Ya se cuentan por miles el número de cristianos -católicos, evangélicos y ortodoxos-, que han abandonado en los últimos años sus países de origen, algunos de ellos musulmanes, donde la radicalización del islam ha consolidado una feroz persecución religiosa. Mos que se quedan lo hacen por falta de recursos económicos para emigrar, por convicción religiosa o porque, en definitiva, se trata de su patria.

Según el Informe 2010 de libertad religiosa en el mundo elaborada por la prestigiosa asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), de los 2.100 millones de cristianos que hay en el mundo, unos 350 millones son víctimas de la persecución o discriminación, de los cuales 200 millones afrontan peligro de muerte.

Javier Menéndez Ros, director de AIN-España, alerta que "allí donde no hay libertad religiosa, no hay tampoco libertad democrática",


"Durante la dictadura de Sadam Husein los cristianos no éramos ciudadanos de primera clase, pero no éramos perseguidos –explica a la Vanguardia Raad Salam, iraquí nacionalizado español, que vive aquí desde hace casi veinte años tras escapar del régimen de Sadam–. Desde la guerra del 2003 que llevó al gobierno a los chiíes, el radicalismo islámico persigue cada vez más a los cristianos".

Según Salam, se trata de un imperativo de tipo moral el que los europeos tomen conciencia del riesgo que enfrentan los cristianos en algunos países porque "la sociedad occidental parece no darse cuenta, está adormecida, sólo reacciona cuando hay muchos muertos". Las matanzas en Iraq, los asaltos a iglesias coptas en Egipto, o los asesinatos de políticos cristianos pakistaníes que defendieron a Asia Bibi, católica condenada por la ley de blasfemia, son un recordatorio de esta situación.


Raad Salam es un caldeo iraquí que vive en España hace veinte años. Llegó a España en 1992, con estatus de refugiado político según la ONU, al haber sido sentenciado a muerte por Sadam Husein y tras haber huido de Irak.

"No me apresaron por cristiano; me condenaron por pacifista subversivo, yo escribía artículos, promovía actos", explica Raad Salam, que por movilización general de reclutas tuvo que participar en la guerra con Irán (1980-88) y en la primera guerra del Golfo (1991). Logró evadirse de prisión porque su padre sobornó a sus carceleros.

Como refugiado pasó por España de camino a Estados Unidos, pero al final se instaló aquí. Raad Salam, soltero, de 51 años, vive en Cobeña, una localidad cercana a Madrid. En su país se había licenciado en Economía y en Estudios Árabes e Islámicos, y ya aquí se doctoró en Filología Árabe e Historia del Islam por la Universidad Complutense de Madrid. Es caldeo de nacimiento (la Iglesia caldea, antiquísima, es obediente al Papa), y en octubre viajará al norte de Irak para convencer a los cristianos iraquíes de que no se marchen al extranjero.

"Sé que es egoísta, porque yo sufrí en mi país, allí fui secuestrado y condenado aunque por otros motivos, pero ahora estoy a salvo en España, y les pido a ellos que se queden", dice.

Asesinatos y ataques a iglesias han aumentado desde la guerra. En época de Sadam había en el país 1.500.000 cristianos –entre siriacos, caldeos y ortodoxos–, y se calcula que quedan entre 300.000 y 500.000. Los que huyen buscan un lugar seguro en Europa, Estados Unidos o Australia.

A Salam le duele también la pérdida cultural que ese éxodo implica. "Los caldeos tenemos una historia antigua, estamos en Mesopotamia desde el siglo I, somos de la Iglesia de santo Tomás, el islam llegó después, y no tenemos por qué irnos de nuestra tierra", recuerda. 


Según detalla el diario, en tales países ocurre que los cristianos son percibidos como "amigos de Occidente", y, por lo tanto, "sospechosos", especialmente los evangélicos, a quienes se les relaciona mucho con Estados Unidos. En muchas ocasiones, la integridad física no peligra, pero se ven perjudicadas las perspectivas vitales de los fieles porque la ley crea mecanismos opresores: el cristiano no puede opositar o ejercer ciertas profesiones, el clero es acosado, se prohíbe la venta y circulación de Biblias o se impide abrir escuelas y seminarios.


Argelia es un país musulmán donde el cristianismo es tolerado. Sin embargo, la práctica de la fe conlleva complicaciones. Así lo relata desde Argelia por correo electrónico A.A. (iniciales ficticias), convertido al catolicismo.

"El cristiano argelino debe ir siempre a la misma iglesia para ser reconocido por la comunidad; es frecuente que el sacerdote acoja a los fieles en la puerta para reconocerles, pues hay verdadero temor a que entren personas ajenas", explica. No es raro que la policía pare a personas de aspecto físico argelino para preguntarles por qué entran ahí y si son cristianas; "es una vigilancia policial que incomoda a los argelinos y les desanima si quieren ir a iglesias por temor a represalias; en general, los europeos y otros extranjeros no son objeto de tal interrogatorio".


