Tareas imposibles son su pan de cada día: las «Hijas de María Inmaculada» (Daughters of Mary Immaculate, DMI), acogen a todos aquellos que han sido desahuciados por los demás, los discriminados y los abandonados.
Desde 1984 están al servicio de los más pobres, acuden a guetos y a los barrios pobres. Todo comenzó en el estado Tamil Nadu, al sur de India. Actualmente, las religiosas desarrollan su labor también en los estados africanos de Malawi, Zambia, Sierra León, en Sudán del Sur y Tanzania. Día a día, las religiosas acompañan, asesoran, animan, educan y dan clases sobre todo a mujeres y niños: rezan durante una hora por la mañana y otra por la tarde, asisten a la Eucaristía, comen juntas y se reúnen para hablar.
Gracias a su incansable esfuerzo, las religiosas han conseguido más que muchos poderosos. En el sur de India han cambiado toda una región, de modo duradero.
Sor Viji, que procede de Tamil Nadu, recuerda: «Apostamos por reforzar a las mujeres, porque son las que sostienen las familias, por lo que de este modo se desarrollan pueblos completos».
Gracias a la educación y a la formación están surgiendo cosas grandes, partiendo de comienzos muy modestos, según añade la religiosa en una visita a la Fundación católica internacional «Ayuda a la Iglesia Necesitada».
Hace 25 años, las «Hijas de María Inmaculada» comenzaron su labor en el distrito de Pallipet. Con la ayuda de un banco local pudieron mediar pequeños créditos con especial éxito, afirma sor Viji. Se hicieron inversiones y se mejoró la infraestructura. «Fue una ayuda enorme para la población; hoy en día, unos 400 pueblos, con 80.000 habitantes, se benefician de este positivo desarrollo», subraya esta religiosa nacida en India quien, con el sacerdote asimismo indio Arul Raj, forma parte de las fundadoras de la congregación de las DMI.
Desde 2003, sor Viji se ocupa de diversas iniciativas y programas educativos y sanitarios en Tanzania, al sureste de África. Las «Hijas de María Inmaculada» desarrollan su labor tanto en la capital, Dar es Salam, como en Songea, al sur del país.
Entre otras actividades, atienden a víctimas de tratas de personas y ataques sexuales, a niños y jóvenes que son vendidos como esclavos u obligados a ejercer la prostitución; en no pocas ocasiones les sacan de sus familias con falsas promesas. Se trata principalmente de muchachas y mujeres a las que roban su niñez o les niegan lo más necesario. En Dar es Salam, la congregación dirige una casa para jóvenes de 12 a 22 años, el «DMI Rehabilitation Center». Como la trata de personas y la prostitución prosperan, la iniciativa no es bien recibida por todos; por ello, el centro de rehabilitación cuenta con un sistema de seguridad y está vigilado.
Las religiosas recogen a los niños y jóvenes literalmente de la calle.«Muchos de ellos están traumatizados», comenta sor Viji. En el centro DMI se les presta atención médica; en no pocos casos, entre las consecuencias de los abusos y la prostitución se encuentra la infección con el VIH o con enfermedades sexuales. Las muchachas encuentran un nuevo hogar en el centro de rehabilitación. Un horario fijo, con cursos de formación, clases de catequesis, así como horas fijas de oración les proporciona orientación y apoyo. El tiempo que allí permanecen depende fundamentalmente de su estado de salud y difiere de un caso a otro.
«Ayuda a la Iglesia Necesitada» presta desde hace años apoyo a la labor que realizan las «Hijas de María Inmaculada»; en 2011, y solo para el este de África, por un importe de 50.000 euros. Se financió así tanto la construcción de un convento para novicias como días de ejercicios espirituales para las religiosas. Como se les exige mucho día a día, esos cursos de varios días de duración les ayudan a descansar y a obtener nuevos impulsos para su vida espiritual.