En las regiones del sur de la India, donde muchos son católicos de varias generaciones evangelizados por los portugueses, abundan los nombres de origen latino, aunque a veces se han adaptado a la lengua konkani u otras: Martu (Marta), Rejin (Regina), Monku (Mónica) o Nâtu (Natalia) son comunes, como lo son Lorso (Lorenzo), Jaakki (Joaquín) o Mingel (Miguel), a menudo seguidos de apellidos portugueses: Dias, D´Souza, etc...
Pero en Mumbai (Bombay), gran ciudad punto de destino de inmigración y con una presencia cristiana más tardía, muchos católicos ceden a la moda reciente de poner a los niños nombres absurdos que consideran "prestigiosos" u "occidentales". Así, el jesuita Joseph Dias denuncia que hay niños a los que se ha bautizado como "Aspirina", "John Kennedy", "Brooklyn", "Principe Alberto", "Ben Hur" y otras lindezas.
El padre Dias, que es vicedirector de un programa llamado REAP, dedicado a mejorar la educación de mujeres y niños pobres, ha recordado las palabras de Benedicto XVI a favor de los nombres cristianos y hace campaña a favor de nombres "serios". "Los niños no son mercancías", afirma el jesuita. "El nombre es un signo indeleble que se lleva durante toda la vida y una vida de fe se desarrolla desde el inicio con un nombre cristiano, un signo del nuevo nacimiento en el seno de la Iglesia", enseñaba el Papa. Además, el nombre de un santo suele ayudar a que el cristiano desarrolle una relación con ese santo, su buen ejemplo e intercesión.
De todas formas, si la moda de los nombres absurdos se extiende entre los habitantes de Mumbai, incluso si todos los católicos la evitasen apenas se notaría su buen ejemplo: en la diócesis viven 20 millones de personas, y sólo 500.000 son católicos.