Se trata de uno de los misioneros hijos del Inmaculado Corazón de María, más conocidos por misioneros claretianos, en un destino difícil. Un joven misionero español en China, nacido en Madrid. Por razones de seguridad no se puede mostrar su identidad de forma abierta. Hablamos con él tras la triste decisión del Gobierno chino sobre la Iglesia católica.

- ¿Cómo definirías las relaciones de China con la Iglesia desde que llegaste?
- Desde que llegué a China las relaciones entre el Vaticano y el Gobierno Chino se podrían considerar cálidas -para lo gélidas que solían ser las relaciones-. Durante estos 4 últimos años especialmente parecía que se había ido creando una cierta “entente cordiale” entre ambos lados que aún sin ser oficial, daba cabida a intercambio de posiciones y a la creación de un capital de mutua confianza, una fina capa de humus vital en lo que era un desierto árido y estéril.

- ¿Cuáles han sido las posturas de la Iglesia Católica sobre la actitud a seguir?
- Las posturas en la Iglesia Católica acerca de la actitud a tomar ante China se podrían catalogar (simplificando mucho, ya que es algo muy complicado) en tres. Aquellos que consideran que “al enemigo ni agua”, esto es, intentar cualquier diálogo sincero con China solo va a traer infamia y problemas a la Iglesia Católica; esta posición hace de la historia maestra y considera que el Partido Comunista Chino no ha cambiado mucho en su esencia, e igual que no se podía confiar en él en 1949 no se puede ahora. Muchos Chinos de ultramar y Hong Kong (y no pocos de la misma China -lo que se llama la iglesia subterránea-) se sitúan en esta postura.

Por otro lado está la diplomacia Vaticana que considera que 1949 es historia y desde entonces ha llovido mucho en ambos lados. El Partido Comunista Chino es el actual líder del pueblo Chino y hay que sentarse a la mesa a dialogar por otro lado, el antimarxismo Católico militante de la primera mitad del siglo XX ya no es algo ni vigente ni urgente.

Por último se encuentran muchos de los misioneros no-chinos, como yo, que ajenos (sentimentalmente, que no intelectualmente) a la trágica historia de las relaciones Iglesia-Estado en China (historia de patronatos, imperialismo, tratados desiguales, alianzas cruz y espada...) intentan crear nichos de cooperación y entendimiento, algo que no siempre es fácil y por lo general fácilmente “dinamitable” ante acontecimientos como los que han sucedido en China en este mes de Diciembre.

- Después de lo acontecido en este mes de Diciembre, incluidas las declaraciones del líder comunista Hu Jintao, la pregunta es ¿y ahora qué?
- Y ahora ¿qué? Esa es la gran pregunta. La Curia vaticana se había situado del lado de aquellos que aconsejaban una postura más abierta y conciliadora hacia el Gobierno Comunista Chino, que creían que los malentendidos del pasado se podían solucionar dialogando mientras se hacía camino juntos, que postulaban que el gobierno Comunista Chino del siglo XXI dista mucho de aquel de 1949. Y de repente... el sonrojo y la vergüenza. “Eso ya lo decía yo” habrán pensado muchos del ala más intransigente, “lo veía venir” dirán otros... y sí, es verdad, no les falta razón y estaban en lo cierto muy a mí pesar. Parece ser que aquellos que apostaban y creían en las palabras llenas de odas a la armonía y la cooperación del gobierno Chino han salido trasquilados mientras iban a por lana... dando la vuelta al salmo125, “al ir iban cantando llevando sus semillas, al volver, vuelven llorando sin ninguna gavilla”.

- ¿Qué destacarías de los últimos acontecimientos y qué consecuencias crees que tiene en la reflexión de los católicos sobre la forma adecuada de proceder?
- Lo ocurrido en Noviembre con la ordenación ilegal de un obispo (Guo Jincai) en Chengde -incluyendo secuestro y extorsión de varios de los obispos celebrantes, y en Diciembre con la celebración de la asamblea conjunta de la Asociación Patriótica de la Iglesia Católica China y de la Conferencia Episcopal China (ambas instituciones no son reconocidas por Roma) da la razón a los que opinaban que con China mejor no ir con la verdad por delante, pues se sale humillado.

