El periodista italiano Lorenzo Prezzi ha publicado en la revista Testimoni una entrevista-coloquio con el Cardenal De Paolis, actual Delegado del Papa en la congregación religiosa de los Legionarios de Cristo y el movimiento apostólico Regnum Christi. En la entrevista sorprende por la gran transparencia con la que responde a todos los temas planteados por el periodista. Por su interés y actualidad reproducimos la entrevista:

Desde el 2006, una de las fundaciones religiosas más conocidas y florecientes, los legionarios de Cristo, ha vivido una gran prueba. Nos habla el delegado pontificio, Card. Velasio De Paolis, iluminando la hermosa reacción interna y los posibles desarrollos para el futuro.

Después de la grave pena impuesta al P. Marcial Maciel Degollado en el 2006 y a su muerte en 2008, la congregación fundada por él, los legionarios de Cristo, ha vivido momentos muy difíciles y desafiantes: la aparición de las noticias acerca de los graves comportamientos inmorales del fundador, la decisión del Papa de comenzar una visita apostólica a través de cinco obispos, la conclusión de la misma visita y el inicio de una especie de administración controlada a través de un delegado pontificio, el Card. Velasio De Paolis (en mayo de 2010). ¿Qué está sucediendo ahora en la congregación? ¿Cuáles son las decisiones operativas para redirigir las energías espirituales presentes en nuevas direcciones? ¿Con cuáles resultados y perspectivas?

Son estas las preguntas que he planteado al delegado papal Card. De Paolis en su departamento, al interior de las murallas vaticanas el 27 de octubre pasado. El texto retoma un coloquio muy cordial y directo que se ha prolongado por más de una hora, interrumpido sólo por un par de llamadas telefónicas.

«He visto con respeto y admiración –dijo el cardenal– el desarrollo del proceso por el cual muchos, quizá todos, los legionarios han pasado en estos meses. El primer paso ha sido aquel de una profunda incredulidad. Que el fundador, por todos amado y admirado, haya tenido una doble vida por muchos años, no resultaba creíble. Las voces periodísticas y de escándalo que por algunos años lo seguían, habían encontrado una resistencia frontal entre los suyos. Por otra parte, los hechos castigados por la Santa Sede eran demasiado graves y la misma pena canónica se debía tomar en serio, incluso si para algunos se trataba de una enésima prueba que se resolvería a favor de su fidelidad y santidad. Su fama estaba muy difundida. Su “culto” era demasiado fuerte entre los religiosos y el ejército de laicos que lo habían reconocido como padre.

»A la incredulidad siguió una turbación profunda, mezclada con tanto dolor y sufrimiento. Los hechos han tocado las conciencias y las decisiones más personales. Estas ya no podían relativizar las denuncias como chismes impropios o malévolos. Esto llegaba a ser un problema personal de cada uno. “¿Todavía puedo continuar? ¿Como congregación, podemos hacer del carisma y de la misión del instituto algo decisivo para nuestras vidas?”. Y de aquí pasaron a cuestionar la propia elección y los trabajos realizados hasta entonces. “¿Por qué comprometerse todavía? ¿Por qué lanzarse como cuerpo apostólico en los trabajos ya iniciados o previstos?”.

»Es fácil comprender que todo podía bloquearse, que todo podía explotar. Una pérdida dramática quizá con resultados devastadores. Poco a poco, gracias a las disposiciones que la Santa Sede iba tomando, se difundió la consideración de que no todo se tenía que tirar, que no todo se podía considerar irremediablemente envenenado. Permanecía el bien realizado. La sinceridad de las elecciones no se cuestionaba. Quizá se podía abrir un nuevo futuro. Quizá se “debía” hacerlo. ¿No era precisamente esta la voluntad que el Papa había expresado?».

