El Papa Francisco llegará a Edmonton, Canadá, el domingo 24 de julio para iniciar un viaje de varios días por Canadá. Visitará también Quebec (la zona más católica del país, franco-hablante) e Iqaluit, con unos 7.000 habitantes, capital de la región de Nunavut, de cultura inuit (esquimales y pueblos del norte).
Canadá es un país enorme, con 38 millones de habitantes, de los que un 22% nacieron en otro país. Es el octavo país del mundo con más población nacida en el extranjero.
Tradicionalmente, las denominaciones más extendidas en el país eran el catolicismo (firmemente arraigado en Quebec, las zonas franco-hablantes, de antigua presencia francesa) y el anglicanismo, con otras denominaciones protestantes clásicas (presbiteriano, metodistas...). Pero desde hace ya varias décadas, las denominaciones clásicas han perdido fuerza. El catolicismo se ha mantenido en parte gracias al influjo de inmigrantes católicos de países más religiosos. El anglicanismo se ha hecho exageradamente liberal en doctrina y costumbres, dando pasos hacia la irrelevancia.
Las distancias enormes del país también tienen importancia a la hora de dificultar la práctica religiosa. Si no te gusta la parroquia de tu pueblo, ir a otra puede ser difícil; la más cercana puede estar a cientos de kilómetros. Muchos pueden decidir quedarse en casa o probar en otra iglesia protestante de la ciudad.
En realidad, al catolicismo canadiense le han golpeado las mismas cosas que al de otros países occidentales: secularización, anticoncepción y baja natalidad, cultura del ocio, un sistema público de bienestar que redujo la importancia de los servicios católicos, escándalos de abusos, prensa hostil, políticos hostiles, falta de impulso evangelizador... y para redondearlo, la pandemia del coronavirus, que ha golpeado la economía de las parroquias, muy dependientes de la asistencia presencial y el donativo en efectivo.
Los confinamientos han hundido los ingresos de muchas iglesias. Durante más de un año hubo ordenanzas en varias zonas que permitían sólo un 15% de aforo en iglesias. En algunas ya se ha recuperado el nivel de asistencia de antes de la pandemia. En otras, quizá las de población más envejecida, faltan muchos parroquianos: murieron, o no se atreven a acudir a lugares cerrados, o se han acostumbrado a la fe sin asistencia presencial.
Una Iglesia que no ha crecido
En los últimos 35 años la población del país ha crecido con muchos inmigrantes, pero la Iglesia Católica no ha mantenido el ritmo, como muestran las estadísticas oficiales de la General Social Survey (GSS):
- Católicos en Canadá en 1985: 10,1 millones, que eran casi el 40% de la población.
- Católicos en Canadá en 2018: 10,8 millones, que eran casi el 30% de la población.
- En 2019, en Quebec se declaraban católicos el 62%, pero iban a misa al menos 1 vez al mes sólo el 14%
El país ganó 11 millones de habitantes; la Iglesia, sólo unas 700.000 personas que se declaran católicas (ni siquiera practicantes).
En 1985, el 37% de los católicos iba a misa semanal, y un 19% iba al menos una vez al mes.
En 2022 (sondeo Angus Reid), sólo un 14% de católicos admitía ir una o dos veces al mes, o más.
El National Post ha difundido datos de los sondeos Cardus y Angus Reid Institute. Veamos algunos de esos datos:
- Católicos que iban a misa en 2018: 23%
- Católicos que iban a misa en 2019: 19%
- Católicos que iban a misa en 2020 (en pandemia): 12%
- 1 de cada 3 pobladores nacidos fuera de Canadá declaran ser católicos
- Un 18% de los canadienses nacidos fuera de Canadá declara no tener religión, un 10% son musulmanes
La religiosidad de los otros canadienses
En general, según los sondeos de Angus Reid y Cardus, un 72% de canadienses fueron educados en alguna religión. Un 15% van a servicios religiosos al menos un par de veces al mes y un 14% más acude algunas veces al año. Cuatro de cada 10 canadienses no va nunca a actos religiosos (que no sea algún compromiso social, como bodas o funerales).
