periodo de la historia en el que los europeos morían por el cristianismo. Vosotros sufristeis como sufrimos nosotros ahora: tuvisteis catacumbas y mártires, y sin embargo no abandonasteis la fe. Ahora somos nosotros los que sufrimos terribles ataques, y sin embargo los cristianos nigerianos no tienen miedo y llenan las iglesias. Cuanto más nos persiguen, más hambre y necesidad de Dios tenemos.
-¿Puede la Iglesia católica nigeriana enseñar algo a la Iglesia católica occidental?
-Quizá podamos recordarle que el núcleo de nuestra fe es la cruz. El Señor nos dijo desde el principio que no sería fácil y que tendríamos que sufrir como Él. Los cristianos no pueden dejar de lado la cruz, deben llevarla a cuestas cada día. Me temo que en Occidente los cristianos se han vuelto alérgicos a la cruz, ya no quieren oír hablar de ella, quieren sustituirla por la comodidad y el consumismo. Aquí nadie cree que pueda celebrar la Navidad sin hablar de Cristo. Pues bien, quizá podamos enseñar que la cruz no es un detalle y que es posible experimentar la alegría incluso en el sufrimiento, compartiéndolo con la comunidad. La vida en Occidente se ha vuelto demasiado individualista, mientras que la dimensión comunitaria es fundamental en el cristianismo. Sois muy ricos y quizás habéis olvidado que los valores también son importantes en la vida. Si os dierais cuenta, nos miraríais de otra manera.
La alegría de los católicos nigerianos tras la ordenación sacerdotal de 2022 en la diócesis de Abuja.
-¿A qué se refiere?
-En Nigeria tenemos muchos problemas, pero no solo hay dolor y miseria. La dignidad de la vida sigue siendo importante para nosotros; intentamos no abandonar a nadie. Nunca podríamos concebir la eutanasia, por ejemplo. Pero Europa, en lugar de respetarnos, intenta imponernos un estilo de vida y una ética que no compartimos.
-¿Se refiere a la "colonización ideológica" tantas veces denunciada por el Papa Francisco?
-Exacto. Los organismos internacionales vienen aquí y exigen que las parejas no tengan más de dos hijos. También prometen ricas prebendas a nuestros políticos para que aprueben leyes que legalicen el aborto o los matrimonios entre personas del mismo sexo. Pero para nosotros el aborto sigue siendo un asesinato y el matrimonio es solo entre un hombre y una mujer. Estamos orgullosos de nuestra cultura y nuestras tradiciones. No todo lo que Occidente considera bueno y correcto es bueno y correcto para nosotros. Desde este punto de vista, Occidente nunca ha dejado de intentar colonizar África.
-Según dos estudios recientes, siete de cada diez nigerianos abandonarían el país si pudieran y el 45% de la población adulta planea emigrar en los próximos cinco años. Con motivo de la 109ª Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, el Papa afirmó que "el derecho a permanecer en la propia tierra es anterior, más profundo y más amplio que el derecho a emigrar". ¿Qué opina al respecto?
-La emigración es un gran problema para Nigeria. Nuestros jóvenes pierden la esperanza porque cuando acaban la universidad no encuentran trabajo y entonces buscan otras vías, legales o ilegales, para realizarse. A menudo, para salir del país están dispuestos a todo, incluso se aventuran a cruzar el desierto y luego el mar Mediterráneo para hacer realidad su sueño de una vida con sentido. Si nuestra riqueza no estuviera tan desigualmente repartida, si hubiera justicia social y seguridad, no se marcharían.
-La Unión Europea ¿debería acoger a más inmigrantes?
-No se trata de eso, porque los nigerianos nunca se sentirán cómodos en Europa. ¿Cuántas chicas acaban en la prostitución? ¿Cuántos jóvenes son absorbidos por la droga y la delincuencia? En Europa, como mucho, pueden sobrevivir; pero su hogar está aquí. Hay que permitir que la gente se quede y pase aquí una vida digna y feliz. Pero para que eso sea posible, el gobierno debe resolver los problemas que nos aquejan.
-¿Cómo puede contribuir la comunidad internacional?
-Organismos como la ONU y la UE deben ayudar a los nigerianos a quedarse aquí, pero deben hacerlo con responsabilidad. Bruselas da muchos millones al gobierno nigeriano para construir escuelas y crear empleo. Pero, ¿a dónde va ese dinero? ¿Cuánto beneficia realmente a la población? ¿Cuánto se pierde, en cambio, en los bolsillos de los poderosos o se dispersa en las miles de manos de la burocracia? No basta con dar el dinero al gobierno y sentirse bien, también hay que controlar y verificar dónde va a parar. Europa debe exigir ver los resultados.
-¿Qué puede hacer en cambio la Iglesia católica para pacificar a la sociedad nigeriana?
-Promover la paz y la coexistencia entre las distintas religiones es un trabajo diario. Para mí es un imperativo, porque a menudo la ignorancia fomenta el odio. Sé que el diálogo interreligioso despierta recelos y está lleno de pesimistas que lo consideran imposible. Pero no estoy de acuerdo. No se trata solo de discutir, sino de hacerse amigos. Si hay una sola persona que cree en él, quiero entablar con ella un diálogo de vida: comer juntos, viajar juntos, ayudar juntos a los pobres, como hago con mis amigos musulmanes cada Navidad. A veces uno se desanima, recibe insultos y puertas cerradas. Pero siempre hay que seguir adelante y hacerlo lo mejor posible.
Traducción de Helena Faccia Serrano.