El delegado ciertamente podía beneficiarse de dos pasos decisivos realizados anteriormente: la fase de investigación sobre la vida de Marcial Maciel estaba cerrada jurídicamente y la visita apostólica había investigado el cuerpo de la congregación en profundidad, propiciando las decisiones de Benedicto XVI. Sin embargo, se trataba de dar forma a la parte positiva, de acompañar la evolución de la congregación, de apostar por el futuro. En el diálogo, varias veces salió a la luz la estima por los individuos y por el entero cuerpo apostólico. No se atraviesa una tempestad de estas proporciones sin calidad espiritual, sin un profundo apego a la Iglesia y al Papa, sin una auténtica pasión apostólica. En la montaña de información mediática construida en torno al caso Maciel, la calidad de la reacción actual no es casi nunca percibida y valorizada adecuadamente.

«La tercera fase que estamos viviendo es la positiva. No se puede regresar continuamente hacia atrás, volviendo a recorrer la historia personal del fundador, excavando en los métodos y en las conclusiones de la visita de los obispos, retomando el conjunto de la información volcada a través de los medios de comunicación mundiales.

»Partimos de la carta del Papa que subraya “además del celo sincero y de la fervorosa vida religiosa de un gran número de miembros de la Congregación, la necesidad y urgencia de un camino de profunda revisión del carisma del Instituto. Con el deseo de seguir de cerca, sostener y orientar tal camino, he considerado oportuno proceder al nombramiento de un Delegado personal mío, como testigo tangible de mi cercanía, para que actúe en mi nombre ante esa Familia Religiosa”. Y concluye: “aseguro a todos mi cercanía espiritual en el afecto y la oración”. Desde entonces ha pasado más de un año.

»Mi primer compromiso fue aquel de escuchar. Había por parte de todos un deseo de hablar, de expresarse y quizá también de desahogarse. Había también la convicción de deber decir todo para que yo no estuviera condicionado sólo por algunas narraciones. Aquellos más próximos al fundador para clarificar su posición, aquellos más lejanos para derrocar el sistema comunicativo interno que hasta aquel punto los veía marginados o irrelevantes. Sin embargo, después de un par de meses, llegué a la conclusión de que el núcleo de cuanto había sucedido y de las posiciones existentes ya se habían clarificado. Con la ayuda del grupo de los consejeros, comencé a tomar las decisiones que consideraba urgentes: la ampliación del Consejo general por dos nuevos miembros de la congregación señalados por la consulta interna, sucesivamente el reemplazo en el cargo del secretario general y los cambios que se consideraban útiles».
»Mientras tanto algunos, pocos, han considerado que no podían continuar más en el servicio ministerial y han abandonado el sacerdocio. Otros han dejado la congregación y pidieron poder continuar el ministerio en las iglesias locales. Se registraron abandonos entre los religiosos jóvenes, quizá confundidos y con temor de aquello que estaba sucediendo. Quizá frágiles por su misma juventud. Los obispos se han mostrado generalmente muy disponibles hacia los sacerdotes que han pedido la incardinación y no han faltado las expresiones de apreciación particular por la calidad de ellos y su generosidad.

Hay también una parte, limitada pero no irrelevante, que ha permanecido en la congregación, pero que no comparte la lentitud de las decisiones y la continuidad sustancial del conjunto del cuerpo directivo. Esta parte quisiera intervenciones más enérgicas, ya sea en la gestión del personal, o en las decisiones operativas, o en el cambio de la autoridad de gobierno. «Me parecen - dice De Paolis- como los que “están en la ventana” y que no entienden del todo la complejidad del equilibrio que hay que mantener para cumplir con los pasos necesarios. La confianza proviene en último análisis de la gracia. Sólo la conversión de los miembros puede dar solidez a aquellas estructuras. Quienes concluyen diciendo que no se ha hecho nada porque no se ha hecho aquello que ellos querían y en el modo que ellos habrían deseado, me parece que permanecen prisioneros de sus prejuicios. Es verdad, de todos modos, que todavía hay cosas por revisar».
«Una de las primeras comisiones que se constituyó fue aquella para aproximarse a las víctimas del comportamiento de Maciel. Hay un problema de escucha, de pedir perdón, en parte también de ayuda y de eventuales resarcimientos. Son personas externas a la congregación cuyo sufrimiento no podemos no tener en cuenta. Es un trabajo ya iniciado que está continuando según las intenciones establecidas. También está el doloroso capítulo de las víctimas internas, de cuantos han vivido con malestar, temor y remordimiento relaciones de intimidad con el fundador. Sí, han encubierto sus responsabilidades en el sentido que no se han rebelado, pero ¿debemos hoy enfurecernos contra ellos? ¿Debemos hacerlos víctimas una segunda vez?».

