Paul Bhatti se convirtió en ministro de las Minorías en Pakistán tras el asesinato de su predecesor y hermano, Shahbaz Bhatti, quien se había pronunciado contra la ley anti-blasfemia y había ayudado aAsia Bibi, condenada a muerte por referirse a Mahoma siendo católica.

Los Bhatti, católicos también, han sido y son la voz de los cristianos perseguidos ante Occidente, pero advierten de que eso también implica un riesgo de percepción en el interior del país: "Guste o no, hoy en Pakistán la gente no soporta las intervenciones extranjeras. Las consideran una intrusión inaceptable en sus asuntos, y sobre todo no quieren recibir lecciones de Occidente o que se les diga lo que deben hacer o pensar. El precio para los cristianos pakistaníes es alto, porque se les asimila a Occidente y son considerados espías al servicio de Occidente".

En declaraciones realizadas este viernes en París a la agencia Iglesias de Asis, Paul Bhatti explica que el principal problema para el reconocimiento de los cristianos es el bajo nivel social, educativo y económico que ocupan. Quienes consiguen superarlo, emigran. Para que se queden e influyan en la evolución de las mentalidades, es preciso que puedan encontrar en su país "un marco en el que poder desarrollar sus talentos".

"Las minorías religiosas están reducidas a un estado próximo a la esclavitud, donde no se respetan sus derechos más fundamentales. Mi objetivo es darles la oportunidad de elevarse a un nivel social normal", explica Paul, pero hay un problema: los medios económicos.

"En Islamabad, Karachi o Lahore, las mejores escuelas son católicas, pero las ocupan casi en su totalidad musulmanes, que provienen de las clases superiores, con medios económicos e intelectuales para enviarles sus hijos. He hablado con el nuncio, con los obispos, con los directores de esos colegios, para que el número de cristianos en esas escuelas llegue al 20% o 30%", explica Bhatti.

Por tanto, y dado que "es "ilusorio pensar que se pueda abrogar ni incluso enmendar la ley anti-blasfemia", el ministro lucha por mitigar sus efectos todo lo que se pueda, y sobre todo en recabar ayuda económica para que se cumpla el sueño de que en las escuelas católicas de Pakistán... haya al menos un tercio de cristianos.