Los que se declaran católicos son igual de (poco) practicantes que la media de canadienses: un 14% acude al menos un par de veces al mes a misa, a lo que hay que sumar un 18% que acude algunas veces al año (que sería en Navidades, Semana Santa, Miércoles de Ceniza y algunas fiestas de la Virgen).
Los protestantes "mainstream" (sobre todo anglicanos, muy liberales, con presbiterianos, metodistas, etc...) son ligeramente menos practicantes que los católicos.
Los más practicantes son los cristianos evangélicos, de los que un 63 declaran acudir a servicios religiosos en su iglesia dos veces al mes o más. Así, serían en porcentaje 4,5 veces más practicantes que los católicos, y 5 veces más que los protestantes "mainstream".
Es curioso constatar que algo más de la mitad de los "sin religión" (un 56%) fueron educados en alguna religión.
Quebec, que era la zona más católica (un 87% declaraban serlo en 1985; un 62% en 2019), es también una de las que se ha secularizado más. Se recuerda una frase de Mark Twain que decía que en Montreal "no puedes tirar un ladrillo sin romper la ventana de una iglesia". Pero hoy muchas de sus iglesias se han vendido y se reconvierten en otras cosas.
Hay algunas diócesis económicamente hundidas por las compensaciones por abusos sexuales. En la diócesis de Saint John, en el orfanato Mount Cashel, más de 100 chicos sufrieron abusos sexuales. La diócesis debe compensar a las víctimas con más de 50 millones de dólares canadienses. En Quebec son unas 2.500 las víctimas de abusos que están organizándose con sus abogados, aunque esperan la visita del Papa antes de ir a los tribunales.
El Papa dedicará varios encuentros a reunirse con representantes de comunidades indígenas. Se calcula que son un 5% de la población, 1,7 millones de habitantes. De ellos, se declaran católicos un 37% (según un censo de 2011).
Católicos provida de manifestación en Victoria, Columbia Británica, Canadá.
A la religión "progre" le va peor
Canadá es uno de esos laboratorios donde se ve que una religión más "progresista", con obispesas, sacerdotisas, que no combate el aborto y que apoye las prácticas homosexuales, no atrae ni retiene fieles. Y el experimento "progre" se constata con la Iglesia Anglicana de Canadá.
En 1961, el 7% de la población canadiense eran miembros de esta Iglesia: tenía 1.360.000 miembros. En 1976 empezaron a ordenar mujeres sacerdotisas y en 1994 empezaron a ordenar obispesas. En un tema tan serio como el aborto, en 1989 la Iglesia lanzó un comunicado declarando solo que "tanto los derechos y necesidades de las mujeres y los de los no nacidos requieren protección", sin condenar claramente las leyes abortistas. Desde entonces, nunca más se ha pronunciado.
En 2001, al empezar el nuevo milenio, pese a la llegada de mucho inmigrantes de países anglohablantes africanos o asiáticos, sólo 640.000 canadienses se declaraban miembros de esta Iglesia: eran un 2%.
La obispesa Susan Bell celebra la "boda gay anglicana" del obispo gay anglicano Kevin Robertson (el de la izquierda) en diciembre de 2018; pero ya casi no hay canadienses anglicanos.
Después hubo comunidades más conservadoras que se fueron a nuevas congregaciones de anglicanos conservadores como la ACNA (al menos unas 50 parroquias de Canadá lo hicieron). Seis comunidades de tradición anglicana se hicieron católicas dentro del Ordinariato Anglocatólico de la Cátedra de Pedro.
Los últimos datos son de 2017: la Anglican Church of Canada tiene 360.000 miembros, apenas un 1% de entre 35 millones de canadienses. Ha perdido 1 millón de fieles, casi un 75% de sus miembros en dos generaciones. Hay analistas (protestantes) que consideran que en apenas 20 años esta iglesia habrá colapsado por completo.