«Hay una preocupación por los superiores. Pero no es verdad que no ha cambiado nada. En el vértice, en el consejo general, los equilibrios han cambiado, entraron personas diversas y yo con los consejeros estamos presentes en sus reuniones de consejo, tenemos el poder de intervenir, de guiar y de decidir también autónomamente. No he tenido que hacerlo. El vicario general ha pedido una tarea diversa y así se hizo. Los provinciales serán sustituidos cuando les corresponda. Más amplia es la cuestión de los superiores locales. En esto la situación de la Legión no es diversa de muchas otras congregaciones religiosas. No es fácil encontrar personas adecuadas al oficio. Podría suceder como sucede en otras partes que después de haberlos “desnombrado” (como superiores) hay que renombrarlos (se ríe). Es verdad que los cambios llegan a las periferias con algo de lentitud, pero en un cuerpo así de complejo es difícil llegar a un conocimiento adecuado y una decisión inmediata podría revelarse imprudente y contraproducente. Incluso si es verdad que alguien que está lejos también puede actuar como antes, dando la impresión de que no ha cambiado nada, sin embargo, no es una percepción correcta».

«Otra comisión se refiere a la situación económica. No es color de rosa. Quizá es actualmente la preocupación más inmediata. La gestión de Maciel ha sido paralela al desarrollo del turbocapitalismo. Los legionarios se han desarrollado muy velozmente, al ritmo de una empresa, donde si más te cargabas de deudas, más créditos obtenías. Han hecho obras extraordinarias y muchos los veían con maravilla. Muchos, un poco en todas partes, han expresado su admiración por las obras obtenidas. Un desarrollo así veloz no podía quedar al margen de la gran crisis financiera y económica actual en curso. A esto se añade la crisis moral y de confianza que las revelaciones sobre el fundador han provocado. Algunos bienhechores se han retirado. Y debemos pensar en bienhechores capaces de donativos de gran importancia. A esto se añade el flujo menor de inscripciones a los colegios y universidades. Son instituciones estimadas y de alto nivel, con colegiaturas más bien elevadas. Incluso una caída parcial pone en dificultad los balances. Naturalmente hay un patrimonio inmobiliario de gran importancia que da seguridad, pero el mercado no es previsible. Hablo desde afuera, porque no he entrado nunca directamente en las cuestiones.

»Sólo puedo añadir que el sistema de gestión de los recursos internos es particular. Mucho está confiado a fundaciones civiles, de las que los legionarios tienen la dirección. Un grupo significativo de profesionistas de alto nivel, llamado Integer, con frecuencia ligados al grupo laico Regnum Christi, ponen a disposición su propia competencia. Esto crea, en momentos críticos como los actuales, un cierto disgusto entre los religiosos y los superiores de las comunidades y de las provincias que tienen la impresión de estar prácticamente sin autoridad. También en este sentido se tendrá que uniformar mejor los procesos de toma de decisiones a aquellos comunes en la vida religiosa, pero por ahora es necesario superar la emergencia».

«Se encuentra, después, la comisión para las constituciones. Es quizá el ámbito en el que hemos trabajado con mayor empeño. Desde el inicio se ha pensado y establecido un periodo de tres años, al término de los cuales se espera celebrar el Capítulo general, elegir a los nuevos superiores y concluir el trabajo sobre las constituciones.

