En Camboya, país asiático de poco menos de 18 millones de habitantes y que sufrió en sus carnes una de las dictaduras comunistas más sangrientas, el 98% de la población es de etnia khme, con minorías vietnamitas y chinas. El budismo es la religión predominante (98%), pero también existen minorías musulmanas. La comunidad católica es simbólica y está compuesta por unos 25.000 fieles.
Sirviendo a esta pequeña minoría se encuentra el misionero del PIME, Mario Ghezzi, que tras 17 años en Camboya habla del pequeño pero sostenido crecimiento de la Iglesia Católica en el país. Por ello, considera que “con un espíritu de servicio, debemos comunicar el mensaje de salvación del Evangelio y acompañar a la población en un camino de plenitud de vida”.
Una pequeña iglesia pero creciente
Según recoge la Agencia Fides, los misioneros del PIME llegaron al país en 1990, y su actividad se desarrolla en el Vicariato apostólico de la capital, Phnom Penh y en la prefectura apostólica de Battambang.
"En las últimas décadas, la Iglesia camboyana ha experimentado un renacimiento lento pero concreta. Poco a poco comunidades cristianas khmer se han fortalecido, seguidas espiritualmente primero por los catequistas y luego por los sacerdotes. Ahora hay 700 catecúmenos”, explica el padre Ghezzi.
En cada comunidad generalmente hay tres comisiones de las cuales dependen las diferentes actividades: “La primera comisión – explica el padre Mario - se ocupa de la liturgia y la oración; la segunda se encarga de la catequesis y la formación cristiana; la tercera organiza la asistencia a los pobres y enfermos, en colaboración con Caritas y otras organizaciones activas en el sector sanitario”.
Aunque las comunidades católicas khmer se están reorganizando, dos tercios de los 25 mil católicos camboyanos son de origen vietnamita: “La rivalidad entre las comunidades refleja el antagonismo tradicional que caracteriza las relaciones entre los dos grupos étnicos", comenta el misionero. "Por lo general, los khmer y los vietnamitas, incluso los católicos, viven divididos, a pesar de que el único idioma permitido en la liturgia es el khmer", señala el p. Ghezzi. "La mayor dificultas es precisamente la de facilitar la colaboración entre la comunidad khmer y los inmigrantes, que por lo general son más activos".
Un papel activo en la sociedad
Las relaciones con otras religiones son cordiales. El Consejo de Religiones por la Paz por ejemplo, lleva activo más de diez años. En este comité están presentes el obispo de Phnom Penh y los prefectos apostólicos de Battambang y Kompong Cham: “Los líderes se reúnen regularmente con los jefes de las dos confesiones budistas presentes en el país", informa el sacerdote del PIME.
Por otro lado, los contactos con otras confesiones cristianas continúan a nivel local. "En Kompong Cham, - explica - las 15 confesiones cristianas se reúnen mensualmente para celebrar un momento de oración común". "Las comunidades protestantes, que eran casi inexistentes antes de 1975, ahora están creciendo rápidamente - señala el religioso -, sobre todo gracias al hecho de que su catecumenado y la formación de sus pastores requieren un tiempo más breve que los católicos".
Después de las tragedias del pasado, vinculadas al régimen impuesto por los jemeres rojos, Camboya está buscando una nueva identidad nacional y cultural: "Los diversos grupos que conforman la sociedad necesitan una formación basada en la honestidad, la generosidad y el respeto por la vida. Se debe prestar especial atención a las generaciones más jóvenes”..
"La Iglesia camboyana –subraya el sacerdote- sabe que está llamada a un papel activo en la sociedad. Le esperan grandes desafíos, pero la determinación de sus pastores y el entusiasmo de sus comunidades son un claro signo de una fe capaz de sostener este camino".