El peso de la organización de la JMJ se ha repartido entre el Vaticano y Madrid. En nuestro país el principal responsable ha sido Yago de la Cierva mientras que en la Santa Sede su homólogo ha sido Eric Jacquinet. Al frente de la Sección Jóvenes del Pontificio Consejo para los Laicos, el departamento de la Santa Sede que promueve estas Jornadas, Jacquinet propone a Cristo como solución a la «grave crisis económica y moral» que sufre nuestra sociedad.

–¿Qué le diría a un joven español que se ha olvidado de Cristo?
–Le diría que debe pensar bien en el modo de construir su vida. Ésta se construye a través de momentos en los que pensamos y nos sentamos con otros para ver cuál es nuestro deseo de fondo. ¿Cuál es realmente? La JMJ, junto a tantos otros lugares en la Iglesia, es un modo para afrontar estas preguntas. Veo a muchos jóvenes perdidos y los «indignados» son el testimonio de ello. Nos enfrentamos a una grave crisis económica y moral en España y en otros países y debemos juntarnos para ver cómo seguir adelante. Éste es el fondo de la propuesta del Santo Padre. Él no hace una gran fiesta para los jóvenes por gusto, lo que hace es preocuparse por los jóvenes que necesitan encontrar su camino.

–¿Por qué Jesús puede ser la respuesta para la situación que viven los jóvenes?
–Sé que la situación es difícil. Y sé que la fe en Cristo es la solución. No se trata de una respuesta mística, fuera de la realidad. Si estás enfermo y no hay ningún médico que pueda curarte, Cristo está contigo. Yo mismo he vivido esta experiencia. Aunque no haya contratos hoy en España y en otros países europeos sí que hay trabajo. Siempre hay gente que nos necesita.

–¿Cómo explica que países como España hayan llegado a esta situación en la que los jóvenes no parecen tener futuro?
–Una de las grandes preocupaciones de Benedicto XVI es la falta de Dios en el ambiente europeo. Este drama es la causa de todos los males de la sociedad en Europa. El problema de España no es sólo el desempleo, es un problema de sociedad. Poco a poco Cristo dará fuerzas, como lo ha hecho en otros momentos, como ocurrió en Polonia en los años 80, cuando los ciudadanos encontraron la fuerza para librarse de los políticos que no buscaban el bien de todos. La fuerza es del pueblo y si se trabaja con Dios, la sociedad será capaz de encontrar dentro de ella a las personas que la guíen con sabiduría. Cuando se lee la historia de los últimos 20 siglos de los países europeos, se ve que la acogida del Evangelio ha ayudado al crecimiento social, cultural y también económico. Hay un mapa del cristianismo y un mapa de los países desarrollados que se superponen. El Evangelio es una herramienta de desarrollo económico y cultural de la sociedad.

–¿Piensa que participar en la JMJ puede haber cambiado la vida de muchos jóvenes?
–Muchos me han dicho que ha sido una etapa fundamental. Hay quien dice que la JMJ es sólo un evento. Hay que recordar que el encuentro de los discípulos de Emaús también fue sólo un evento y cambió sus vidas. Igual ocurre al encontrar a Jesús a través del Evangelio: puede cambiar tu vida. No es algo automático ni inmediato, pero sucede. Juan Pablo II definía la JMJ como un encuentro con Cristo en la Iglesia. Es una peregrinación en la que juntos rezamos y escuchamos la palabra de Dios. El corazón se abre en el encuentro con los demás.

–¿Piensa que la JMJ marcará un punto de inflexión en la crisis vocacional de Occidente?
–Las JMJ precedentes ayudaron al crecimiento de vocaciones religiosas. Muchos sacerdotes dicen que para ellos participar en una JMJ fue una etapa importante en su proceso de decisión.


Eric Jacquinet, de 48 años, es miembro de la Comunidad del Emmanuel, agrupación de católicos perteneciente al movimiento de Renovación Carismática. Lleva desde 2008 al frente de la Sección Jóvenes del Pontificio Consejo para los Laicos, el organismo donde se «cocinan» las JMJ. Licenciado en Ingeniería y Teología, antes de desembarcar en Roma fue párroco en una iglesia de Lyon. Allí se curtió en la pastoral juvenil con los jóvenes.