Este domingo las iglesias católicas de Japón realizaron una campaña de donativos en favor de los daminificados por el terremoto y el tsunami del pasado jueves, a la que también se han unido todas las instituciones de la Iglesia, en un país donde sólo el 0,4% de la población es católica.
En declaraciones a la agencia Fides, el padre Daisuke Naru, director ejecutivo de Caritas Japón, explica las áreas fundamentales de trabajo: «En especial los colectivos más vulnerables, como los inmigrantes, los ancianos, las personas sin hogar y los desplazados. En este momento estamos llamados a dar testimonio de unidad y a estar cerca de todo ser humano que sufre. Ya sabemos que la respuesta de los fieles a nuestro llamamiento va a ser muy generosa».
Caritas se movilizó nada más suceder el desastre, con una reunión urgente por teleconferencia de todos los responsables diocesanos del país. Con una ausencia que alimenta los peores augurios: la del director de Caritas en Sendai, la zona más afectada, de quien no han recibido noticias.
En un intento por mirar a medio y largo plazo y a modo de reflexión sobre las consecuencias de la tragedia, el padre Naru alienta la esperanza que supone el Evangelio en su país: «Creo que en el Japón de hoy, marcado por la crisis económica y golpeado por el fenómeno social de la depresión y del suicidio, este doloroso acontecimiento puede ser una oportunidad para difundir los valores del Evangelio. Es decir, la hermandad de todos los hombres, la construcción del bien común y el reconociendo de que toda persona tiene dignidad de hijo de Dios y es importante a los ojos de Dios. Si con nuestro trabajo y nuestro testimonio somos capaces de comunicar esto, entonces de este mal podrá nacer algo bueno».