Sólo el frío y la soledad acompañan a Asia Bibi en Navidad, encerrada en una celda de aislamiento. Las autoridades no han permitido que Ashik, su marido, y las niñas visitaran a su madre en unas fechas tan importantes para la comunidad cristiana en Pakistán.
A pesar de la tristeza de no estar con sus seres queridos el 25 de diciembre, Bibi ha recibido «el apoyo y el amor» de miles de cristianos de Lahore que «le han guardado un hueco especial en sus corazones y plegarias» para que la liberen, comentó a LA RAZÓN Sohail Johnson, que dirige la ONG Sharing Life Ministry Pakistan. Un equipo de su organización visitó el viernes a Asia en la prisión de Sheikhupura para darle fuerzas para superar esta difícil situación.
«Asia mostró una gran entereza. Ella jamás nos ha pedido nada; únicamente que la tengamos presente en nuestras oraciones», explicó Sohail, que está profundamente preocupado por las hijas de Bibi: «me da mucha tristeza pensar que las niñas no han podido celebrar la Navidad con su madre».
«Nuestra costumbre es comprar ropa nueva para el día de Navidad», continuó Johnson, pero las hijas de Asia rechazaron el dinero que les entregó Sharing Life Ministry Pakistan para comprarse regalos en Navidad.
Sidra, la mayor de las hijas, rechazo la donación porque «nuestro único deseo era estar con nuestra madre», recordó apenado Johnson, que visitó a Ashik y las niñas la semana pasada.
El esposo de Bibi agradeció el gran interés y cariño por parte de Sohail, pero se negó tajantemente a «gastar dinero» en unas fiestas en las que «no hay nada que celebrar».
Bibi está en la cárcel en una situación «miserable», enfrentándose a unas circunstancias «muy duras», aseguró Shahzad Kamran, abogado y amigo de Asia.
Asia es una prisionera cristiana bajo supervisión de carceleros «furiosos» musulmanes y conviviendo con presos islamistas que se quedan impasibles ante el maltrato hacia ella, criticó Kamran, antes de advertir de que «incluso, los policías la acosan y se burlan de ella». «Nuestra hermana Asia está agonizando y sufriendo mucho», recalcó el abogado.
En el hogar de la familia de Bibi tampoco se escuchan risas; una enorme tristeza envuelve las paredes de la vivienda en la que se refugian Ashik y las niñas por temor a las represalias de extremistas.
«Para la familia es demasiado doloroso celebrar la Navidad sin Asia», aseguró Kamran, antes de agregar que las hijas están muy preocupadas: «en todo momento se preguntan qué pasará con su madre. Las niñas tienen miedo de perderla». A pesar del desánimo general, el marido de Bibi confía en que su esposa será liberada cuando el Tribunal Superior de Lahore reabra el caso, cuyas fechas están por decidir, observó Kamran.
«En estas fiestas los corazones de todos los cristianos están rotos, están vacios de felicidad, aunque hayamos decorado las calles y bazares de nuestros barrios y colonias con luces de Navidad», puntualizó Kamran, mientras explicaba que «muchas iglesias se han solidarizado con Asia y los feligreses rezarán estos días por su liberación».
Si la Navidad es tiempo de paz, amor y perdón, en Pakistán es motivo de violencia, odio y rencor. Desgraciadamente, a pesar de que existe una ley de protección a las minorías religiosas, los grupos extremistas islámicos trabajan para fomentar y alentar la intransigencia entre una mayoría musulmana y otras comunidades religiosas. Las autoridades paquistaníes han decretado únicamente como día festivo el 25 de diciembre. Las escuelas y universidades continúan con las clases el día 26, por lo que los alumnos cristianos no pueden disfrutar de las vacaciones de Navidad.
El viernes, los principales movimientos islámicos del país: Jamiat-Ulama-e-Islam; Jamaat-e-Islami; y Jamaat -u-Dawa, llamaron a una protesta nacional a favor de la ley sobre la blasfemia y contra la liberación de Asia Bibi, pese a que los grupos cristianos desconvocaron una manifestación pacífica, prevista el mismo día, en contra de esta controvertida ley para evitar enfrentamientos con los islamistas radicales.
Ante posibles atentados suicidas contra cristianos, las autoridades han reforzado las medidas de seguridad en las iglesias y parroquias durante la festividad de la Navidad. En Lahore, donde se encuentra la mayor comunidad de cristianos de todo Pakistán, unos 6.000 agentes de las fuerzas de seguridad se han desplegado para proteger las colonias y templos católicos.