El estado de Kayah, en Myanmar/Birmania, es famoso en el mundo entero por la costumbre de alargar el cuello de las mujeres colocándoles desde niñas unos aros que desplazan la caja torácica. Pero a medida que el cristianismo se extiende por la zona, la costumbre -combatida por los misioneros y sacerdotes porque daña la salud de la mujer- se ha ido reduciendo, aunque se mantiene en grupos no cristianos.
Allí sirve como sacerdote Pius Kyan, birmano que estudió y fue ordenado en Italia. Desde hace 4 años tiene a su cargo una parroquia, Tananukwe, que comprende cinco pueblos y una población de 560 familias.
Pius Kyan, sacerdote en "el país de las mujeres-jirafa"
"La mayoría de la gente de esta zona es cristiana, con una fuerte presencia católica", explica Pius Kyan a la agencia misionera Fides. En el estado de Kayah, dos tercios de la población ya son cristianos, muchos de ellos católicos. De hecho, en el territorio diocesano es católico 1 de cada cinco habitantes.
Hace 30 años, la diócesis contaba con 17 parroquias, 30 sacerdotes y 45.000 fieles. Hoy cuenta con unas 40 parroquias, unos 140 sacerdotes y más de 80.000 fieles, según contabiliza Catholic-Hierarchy. Es una iglesia en crecimiento. "Basta mirar el paisaje, salpicado de iglesias y capillas, mucho más difundidas que las pagodas y las mezquitas", relata Fides.
"Nuestras relaciones con todas las demás comunidades religiosas son buenas y están orientadas al diálogo", comenta el párroco.
Precauciones por el coronavirus... aunque no hay casos
En Myanmar sólo se han detectado (o admitido) 350 casos de coronavirus, con 6 fallecidos, y en Kayah no hay ni una caso. Pero las instruciones en el país son estrictas. "Celebramos la misa con sólo cinco fieles a la vez, para respetar las reglas impuestas por las autoridades y evitar acumulaciones. Hace unos días fui a un funeral, pero sólo para bendecir el cuerpo y dar consuelo espiritual a las familias. Cada mes visito los pueblos pero luego me muevo sólo para los casos de emergencia como en la extremaunción", explica el sacerdote.
El padre Pius, de 38 años, fue ordenado sacerdote en 2012, estudió en Monza, cerca de Milán: "Un año de lengua para aprender italiano y luego cuatro años de teología... una fatiga", admite. Le gusta el campo, "donde es posible tener una relación directa y verdaderamente personal con los fieles".
Detrás de la iglesia está la escuela, con su pequeño campus, un campo de voleibol y 17 estudiantes que reciben el apoyo de la parroquia, de lo contrario no podrían permitirse los estudios. "Ahora también estamos construyendo una nueva iglesia", informa.
El Ministerio de Turismo ya permite la llegada de turistas, pero hay pueblos que se niegan a recibirlos.
Animistas en regiones remotas
Precisamente en las zonas más remotas, donde se mantiene más el animismo, es donde se mantienen también costumbres antiguas con la de las mujeres-jirafas. En esas comunidades el culto a los espíritus se expresa con largos tótems de madera y con túmulos funerarios donde los familiares depositan, junto a las tumbas, comida y bebidas para acompañar el viaje del difunto.
Fides recoge una historia de los cristianos locales, que a veces se representa en teatro o mimo: un misionero blanco fue encerrado en una pocilga por un hombre que nunca antes había visto a un hombre blanco, con barba y zapatos en los pies.
El misionero, finalmente, se quitó los zapatos y comió la comida de los cerdos. Los nativos entendieron entonces, asombrados, que aquello que veían era un hombre, como ellos, y perdieron el miedo. Es el choque entre dos mundos, un choque tan antiguo como el anuncio del Evangelio, e incluso más.