Tras 17 meses de guerra, sigue habiendo espacio para nuevas sorpresas y nuevos horrores en Ucrania. La última ha sido una inundación, no causada por la naturaleza ciega, sino por la mano del hombre, por la destrucción deliberada de la presa de Nova Kajovka sobre el río Dniéper.
Han quedado inundados 600 km cuadrados, un tercio en el lado controlado por Kiev, dos tercios en el lado bajo control ruso. Unos 4.500 vecinos han tenido que ser evacuados, y la inundación causó al menos 5 víctimas mortales. El agua hace explotar algunas minas enterradas por militares, pero en otros casos las desplaza y las traslada a zonas al azar, sembrando más muerte.
"Es un pecado contra Dios Creador", denuncia Shevchuk
Sobre este nuevo desastre se ha pronunciado Sviatoslav Shevchuk, el arzobispo mayor de los católicos de rito griego de Ucrania, que son la mayor de todas las iglesias católicas orientales, con unos 5 o 6 millones de fieles, a la que pertenece 1 de cada 10 ucranianos. "Rusia continúa su agresión genocida contra Ucrania. La destrucción de la central hidroeléctrica de Kajovka es otro crimen de guerra, un terrible desastre ambiental y provocado por el hombre y un pecado contra Dios Creador, quien llamó al hombre a cuidar, no a destruir, el mundo que Él creó", ha denunciado Shevchuk, quien además señala que la bajada del nivel de agua en el embalse "es una amenaza para la central nuclear de Zaporiyia temporalmente ocupada".
"Agradecemos a las personas de buena voluntad de todo el mundo que están ayudando a salvar vidas en Ucrania en estos momentos. Al mismo tiempo, hacemos un llamado a la comunidad internacional para que condene estas acciones terroristas del agresor ruso y responda adecuadamente a ellas", reclamó el arzobispo grecocatólico.
El rector de San Vladimir: "Ya ni reaccionamos a las explosiones"
Cerca de la zona inundada habla el sacerdote y religioso basiliano Ignatius Moskalyuk, rector del monasterio de San Vladimir el Grande en Jersón. Él y otro hermano han permanecido en el monasterio durante toda la guerra, incluso en los meses de ocupación rusa. El monasterio está sobre una colina y no se inundará, pero probablemente ofrezca sus instalaciones si son de ayuda para desplazados o almacenes. Detalla que los desplazados y equipos de rescate intentan no juntar a muchas personas en un mismo sitio "porque es peligroso: las tropas rusas pueden atacar a los civiles".
El padre Moskalyuk cree que pronto escaseará el agua y la electricidad en las zonas afectadas. También le apena la destrucción del zoo de Kajovka y otros daños medioambientales.
Tras más de un año de guerra y explosiones, detalla: "La psicología humana es tal que la gente tiende a adaptarse incluso a esas explosiones. La gente que vive aquí, gente como yo, ya ni siquiera reacciona a estos tiros. Hay una amenaza constante para la vida y la gente aquí no sabe si vivirá para ver la mañana. Psicológicamente, esto es deprimente. Pero al mismo tiempo, nos ayuda a confiar más en Dios y a dejarlo todo en manos de la misericordia de Dios", declara en Radio Vaticano.
Bombardeos en el Día del Niño: la guerra contra los pequeños
En Ucrania y en Rusia el Día del Niño se celebra el 1 de junio. Eso no paró los bombardeos ni las víctimas infantiles.
En el Día del Niño, en Ivano Frankivsk, lejos del frente, niños grecocatólicos rezan por los niños heridos y fallecidos en la guerra.
Con datos de Naciones Unidas, esta guerra ha causado la muerte de al menos 525 niños (276 niños, 219 niñas y 30 niños de sexo aún desconocido) y que fueran heridos al menos 1.047 niños. Las víctimas infantiles se reparten por 290 poblaciones. Casi 9 de cada 10 son víctimas de explosiones (artillería y bombardeos). Además, Naciones Unidas ha contabilizado unos 9.000 civiles muertos y más de 15.000 civiles heridos, advirtiendo que la cifra real es probablemente mucho mayor. En cuanto a las víctimas militares, no hay cifras oficiales, pero los expertos consideran que cada bando probablemente cuenta ya con 50.000 muertos y unos 120.000 o 150.000 heridos. Es, sin duda, la peor guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Sobre el Día del Niño se pronunció el arzobispo Shevchuk, recordando que en la víspera de esa fiesta "hemos visto imágenes espantosas: a plena luz del día el 29 de mayo, los niños de las escuelas tuvieron que huir de las bombas y misiles rusos” y que varios niños murieron por las bombas en el mismo 1 de junio.
También denunció que "Rusia ha secuestrado a más de 19.000 niños de Ucrania, los rusos cambian las fechas de nacimiento y los apellidos de los niños secuestrados para que sus padres no puedan encontrarlos".
