«Vocaciones nativas llamadas a la misión». Bajo este lema la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, integrada en las Obras Misionales Pontificias, hoy en la Iglesia española celebra la jornada anual en ayuda de las vocaciones en territorios de misión. Una iniciativa con la que se contribuye al crecimiento del clero local en países necesitados como Uganda, Vietnam o Albania, lugares que de no ser por esta ayuda no podrían tener una formación religiosa.
El padre Celestino Ngore es un ejemplo de sacerdote beneficiado por esta colaboración. Nació en Chad y estuvo como seminarista en la República Centroafricana y en la República Democrática del Congo, hasta que fue ordenado sacerdote comboniano en su país.
«Aquí teníamos que llevar desde casa las sábanas y otros artículos de primera necesidad al seminario. Cuando decidí mi vocación mi familia sólo pudo ayudarme con 50 francos y durante el verano tenía que trabajar para pagar los gastos del seminario», comenta a LA RAZÓN. Son tantas las dificultades que hay en estos lugares que las iglesias locales se ven desbordadas, lo que realza el valor de estas colectas, que permiten pagar becas de estudio que van desde los 350 hasta los 2.000 euros, realizar proyectos como la construcción de seminarios o el mantenimiento de misioneros enfermos.
A pesar de todo, las vocaciones no disminuyen y son muchos los que, como Celestino, deciden dar un «sí» a Dios y a los demás. «Mi vocación al sacerdocio empecé a descubrirla en mi infancia. Los ‘‘padrecitos’’ como llaman aquí a los monaguillos, conocíamos todos los entresijos de la parroquia, y organizábamos muchas actividades. Pero la gran ayuda espiritual la recibí de un sacerdote español que estaba en mi parroquia y que hoy es obispo en mi país», afirma.
Aquellos jóvenes que no encuentran su vocación en el sacerdocio deciden ser catequistas y permanecer así unidos a su Iglesia local. La vida como sacerdote en países de misión tampoco es fácil. Celestino comenta que «en Chad las tradiciones tienen mucha importancia, la relación con la familia cuesta mucho porque siendo ya sacerdote cuentan contigo como si fueras un miembro más y eso es muy duro porque tú no tienes cómo ayudarles».
Otras de las grandes protagonistas son las guerras que desplazan familias enteras. «La guerra ha sido la experiencia más dura de mi vida. Nací y crecí en guerra, mi familia tuvo que emigrar y mi padre perdió su trabajo», relata. Para este chadiano que reside en Madrid, lo peor ocurrió en 2006, cuando un obús lanzado por los rebeldes caía en la habitación en la que estaba su padre y lo mataba.
En un país de mayoría musulmana y sumido en la pobreza, la Iglesia se ve desbordada a la hora de hacer frente a los grandes gastos que supone sacar adelante una vocación. «Necesitamos que la gente de los países más desarrollados colaboren con nosotros. Los sacerdotes en el Chad tenemos que ayudar a mucha gente», concluye Celestino.
La Obra de San Pedro Apóstol, encargada de la recaudación de este domingo, es la mayor institución destinada al sostenimiento de vocaciones en la Iglesia. Fundada en 1835 por una joven francesa que decidió entregar su fortuna e ir de puerta en puerta pidiendo ayuda concienciando de esta forma a los católicos sobre la necesidad de abrir seminarios.
Durante el pasado año en España se recaudaron 2.395.167 millones de euros que se distribuyeron entre los cinco continentes donde hay territorios de misión.