"A los dalits [intocables] les dicen que son peores que animales. Pero nosotros les decimos que no es así, sino que están creados a imagen de Dios. Clamaban por un cambio y ahora saben que el cambio es posible": así lo declaró Jeevaline Kumar, directora de una organización cristiana de derechos humanos que trabaja en Bangalore con víctimas de la prostitución y el tráfico de personas, a Catholic News Agency.
Los dalits son aproximadamente 250 millones de personas, casi una cuarta parte de la población de la India. Son considerados impuros y sin valor, y aunque el sistema de castas fue formalmente abolido en 1950 tras la independencia del Reino Unido, en buena medida sigue vigente de facto.
El caso de las mujeres es aún más duro: "Son los dalits de los dalits", dice Jeevaline, al enfrentarse a la posibilidad de ser abortadas antes de nacer al conocerse su sexo, o estar muchas de ellas abocadas a la prostitución si no consiguen un buen matrimonio. "Cuando llegamos al sexo, nadie cree que sean intocables", ironiza Kumar.
Actualmente, en la India hay tres millones de personas víctimas del tráfico sexual, de las cuales 1,2 millones son niñas, de las cuales 250.000 son consagradas al sexo ritual.
Según Kumar, "una pequeña ayuda puede cambiar la vida de estas niñas", como es transmitirles que "todo ser humano tiene valor según el mandato de Jesucristo de amar al prójimo".
El Instituto Tarika, donde trabaja Jeevaline, enseña inglés, informática o costura a mujeres rescatadas de la prostitución. "Nunca nos habían tratado así, antes de que nos trajeseis aquí sólo nos trataban como basura", les comentan las chicas. "Algunas están recuperando su infancia", concluye.