La Iglesia Católica, a través de sus parroquias y con el apoyo de sus dos Cáritas, la de rito latino y la de rito griego, se está volcando en apoyar a los niños y tratar de alejarlos del peligro y de sanar sus heridas, físicas y espirituales.
Así, el sábado 3 de junio Shevchuk, acompañado de Tetiana Stavnycha, presidenta de Caritas Ucrania, bendecía e inauguraba un nuevo centro social para niños de Cáritas en el distrito Holosiivskyi de Kiev. "Este centro social será, ante todo, un hogar para nuestros niños, un espacio para su rehabilitación especial, el cuidado de esos niños y la pastoral social de la Iglesia para quienes más lo necesitan", proclamó Shevchuk.
En el vídeo, la inauguración y bendición del centro de Cáritas para niños en Kiev:
El cardenal Zuppi explora vías de paz
El 5 y 6 de junio visitó Ucrania el cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, presidente de los obispos italianos y hombre de confianza del Papa Francisco. Zuppi participó en 1992 en los procesos de paz de Mozambique, con negociadores de la Comunidad de San Egidio, en unas negociaciones que duraron 27 meses. Apenas unas semanas antes del viaje de Zuppi, el mismo Zelenski había visitado al Papa en Roma.
En Ucrania, Zuppi visitó Bucha, escenario de matanzas contra civiles que ya visitó hace unos meses el cardenal Krajewski, limosnero pontificio. Zuppi habló también con Dmytro Lubinets, un activista de derechos humanos, sobre la cuestión de los niños ucranianos llevados a Rusia y los intercambios de prisioneros. También se entrevistó con delegados del Consejo de Iglesias y otras organizaciones religiosas en el país. En Kiev se reunió con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, y su gabinete.
Después, Zuppi volvió a Roma para informar al Papa de posibles "pasos a seguir". Según un comunicado vaticano, "el objetivo principal de esta iniciativa es escuchar en profundidad a las autoridades ucranianas sobre las posibles vías para alcanzar una justa paz y apoyar gestos de humanidad que contribuyan a aliviar las tensiones".
El objetivo de la "justa paz" aún parece lejos de alcanzarse, pero el Vaticano ya lleva tiempo logrando éxitos en la negociación por intercambios de prisioneros y de heridos, y se espera que ayude a la repatriación de niños ucranianos actualmente en Rusia.
El mismo Zuppi declaró el martes que "la Iglesia hará de todo por salvar a los niños", al tiempo que consideró "inaceptable" que los menores "hayan sido golpeados por la violencia de esta guerra".
Zelenski difundió fotos de su encuentro con el cardenal, pero en unas declaraciones citadas por AFP aseguró que en este momento "un alto el fuego y la congelación del conflicto no conducirán a la instauración de la paz". El "plan de paz ucraniano", decía la nota, requiere recuperar todos los territorios ocupados.
"Sólo los esfuerzos conjuntos, el aislamiento diplomático y la presión sobre Rusia pueden influir en el agresor y llevar una paz justa al suelo ucraniano", insistía la nota de Zelenski. Y sobre el papel de la diplomacia vaticana destacaba que "puede contribuir eficazmente a la liberación de los presos ucranianos, al retorno de los niños deportados y al restablecimiento de la justicia".
Zelenski recibió al cardenal Zuppi en Kiev; los ucranianos confían en la diplomacia vaticana para los intercambios de prisioneros y heridos, pero su plan de paz pasa por recuperar los territorios ocupados.
La situación vista desde la Iglesia en Moscú
¿Podrá Zuppi ahora ir a Moscú como ha ido a Kiev? A finales de mayo, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, aseguraba que según el Ministerio de Exteriores ruso Moscú valoraba "positivamente" la iniciativa de paz del Papa y veía "voluntad por parte de Moscú también de recibir al enviado del Papa".
Para saber algo de la situación en Moscú, la prensa italiana acude al arzobispo católico de Moscú, el italiano Paolo Pezzi, quien concedió una entrevista al Corriere della Sera. Pezzi había visto "declaraciones muy negativas" tanto en Rusia como en Ucrania respecto al esfuerzo mediador del Papa. "En una situación tan estancada, el hecho de que el enviado del Papa fuera a Ucrania y recibiera el consentimiento del Kremlin para venir a Moscú, aunque no sé cuándo, es una señal que no debe subestimarse", comenta, buscando generar esperanza.
Pezzi comenta que en Moscú la gente de a pie veía la guerra como algo lejano, hasta que en otoño llegó una movilización y empezó "un clima de preocupación, sospecha, desconfianza". "He visto familias jóvenes en las que el marido estaba entre los que podían recibir la postal, otras que ya tienen a alguien al frente mientras que las noticias no siempre son muy claras", advierte.
Sobre la diplomacia papal por la paz, Pezzi recuerda que "la inteligencia diplomática también es visible: cuando un camino parece cerrarse, otro está listo. Y creo que es una buena forma de no preocuparse por llegar ya a una solución muy difícil y, en cambio, concentrarse en escuchar. Que una propuesta pueda ser escuchada también por Moscú me parece muy importante".
