No era fácil ser cristiano en Uzbekistán bajo el régimen soviético, pero al menos no te multaban de forma desproporcionada por tener una Biblia. En la actualidad, esta república centroasiática, en la que el 90% de la población es musulmana suní castiga especialmente a los cristianos protestantes y a cualquiera a quien pueda acusar de proselitismo.
El tribunal de apelaciones de Tashkent condenó a Galina Shemetova, cristiana bautista, a pagar una multa de unos 1.015 euros (50 veces el salario mínimo mensual) por haber prestado una Biblia infantil a una colega de trabajo. El tribunal la condenó por "proselitismo". Según la agencia de noticias "Forum 18" (citada por AsiaNews) Shemetova también fue golpeada por la policía, aunque la corte de apelaciones no quiso tratar el tema.
La agencia citada también denunció malos tratos policiales en un caso en el este del país en que otra cristiana protestante fue violentamente golpeada en su propio hogar y delante de su hija por tomar parte en actividades cristianas. Varios hospitales se negaron a tratar a la mujer apalizada, asustados por la policía. La agencia no da el nombre de la mujer, que ha pedido mantener su anonimato.
En Tashkent, ciudad que tiene entre 2 y 4 millones de habitantes y la única de Asia Central con sistema de metro, la Policía ha asaltado en diversas ocasiones las casas de cristianos bautistas y ha confiscado sus textos religiosos. El 26 de mayo arrestó a dos bautistas, Amir Temur y Sergey Shilnikov, por tener una Biblia, dos Evangelios de Juan y dos libros religiosos más. Fueron acusados de introducir y distribuir ilegalmente literatura religiosa. Otra estrategia es acusar de vender libros religiosos "sin pagar impuestos", lo que se castiga con dos años de prisión.
A esa acusación se enfrentan el pastor protestante Konstantin Malchikovsky y Anna Portova. La policía del distrito de Hamza retuvo a durante muchas horas a varias familias cristianas, incluso con niños pequeños, para que firmaran textos acusatorios contra el pastor, pero todas se negaron.
En el país, de 25 millones de habitantes, hay un 5% de población de etnia rusa y religión cristiana ortodoxa, y una diminuta minoría de apenas 4.000 católicos repartidos en 5 parroquias y atendidos por 8 sacerdotes. Se les permite el culto en sus templos y comunidades, pero no la evangelización entre la población local.