»Hay elementos que ya ahora están superados. Pienso en formas de ejercicio de autoridad no conformes con el Código de Derecho Canónico o a la falta de distinción entre fuero interno (de conciencia) y fuero externo (sobre los comportamientos) o a la práctica de los votos añadidos no apropiados (prohibición de criticar a los superiores y la promesa de no ambicionar los cargos internos) o a las disposiciones no compatibles en relación a la reserva o al uso de los medios de comunicación. Por una parte debemos revisar las constituciones, por otra parte un cuerpo apostólico no puede permanecer sin leyes. Por tanto, hasta la modificación estas siguen en vigor, aunque deben ser interpretadas según un espíritu nuevo. Se sabe que también las mejores normativas, sin un espíritu bueno, pueden deformarse, y viceversa, normativas discutibles, seguidas con un espíritu bueno, pueden ser toleradas y observadas. La versión actual de las constituciones es muy larga. No hay ámbito de vida que no esté regulado. No existe distinción entre Constituciones y Directorio. Han obtenido la aprobación como un privilegio, pero con el riesgo de no advertir la distinción de peso entre normas y normas, mermando el espacio de la legítima libertad. Pero, repito, el trabajo sobre los textos es menos importante de aquel sobre la mentalidad. Y los tiempos de las dos cosas no siempre coinciden. Quisiera que el nuevo texto fuese construido como un trabajo de todos. Consuela el hecho de una actitud de gran obediencia al Papa y de la preparación de las personas y también de sus legítimas ambiciones».

«Han tenido confianza en Maciel, pero han creído en Dios y sus votos los han hecho a Dios. A ellos les repito siempre: la historia sobre el fundador la escribirán en el futuro. No será fácil, pero ciertamente no se puede hacer hoy. El Papa ha hablado de él como de una figura enigmática, con facetas muy diversas, si no contrapuestas. En él el misterio de la piedad y de la iniquidad, que se mezclan y se entrelazan en todo hombre, ha asumido formas paradójicas y vistosas. Es verdaderamente aún un enigma. Quizá todo es fruto de algunas debilidades que se hicieron, poco a poco, cada vez más graves y más escondidas. Es un proceso clásico que conocemos bien: el embotamiento de la conciencia. Tenía de sí mismo una imagen grandiosa. Se sentía intérprete de una exigencia histórica para la Iglesia. Sin embargo, se perdió en el camino y fue causa de ruina. Se comprende por lo tanto el juicio severo de los obispos visitadores al concluir su visita: la visita “ha podido comprobar que la conducta del padre Marcial Maciel Degollado ha causado consecuencias serias en la vida y en la estructura de la Legión, hasta el punto de que requiere un camino de profunda revisión. Los gravísimos y objetivamente inmorales comportamientos del padre Maciel, confirmados por testimonios incontrovertibles, representan, en algunos casos, auténticos delitos y manifiestan una vida sin escrúpulos ni auténtico sentimiento religioso. Esta vida era desconocida para gran parte de los Legionarios, sobre todo por el sistema de relaciones entretejido por el padre Maciel, que hábilmente había sabido crearse coartadas, ganarse la confianza, amistad y silencio de los que le rodeaban y reforzar su propio papel de fundador carismático”. Es verdad, un fundador que por cuarenta años actúa en un cierto modo, incluso si los otros no lo saben, induce un cierto estilo de vida y de gobierno; y se pueden ver las huellas».
«Usted me pregunta si la distinción entre carisma del fundador y carisma de fundación sea el cuadro conceptual utilizado para esta circunstancia. Sobre esto no hemos aún reflexionado suficientemente. Aquello que hemos desarrollado es la distinción entre fundador y padre. Es fundador a título pleno porque esto no comporta una determinación decisiva en orden a la obra iniciada. Otra cosa es el término “padre”, que es un término bíblico. Una cosa es la iniciativa apostólica, otra cosa es un proyecto de vida que santifica. La primera puede nacer en múltiples modos. El segundo requiere la gracia y viene de Dios y de los apóstoles. Todos los signos que hacían de Maciel un padre, como también las oraciones que él sugirió, han sido retiradas, mientras ciertamente no podemos negar que el origen de la obra tenga en él su inicio. Debo decir también que toda la tradición conciliar ha empujado hacia la valorización del fundador y de su espiritualidad. Cosa que es difícil de hacer en este caso. Pero todavía. Quizá hay que investigar mejor en el núcleo originario en el que estaban presentes otras personalidades, después oscurecidas por la personalidad de Maciel, pero que deberían ser evidenciadas».

