Iglesias, escuelas, orfanatos, hospitales, cementerios... hasta 200 propiedades de la Iglesia Católica en la Turquía Otomana fueron confiscados en los años 30 del siglo XX, no por un despotismo musulmán, sino por un régimen laicista: el de Mustafá Kemal Ataturk, padre de la Turquía moderna.
Los católicos no fueron los únicos expoliados por el gobierno laicista: las distintas iglesias ortodoxas, los armenios y otras minorías religiosas también lo fueron. El pasado agosto de 2011, en un paso histórico, el primer ministro Erdogan anunció que Turquía devolvería los edificios y posesiones confiscados a las minorías religiosas (no musulmanas), pero pronto se vio que eso no incluía a los católicos, porque Turquía considera que en los años 30 los católicos eran una "comunidad extranjera".
El presidente de los obispos católicos de Turquía, Ruggero Franceschini, entregó hace pocos días su reclamación a la Comisión por la Reconciliación que trata estos temas en el Parlamento turco. La reclamación se basaba en una lista de propiedades católicas que escribieron conjuntamente en 1913 (antes de las convulsiones de la Primera Guerra Mundial) el Gran Visir otomano y Francia, que en esa época era la valedora y protectora de los católicos en el país.
Muchos misioneros (entre ellos los de la agencia AsiaNews) consideran que es utópico reclamar propiedades cuando en la Turquía actual la Iglesia Católica no existe a ojos del Gobierno: no puede poseer propiedades, ni tiene ningún estatus legal. Cuando la Iglesia compra alguna propiedad (terrenos o edficios) lo hace a través del nombre de ciudadanos turcos particulares, con consecuencias ambiguas en aspectos contables y administrativos. Por otra parte, las propiedades reclamadas han pasado de mano en mano durante casi un siglo y recuperarlas sería complicado incluso en la mejor de las situaciones legales.
Un aspecto curioso es que, al contrario que muchos otros países de población musulmana, que sólo en los últimos años han establecido relaciones diplomáticas con la Santa Sede, la Turquía laicista hace 60 años que cuenta con una diplomacia estable con el Vaticano. El nuncio en Turquía, Antonio Lucibello, recuerda que hace décadas que la Iglesia pide que el Gobierno le reconozca. La última vez fue en enero de 2010, cuando un nuevo embajador turco visitó a Benedicto XVI.
En Turquía hoy sólo viven unos 35.000 católicos (aunque con emigrantes huyendo de Irak o Siria pueden haber crecido en número), que pertenecen a 8 diócesis o jurisdicciones y celebran en 4 ritos católicos distintos: el latino, el greco-bizantino, el armenio y el caldeo (siríaco).