Más aún, comenta Pezzi: "Que yo sepa, la mediación de la Santa Sede es la única que ha obtenido canjes de presos. Los intentos de ambos lados por sí solos no han llevado a mucho, ni sé que otros, estadounidenses, europeos o chinos, hayan tomado iniciativas similares. A nivel humanitario yo diría que la Santa Sede es la única que está haciendo algo", dice, refiriéndose a las mediaciones entre ambas partes.
[Un par de días después de la entrevista, el 8 de junio, el noticiero ucraniano RCB.ua informó de que el Patriarcado ortodoxo de Moscú, en colaboración con la Orden de Malta -una asociación católica- y el Gobierno de Hungría estaba ultimando la entrega de 11 prisioneros ucranianos de etnia húngara a Budapest. Hay una minoría húngara de más de 100.000 personas en la región de Transcarpatia, de las que unas 400 participan en las fuerzas armadas. Parece un esfuerzo del Patriarcado por obtener visibilidad como actor humanitario. El responsable de Moscú en Hungría, el metropolita Hilarión, fue durante muchos años encargado de las relaciones internacionales del Patriarcado].
Sobre el tema concreto de los niños ucranianos en Rusia, el arzobispo Pezzi dice que sabe "poco o nada". Y sobre las relaciones entre el Papa y el Patriarca Kirill, dice que no tiene la impresión de que haya "un enfriamiento entre las dos iglesias". "Fui a ver al Patriarca en Semana Santa y no me dio la impresión de que hubiera señales de malentendidos", dice.
Los intentos frustrados del Nuncio Kubolkas en Ucrania
Visvaldas Kubolkas, el Nuncio de la Santa Sede en Ucrania, lleva ya 16 meses de guerra intentando muchas cosas con poco éxito. Ha vivido los bombardeos, las noches sin dormir, el dolor de los conocidos dañados... Enumeraba sus frustraciones hace pocos días en una jornada organizada por en Movimiento Europeo para la Acción No Violenta.
Por ejemplo, hace meses que hay sacerdotes católicos prisioneros de las tropas rusas (los curas grecocatólicos de Berdiansk) y el Nuncio no ha conseguido nunca hablar con ellos pese a intentarlo con denuedo. De hecho, en los territorios ucranianos ocupados por los rusos, no queda ni un cura católico: se les expulsa.
Los padres Levytsky y Heleta, los dos sacerdotes grecocatólicos de Berdiansk detenidos e incomunicados por los rusos desde noviembre de 2022.
"No logré dar agua y comida a los ciudadanos sitiados de Mariúpol, reducidos a saciar su sed con el agua de los radiadores. No pude salvar a los niños, desaparecidos al otro lado de la frontera, aunque les protegía la ayuda humanitaria", sigue enumerando el Nuncio, admitiendo su cansancio. Él pide a los cristianos rezar para que Dios logre "lo imposible". Mientras tanto, en Ucrania intenta apoyar a los capellanes militares y mantenerlos en contacto con la gente corriente y los civiles.
Cáritas Española, con las familias amenazadas por la trata
Cáritas Española está presente en Ucrania desde 2010. Desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, ha destinado 5 millones de euros a proyectos en Ucrania. Ahora, los donativos desde España buscan evitar el tráfico de personas (niños, mujeres, trabajadores forzados) en Ucrania y sus países vecinos, siguiendo una petición de Cáritas Ucrania.
Muchas mujeres y otras personas vulnerables huyen de la guerra y se encuentran atrapadas en redes de explotación laboral o sexual. Ni las autoridades locales ni las distintas policías son muy eficaces ayudando a estas personas. Hay organizaciones que ayudan a prevenir esto, pero no hay casi servicios para reinsertar o rescatar a las víctimas, explica Carmen Gómez de Barreda, responsable en España de las campañas para Ucrania.
Cáritas Española dedicará 214.000 euros a un proyecto que además de prevenir la trata, rescate y recupere a sus víctimas, con planes adaptados para cada caso. "Cada persona y familia recibirán ayuda material, social, psicológica, psicoterapéutica, médica y legal. Para algunas cuestiones concretas, se contratará también el servicio de profesionales especializados", anuncia Gómez de Barreda.
El programa durará dos años y ayudará directamente a 125 personas y sus familias cada año. Además, llegará a otras 150.000 con actividades de prevención, formación y sensibilización.
En el primer año de la guerra, Cáritas Española recaudó 20 millones de euros para apoyar a las Cáritas de Ucrania, de los que ya entregó 5 millones. Estos fondos buscan irse destinando a funciones que no cubren otras entidades u organismos internacionales.
Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218
En el vídeo (en ucraniano), la acción de la ONG católica CNEWA con Cáritas para aportar viviendas (ahora en las zonas inundadas); en el primer año de guerra destinó 1 millón de dólares a paquetes de alimentos. CNEWA suele trabajar en países con católicos de rito oriental.