Algunas voces externas han propuesto, a un cierto punto, de anular la Legión, de disolverla. «Pero esto, me parece, no ha sido nunca considerado una verdadera opción. No está contenida como hipótesis en el documento final de la visita por los obispos y ninguno de los visitadores la hizo propia. El Papa lo hubiera podido hacer. No sólo no lo ha hecho, sino que ha dado disposiciones para continuar. La decisión de nombrar un delegado suyo lo muestra con evidencia».

«Después de la visita a la Legión se ha seguido adelante con la visita de Mons. Ricardo Blázquez a los miembros consagrados del Regnum Christi. El problema no concierne tanto a los hombres, que son pocos y viven en las casas con los sacerdotes, sino las 900 mujeres consagradas. La visita concluyó hace un par de meses, cuando el visitador nos ha presentado su informe. Estamos viendo el modo de movernos. Les he escrito una carta y les encontraremos a inicio de noviembre. Tenemos algunas dificultades jurídicas. Son consagradas que profesan los consejos evangélicos en privado, pero no son una asociación en sentido propio, porque no tienen un gobierno interno o una organización específica. Es el superior de los legionarios el que admite a la consagración y el que puede dispensar de las promesas. Es él quien nombra a los responsables y es el provincial que indica a los directores y confesores. Están, en general, contentas de la elección realizada, si bien algunas se han ido después de los hechos recientes. Deberían tener mayor autonomía y constituirse mayormente como sujeto propio. Pero veremos qué hacer por ellos, que representan de todos modos una fuerza importante y un grupo de valor».

«Quisiera hacerle ver, en fin, dos cosas. Sobre todo una dificultad específica de nuestro tiempo: aquella de querer saberlo todo. ¿La exigencia de una transparencia absoluta y de saberlo todo significa siempre alcanzar mejor y más en profundidad la verdad? Los legionarios hoy en los medios de comunicación forman parte del mantra compartido: la pedofilia, las finanzas vaticanas, la búsqueda del poder y, también, los legionarios. Se pide inflexibilidad a la Iglesia, se toman algunos elementos, pero sin un mínimo de benevolencia que debería ser otorgada a todo hombre, incluso si es pecador; ¡sin el perdón y la misericordia es incluso difícil entender! Los pecados son condenados, pero los pecadores, más allá de ser castigados, deberían ser también perdonados.

»La segunda observación es esta: ¿a cuáles exigencias de los católicos han respondido el fenómeno Legión y Maciel? Ha habido años en el posconcilio en el que los extremismos han ocupado la escena. Por un lado las formas teológicas que han llegado a negar la resurrección, la divinidad de Cristo, la misma presencia real y permanente en la Eucaristía. Por otra parte, el cisma lefebvriano. El pueblo cristiano, en su gran mayoría, es fiel y conservador, aunque tampoco se opone a cierta renovación. ¿Quién lo representaba? ¿Quién expresaba sus intenciones y sus expectativas? Se culpaba a los ricos. Maciel ha valorado estos ambientes: los empresarios, las grandes familias nobles, las clases dirigentes. Estos tuvieron y tienen un peso cultural, filosófico y financiero muy considerables. Los hizo confluir ofreciéndoles una sensibilidad eclesial habitable y fascinante. ¡Desafortunadamente él mismo, con su persona y su comportamiento, terminó por traicionar y comprometer el proyecto!».