Han corroborado a aquellos que opinaban que la intransigencia, la no cooperación y el enfrentamiento son las únicas estrategias válidas para tratar con el Gobierno Comunista Chino. Y a los que metieron su cabeza en la boca del león para mostrar que ya no era una fiera asesina... los ha dejado 25 centímetros mas bajos, sin cabeza y sin ilusión; vencidos quijotes tal cuales, mientras escuchan los coros de las gradas gritar: toooontos, toooontos, toooontos...

- Y por parte del gobierno chino ¿cuál es su postura? ¿Cómo aplica la libertad religiosa? o, mejor dicho, ¿cómo la entiende?
- La respuesta del Gobierno Chino a lo que llama acusaciones del Vaticano (yo diría más bien una simple narración de los sucesos acontecidos) se escuda en una serie de afirmaciones que a los que estamos en China, incluidos los Católicos Chinos, nos parecen tan de guasa que reímos por no llorar. Cierto, hay libertad religiosa en China, pero libertad de creer, no de practicar. No hay libertad para reunirse, ni para publicar material religioso.

Los curas y obispos tienen que lidiar lo indecible con las autoridades para cosas que parecen absurdas. Son privados de su libertad de movimientos y de relación. Los obispos no puedan salir del país sin autorización y es tan rara que le es más fácil que le toque la lotería a un obispo a que le dejen salir del país. Muchos sacerdotes se encuentran también en esta misma situación. Hay un obispo anciano en paradero desconocido desde hace muchos años y varios en arresto domiciliario. La fiesta de Navidad y otras fiestas litúrgicas importantes se celebran con la policía -de uniforme y paisano- tomando las iglesias. La JMJ, que se celebrara el año próximo, es considerada como acontecimiento políticamente sensitivo, y por lo tanto no parece que vaya a haber delegaciones oficiales Chinas. Y todo esto es lo que según el Gobierno Chino puede considerarse una situación de libertad religiosa.

-  ¿Hay algo de positivo en lo que ha sucedido?
- Solo encuentro un punto positivo a lo que ha sucedido; hemos salido de la duda. ¿Se puede o no se puede dialogar francamente con el Gobierno Chino? ¿Es de fiar? ¿Estamos ante un verdadero proceso de apertura y acercamiento? ¿Hay espacio para resolver las diferencias creando puentes de confianza? ¿Es el gobierno Chino un gobierno de una nación madura capaz de sentarse a la mesa global a dialogar de tu a tu? ¿Es la pertenencia a la iglesia oficial una postura coherente para un Católico (laico, sacerdote u obispo) Chino? ¿Se puede y debe colaborar con las instituciones de la Iglesia oficial?... Las respuestas a estas y más preguntas las ha ofrecido China a la Iglesia Católica en este mes de Diciembre. Rota la baraja sólo queda esperar a profetas que nos digan lo que hacer. Yo, sin ser profeta, seguiré intentando poner mi granito de arena y rezando para que estas súbitas borrascas no aniquilen la labor callada de tantos hermanos y hermanas, Chinos y no Chinos en estos últimos 30 años.

- Ya hemos dicho que no podemos ser muy concretos, pero no podemos dejar de informar en respuesta a la inquietud del Papa por el catolicismo en China y por el destino de los católicos en tan magnífico país al que parece sonarle la hora de la Historia. Y muchos de tus amigos y familiares y, en general, a los católicos españoles, en estas entrañables fiestas de Navidad, les gustaría saber algo de ti para, al menos, rezar por ti y por todos.
- La labor misionera-pastoral que hago es poca, pues lo impide la normativa religiosa, asisto a la Eucaristía dominical con el pueblo Chino ayudamos aquí y allí donde y como podemos dando cursos, animando, aconsejando...

- ¿Qué reflexión y qué petición les harías a tus hermanos en la Fe de España?
- Hay muchos misioneros en China (laicos, religiosos, sacerdotes, hombres y mujeres de los cuatro puntos cardinales), y si hay algo que mantiene viva nuestra ilusión y las ganas en estos momentos tan tristes para la comunión eclesial es saber que contamos con la oración de muchos. La misión Cristiana es misión de todos, es misión para todos.

- Por último, conociéndote, seguro que vienes, y no lo haces solo, a la JMJ.
- Seguro. Si Dios quiere, allí nos veremos.