Un anciano matrimonio cristiano fue asesinado ayer en su domicilio de Bagdad por varios encapuchados que, según las escasa información facilitada por la Policía, utilizaron pistolas con silenciador. Un testigo afirma que vio a uno de los pistoleros abandonar la casa con la cabeza cubierta por una especie de pasamontañas.
El matrimonio, del que no se ha facilitado su identidad, vivía en un barrio de mayoría chií de la capital iraquí, donde era apreciado por sus vecinos. Los asesinos actuaron con información previa sobre la distribución de la vivienda y la mejor manera de acceder al interior. Dispararon hasta una docena de veces sobre sus víctimas, que no pudieron ofrecer resistencia.
Aunque las autoridades guardan silencio, el crimen lleva el sello de Al Qaida, tanto por el uso de los silenciadores, como por su manera de obrar. El movimiento terrorista fundado por Ben Laden mantiene su amenaza formal a «todos los cristianos del mundo», con la excusa de que la iglesia copta de Egipto ha secuestrado a dos mujeres que supuestamente querían convertirse al islam. Se trata de un rumor que recorre desde hace meses el mundo árabe y que ha sido desmentido incluso por las autoridades islámicas de Egipto, pero que sirve a los integristas para justificar su campaña de acoso a los cristianos, principalmente en Irak.
Este asesinato de dos seres indefensos busca, pues, aterrorizar aún más a una comunidad que viene sufriendo la violencia integrista desde la guerra de 2003 y que se ha visto obligada a huir en masa del país árabe, pese a que los cristianos caldeos son la comunión religiosa más antigua de Mesopotamia.
Si en 1980 el número de cristianos iraquíes se cifraba en 712.000, treinta años después apenas quedan 188.000 viviendo en su país. El resto ha tenido que exiliarse.
Tras el asalto del pasado 31 de octubre a una iglesia de Bagdad, en la que fueron asesinados 68 personas por un grupo islamista vinculado a Al Qaida, el Gobierno iraquí ha intentado proteger a la comunidad cristiana, incluso desplegando fuerzas del Ejército en sus principales centros de reunión. Es evidente que este asesinato. a domicilio, envía el mensaje de que nadie puede protegerles.
Los ataques contra los cristianos se han recrudecido desde 2008, tras la cruel guerra sectaria librada entre chiíes y suníes en Irak; guerra azuzada por Irán. Entre enero de 2008 y mayo de 2010 han sido asesinados el arzobispo de la iglesia Caldea, Paulus Faraj, y otros siete sacerdotes. También han muerto violentamente un centenar de fieles.
Fuentes norteamericanas recogidas por Ap afirman que los autores de los últimos ataques a la Iglesia iraquí son «combatientes extranjeros» reclutados por Al Qaida en Túnez y Siria. Al parecer, su número crece en Irak a un ritmo de 20 al mes, preparándose para cuando las últimas tropas de EE UU abandonen el país.