La misa dominical en Argelia es a las seis de la tarde, pues el domingo en el mundo islámico es día laborable; y los viernes suele ser a las diez o las once de la mañana. "Esa es mucho más frecuentada porque el viernes es festivo –aclara A.A.–, pero muchos no pueden asistir por la lejanía de los lugares de culto respecto a sus domicilios (hay personas que recorren 60-70 kilómetros para ir a misa) y porque hay menos transporte público por ser día festivo".

Pero lo más duro es el contexto social y familiar: "Las obligaciones familiares del fin de semana en una sociedad donde la vida social es muy invasiva pueden impedir a los fieles ir a misa, sobre todo a quienes viven su fe a escondidas. La ausencia de una persona cada viernes, día de plegaria colectiva para los musulmanes, puede suscitar preguntas en el seno de las familias y levantar sospechas". El converso se mueve en terreno resbaladizo.


A.A. responde por correo electrónico desde su país sobre la diferencia de trato entre un cristiano de origen y un converso. "La situación no es fácil para ninguno de los dos en un mundo donde la fe cristiana es considerada blasfema". 

"El converso procedente del islam ha cambiado de religión, lo cual hace que sea visto como un traidor a ojos de la comunidad. Un converso nacido en una familia laica tiene quizá menos dificultades porque la familia puede tolerar su conversión. Pero está la sociedad (amigos, compañeros de trabajo, conocidos...), hostil a que un musulmán traicione el islam para abrazar otra religión. Un converso nacido en una familia musulmana muy practicante se encuentra en una situación más difícil, que un cristiano nacido en una familia cristiana no puede conocer", explica.

Entre los obstáculos que afronta, está "el riesgo de las persecuciones morales y físicas". Así, "tiene que vivir su fe a escondidas bajo pena de ser rechazado por su familia, lo que equivale a la muerte social –escribe–. El converso se plantea cuestiones que no se le presentan al cristiano de origen, que es una minoría más o menos aceptada: ¿cómo hacer para vivir, casarse y morir cristianamente a escondidas o perseguido?".

Además, lo tiene peor para integrarse en una parroquia. "El cristiano nacido en familia cristiana no tiene problemas de acogida en la Iglesia y en la comunidad cristiana –aclara–, mientras que los conversos son acogidos con mucha prudencia por las iglesias locales, por los problemas ligados a la seguridad y a las persecuciones".

El converso que acudió a la charla de Madrid añade que "la influencia y la intimidación de las familias y del entorno musulmán" obstaculizan la opción individual de cambiar de religión.


Para un converso, internet es una gran herramienta. "Yo la uso; internet ha sido muy importante en mi camino –explica Paul, argelino residente en Francia que se convirtió al catolicismo–, porque permite escapar del corsé familiar musulmán y consultar otras fuentes, hacerse preguntas".

Al convertirse, eligió llamarse Paul por ser san Pablo el apóstol de los gentiles: "Con él, se percibe aún más cuánto sufrió Cristo por todos los hombres, sea cual sea su raza o su condición geográfica". Por correo electrónico desde París, Paul –que prefiere no dar su apellido– alaba internet para quienes se inician en su nueva fe. "Permite contactar con cristianos que pueden acompañarnos en nuestro camino –escribe–. Una de las primeras cosas que hice tras mi conversión fue teclear en Google ´musulmanes convertidos al cristianismo´ para ver si otras personas estaban viviendo lo mismo que yo". E insiste: "Cuando uno se ha convertido desde el islam, se empieza siempre por estar solo y por sufrir aislamiento. Internet y las redes sociales permiten sentirse menos aislado".

Un converso amigo suyo que viajó a Madrid en agosto para una charla de Ayuda a la Iglesia Necesitada explica que le impactó la pregunta de un asistente sobre una niña musulmana escolarizada junto a su hijo, a la que su familia sacó de la escuela cuando se interesó por el cristianismo. El interpelado dice que le respondió que "todo cristiano debe abrir su corazón y su casa a toda persona de otra religión y no debe dudar en compartir su fe con esa persona".


Dilucidar qué países son los más peligrosos para los cristianos es complejo. El informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) del 2010 analiza 194 países, detecta problemas en 90 y señala graves violaciones a la libertad religiosa –de los creyentes de todas las religiones, pero prestando especial atención a los cristianos– en Arabia Saudí, Bangladesh, Egipto, India, China, Uzbekistán, Eritrea, Nigeria, Vietnam, Yemen y Corea del Norte, pero sin realizar un ranking de mayor a menor. La asociación cristiana internacional Open Doors elabora una lista anual de países donde los cristianos sufren persecución y los ordena por grado de peligrosidad (véase los diez primeros en el mapa, según la lista del 2011). Los cinco que siguen son: Pakistán, Eritrea, Mauritania, Bután y Turkmenistán. También el Departamento de Estado de Estados Unidos publica un informe anual sobre libertad religiosa que analiza la persecución y discriminación a fieles de todas las religiones, no sólo a cristianos, pero sin hacer rankings. Su informe del 2010 destaca vulneraciones en: Afganistán, Arabia Saudí, Birmania, China, Corea del Norte, Cuba, Egipto, Eritrea, Indonesia, Irán, Iraq, Kenia, Laos, Malasia, Maldivas, Marruecos, Nepal, Nigeria, Pakistán, Rusia, Somalia, Sudán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán, Venezuela y Vietnam.