Los cristianos de Nigeria, y los católicos en particular, viven una durísima ola de persecución en las últimas semanas. Dos templosde Kaduna fueron atacadas recientemente, por miembros armados de la tribu fulani. Tres feligreses murieron en la iglesia San Moisés y otro en el ataque a la iglesia bautista de Bege, donde secuestraron a 36 personas. En una entrevista de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada(ACN), Emmauel Joseph, catequista de la iglesia San Moisés, cuenta lo que ocurrió aquel día.
¿Cuántos atacantes había y dónde estaba usted cuando ocurrió el ataque?
Calculo que había más de 40 hombres armados. La misa recién había comenzado cuando escuchamos disparos. De repente, un joven de los nuestros vino corriendo hacia la iglesia gritando: "¡Corran, corran! ¡Están viniendo!". Los feligreses comenzaron a correr hacia todos lados, rompiendo sillas y algunos quedaron heridos al intentar escapar. La iglesia estaba llena de gente y no había espacio para correr. Por eso me quedé ahí parado, confundido sin saber qué hacer.
Al entrar en el terreno de la iglesia, los atacantes asesinaron a tiros a tres personas que habían salido del templo: un matrimonio que deja siete hijos huérfanos y un joven, que deja viuda y tres hijos.
¿Cuánto tiempo duró todo esto? ¿Llegó ayuda?
El ataque duró 90 minutos. Yo fui la última persona que dejó la iglesia, después de asegurarme de que mis feligreses estaban a salvo. Lo que más me chocó fue que no había personal de seguridad en el lugar durante ese tiempo, incluso después del incidente, los agentes seguridad estuvieron allí por menos de media hora.
Asimismo, atacaron la iglesia bautista, allí secuestraron a 36 miembros, principalmente mujeres, y mataron a un hombre. Esa noche, los secuestradores liberaron a tres de los 36 rehenes. Uno de los liberados fue elegido de enlace entre los secuestradores y la comunidad. Pedían 100 millones de nairas como rescate (aproximadamente 234 euros). Desde entonces, no hemos sabido nada sobre el paradero de estos rehenes. Sus vidas están en manos de Dios, pues no ha habido ningún intento de traerlos de vuelta.
El estado de Kaduna no ha tenido paz desde la introducción de la Sharía en el 2000. Ha habido una serie de ataques, especialmente a sacerdotes católicos, fieles católicos y cristianos en general, pero el Gobierno no hace nada para ayudar. Debido a los ataques terroristas de los fulani, dormimos con un ojo abierto.
¿Hay algún indicio concreto, más allá de especulaciones, sobre la identidad de los atacantes?
Fueron hombres fulani. Las tres personas que fueron liberadas nos dijeron que los secuestradores hablaban en fulfulde [la lengua fulani], pero que vestían como miembros de Boko Haram.
¿Está preocupado de que haya más violencia, quizá movida por venganza?
No, estoy preocupado por todo lo que está pasando en este estado, incluyendo ataques constantes a los fieles cristianos en la comunidad de Rubuh, pero nos sentimos débiles, cansados y estamos comenzando a tener miedo. Sólo nos centramos en cómo seguir vivos, buscando la seguridad en Dios, confiados en que Él luchará por nosotros.
¿Cómo van a atender a los feligreses heridos y a los que están en duelo?
Ya hemos iniciado ese proceso. Miembros de la comunidad están atendiendo a los niños que han perdido a sus padres. Visitamos a los heridos y los animamos a no rendirse, también rezamos con ellos. Ofrecemos misas por los secuestrados, pidiendo a Dios que haga un milagro y los traiga de vuelta sanos y salvos. También rezamos por los que han muerto, para que descansen en paz.
Nuestra comunidad no ha recibido ningún tipo de ayuda externa, nos las hemos arreglado por nuestra cuenta y hemos intentado sobrevivir. Los asaltantes fulani también dejaron sin trabajo a algunos feligreses porque saquearon sus pequeños comercios. Los dueños de estas tiendas están traumatizados y todavía en shock, ya que con su trabajo alimentaban y se hacían cargo de sus familias.
¿Cómo van a ayudar a que la gente se sienta segura para volver a la iglesia?
Para ser honesto, yo también estoy asustado. El miedo se ha llevado lo mejor de nosotros. Pero no dejaré de anunciar el Evangelio, no dejaré de ganar almas para Cristo porque ese es mi llamado. Seguiré motivando a los feligreses a mantener la fe viva, visitándolos en sus casas, compartiendo la palabra de Dios y rezando con ellos. Así, creo que se sentirán motivados.
¿Qué le dicen los sobrevivientes en relación con su fe?
Este ataque realmente ha debilitado su fe en Dios. Tienen miedo de venir a la iglesia. Cuando los visito y los animo a venir, muchos me dicen: "Catequista, no quiero morir" o "volveré a la iglesia, pero no ahora". Antes del incidente, los feligreses eran más de 300, pero el domingo siguiente al ataque solo 28 personas asistieron a la misa. Le pido a Dios que continúe animándonos, dándonos la gracia de adorarle en alma y espíritu. Realmente necesitamos las oraciones de todos ustedes para que no abandonemos nuestra carrera al cielo a mitad de camino.