(Más detalles de esta deriva aquí en ReL).
La historia de los internados... y el bulo de las fosas con muertos
Un tema del que se hablará con el viaje papal a Canadá es el de los internados para niños de 1880 a 1980 (que eran un desastre, tanto los católicos, como los protestantes, como la supervisión gubernamental) y las supuestas "fosas comunes" de niños indígenas.
En mayo de 2021 la prensa anunció que habían "descubierto" unas supuestas 215 "tumbas sin marcar" en la escuela residencial de Kamloops, reserva india. El 25 de junio, se habló de 751 cuerpos encontrados en la Escuela Residencial Marieval. Y el 30 de junio, se habló de 182 descubiertos en la misión St Eugene, cerca de Cranbook.
Han pasado 14 meses y no se ha abierto ninguna "tumba", no se ha encontrado ningún cadáver, nadie ha cavado. Parece que todo se debe a un "radar geodésico" que confunde raíces y rocas con imaginadas "tumbas".
Durante un ataque de histeria anticatólica que duró 7 meses, unas 60 iglesias canadienses -sobre todo pequeñas capillas de madera- fueron quemadas o vandalizadas por activistas anticlericales, incluyendo parroquias de indígenas católicos: los feligreses católicos veían como sus "defensores" les quemaban la iglesia.
El 11 de enero de 2022, Jacques Rouillard, profesor emérito de Historia de Universidad de Montreal, escribió un artículo detallado en The Dorchester Review recordando que nadie ha encontrado ningún cadáver y que las cifras de "niños muertos" no tienen ningún sentido cuando alguien (como él) repasa los archivos. Recordó que si un niño moría -de tifus, gripe, etc...- en esos internados, la mayoría eran enterrados en su pueblo. Así, en Kamloops, sólo 4 niños fueron enterrados cerca del internado (y no a escondidas, sino en el cementerio del pueblo adyacente).
Lo de las "fosas masivas" de niños indígenas es un bulo.
No es un bulo que los internados del Gobierno -encomendados a comunidades católicas y protestantes- funcionaron mal. En 2008 el Primer Ministro Harper reconoció que el Gobierno canadiense fue criminalmente inepto con estos internados, que financió y mal y supervisó peor.
Eran muy comunes los castigos físicos (pero también lo eran en las casas de los blancos, pobres o ricos, y en las escuelas de élite en Oxford o Cambridge). Mantener la escuela era caro. Los alumnos no pagaban, pero hacían muchas tareas manuales, de granja o taller, a menudo de poca calidad y rendimiento. Estaban mal construidos y el frío, el tifus y la gripe golpearon a los chicos.
También hubo desprecio a las lenguas y culturas indígenas: todo se hacía exclusivamente en inglés. Pero tampoco en Gales o Escocia se estudiaba en galés o escocés, ni en bretón o catalán en Bretaña o el Rosellón. El Imperio inglés y el francés despreciaban a las lenguas y culturas que no fueran la imperial.
Después de que el Gobierno canadiense reconociera estos hechos, el Papa Benedicto XVI, en 2009, recibió una delegación de nativos canadienses y expresó su "dolor por la deplorable conducta de aquellos católicos que causaron un inmenso dolor y sufrimiento a los que acudieron a escuelas residenciales". Se refería sobre todo a casos de castigos físicos brutales.
Una Comisión de Verdad y Reconciliación en 2015 finalizó un informe de 6 volúmenes con recomendaciones. La Iglesia Católica se comprometió a apoyar más a las comunidades indígenas hoy, con proyectos solidarios y con escolarización y becas, como ha ido haciendo y como sigue realizando.
No hay datos nuevos -y, sobre todo, no hay tumbas ni cadáveres- por las que el Papa Francisco deba ofrecer nuevas disculpas, que no sean las mismas que ya ofreció Benedicto XVI en 2009 o el Gobierno canadiense en 2008.
(Más detalles del bulo de las tumbas y la verdad de los internados aquí en ReL).