La revista The Ring le considera el mejor boxeador del mundo "libra por libra", y su palmarés no tiene parangón en la historia de este deporte. Dentro del complejo entramado competitivo de las doce cuerdas, ha sido campeón del mundo catorce veces en diversos pesos de diversas divisiones (pluma, superpluma, gallo, welter...; la Organización, el Consejo, la Federación...): siete títulos en siete categorías, una proeza inalcanzable.
Manny Pacquiao (Mindanao, Filipinas, 1978) combina técnica y pegada y con ambas se ha convertido en un héroe nacional filipino, habitual tanto de la publicidad como de las obras de caridad. Ha sido portada en el Times asiático como una de las personas más influyentes del mundo en 2009 y Forbes le ha situado como el sexto deportista mejor pagado.
Ha sido cantante, ha sido actor, y en 2010 logró lo que no había conseguido en 2007: entrar en la Cámara de Representantes. Fue elegido diputado por Sarangani con el 66,35% de los votos.
Y es al entrar en política cuando se ha podido ver que el catolicismo de que siempre hizo gala no era una mera devoción privada, sino un compromiso de fe coherente.
Pacquiao, casado y con cuatro hijos, era conocido por asistir a misa tras cada combate, ganara o (sólo tres veces en 58 combates como profesional) perdiera, para dar gracias porque no hubiera sucedido grave daño para nadie. Sus rezos de rodillas sobre la lona antes de cada enfrentamiento forman ya parte del anecdotario de la historia del boxeo.
Pacman (su temible apodo de guerra) nació en una familia muy pobre y empezó a boxear con 16 años. Fue educado religiosamente y de pequeño llegó a pensar en ser sacerdote, pero hoy la batalla por Dios la libra de otra forma.
Además de preocuparse por los más necesitados (en particular la construcción de escuelas), cuyas duras condiciones de vida conoce por experiencia, Manny ha defendido siempre a la Iglesia durante las campañas en su contra por oponerse a las políticas anticonceptivas y al aborto.
En el Parlamento ha dejado clara su postura contraria al divorcio y al aborto, en defensa de iniciativas que permitan llegar mejor preparado al momento de fundar una famiilia, y que ofrezcan alternativas a las mujeres que estén pensando suprimir el embarazo, prohibido en Filipinas. Su oposición a la Ley de Salud Reproductiva fue rotunda en la cámara.
En marzo pasado, en plena polémica, fue muy claro: "Dios dijo ´Creced y multiplicaos´, no dijo ´Tened un par de hijos´. Usar condones y abortar es pecado. Mis padres eran pobres, pero tuvieron cuatro hijos. Fue muy difícil, pero salimos adelante".
Directo y a la mandíbula, como corresponde.