En dicho informe se advierte de que “pese al enorme optimismo que se vivió en el Norte de África con el derrocamiento de los gobernantes que, durante tanto tiempo, habían ocupado el poder en Túnez, Egipto y Libia, estos avances aún no se han afianzado mediante reformas institucionales clave que garanticen que ese tipo de abusos no se repite”.
Por lo que hace al caso egipcio, afirma que “el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, gobierno militar de Egipto, ha sido responsable de un catálogo de abusos que, en algunos aspectos, eran peores que los cometidos durante el gobierno de Hosni Mubarak”. “El ejército y las fuerzas de seguridad reprimieron violentamente las protestas, en operaciones que causaron al menos 84 muertes entre octubre y diciembre de 2011. La tortura bajo custodia persistió, y se juzgó a más civiles ante tribunales militares en un solo año que en los 30 años de gobierno de Mubarak. Las mujeres parecen haber sido sometidas a tratos humillantes en un intento de disuadirlas de participar en las protestas”.
Sobre Túnez, expresa que el levantamiento “trajo consigo importantes mejoras en materia de derechos humanos pero, un año después, mucha gente considera que el ritmo de cambio ha sido demasiado lento, y las familias de las víctimas aún aguardan justicia”.
Hablando de Libia, asegura que “pese a que el Consejo Nacional de Transición pidió a sus partidarios que evitaran los ataques de represalia, los graves abusos cometidos por las fuerzas contrarias a Gadafi rara vez se han condenado. En noviembre, la ONU manifestó que, según estimaciones, 7.000 detenidos permanecían recluidos en centros improvisados bajo el control de las brigadas revolucionarias, sin perspectivas de ser sometidos a un proceso judicial adecuado”. Más adelante añade: “Los derechos humanos se esgrimieron como motivo a favor de una intervención militar en Libia pero, al terminar el año, el Consejo de Seguridad de la ONU, bloqueado por Rusia y China en particular, sólo había emitido una débil declaración de condena de la violencia en Siria”.
Precisamente sobre el caso sirio afirma que “al finalizar el año, se había informado de más de 200 muertes bajo custodia, una cifra 40 veces superior a la media anual reciente de Siria”.
Sobre Arabia Saudí dice que “pese a la redacción de una represiva ley antiterrorista, las protestas continuaban al terminar el año, en especial en la región oriental del país”.
Hablando de Irán señala que “el gobierno ha seguido acallando la disidencia, endureciendo las restricciones a la libertad de información y tomando como blanco específico a periodistas, blogueros, sindicalistas independientes y activistas políticos”.
El informe no ahorra críticas a la sociedad internacional. “La respuesta de las potencias internacionales y de órganos regionales como la Unión Africana, la Liga Árabe y la UE a los sucesos de 2011 ha sido poco coherente, y no ha captado el calibre del desafío al que se enfrentan los arraigados regímenes represivos de la región”.
La conclusión es desalentadora: “La represión y la violencia a manos del Estado continuarán azotando, con toda probabilidad, a Oriente Medio y el Norte de África en 2012”.