El compromiso logrado por Italia para que Pakistán revise la sentencia de Asia Bibi –condenada a la horca por presunta blasfemia contra Mahoma– no es el único reto al que se enfrentan los cristianos en aquellos países donde suponen una minoría religiosa. «A mí me intranquiliza el futuro de esta mujer cuando salga de la cárcel», comenta un representante de la Iglesia española en Islamabad a este periódico.

Según el sacerdote, muchos cristianos acusados de blasfemia «no pueden rehacer» su vida. «Es impensable para ellos regresar a sus hogares, pues seguirán siendo acosados por sus vecinos musulmanes y, en el peor de los casos, corren peligro de muerte».

Esto mismo le ocurrió Martha Bibi, que sigue sufriendo en la cárcel. Esta cristina de la aldea de Kot Nanka Singh en Punjab fue detenida el 23 de enero del 2007 bajo la acusación de blasfemia contra el Profeta. Martha fue puesta en libertad tras el pago de un depósito de 100 mil rupias –unos 1.200 dólares–. Pero, después de las protestas y amenazas de los extremistas, fue detenida de nuevo y ahora está a la espera de un veredicto del Tribunal de Lahore.

Para el sacerdote, «todas las acusaciones por blasfemias contra cristianos» son falsas. La comunidad cristiana sabe perfectamente qué terreno está pisando y no va a poner en peligro su vida con una falta hacia el Profeta o el Corán».

A su juicio, la Ley sobre la Blasfemia «jamás va a ser derogada en Pakistán». A lo único que se podría llegar es a «un proyecto de revisión para prevenir los abusos, castigando a quienes lanzan falsas acusaciones. Y que se les diera a los jueces del Tribunal Supremo el poder de investigar preventivamente los casos denunciados, constatando su validez antes de formular una acusación formal de blasfemia», explica. Las declaraciones del padre ratifican la imposibilidad de poner freno a estas legislaciones antidifamatorias.

Precisamente ahora, cuando la Prensa internacional se ha hecho eco del caso de Asia Bibi, la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) ha anunciado que quiere validar en la ONU las penas por blasfemia. Este organismo agrupa a 57 países, muchos de los cuales tienen tipificado en sus códigos penales el delito de blasfemia, que se castiga con penas diversas, desde multas a la muerte. La OCI pretende que se someta a votación en la Asamblea de la ONU una resolución «sobre el combate de la difamación de las religiones», cuyo fin es la creación de una norma contra la blasfemia internacional. Tanto EE UU como la UE se oponen a que dicha resolución llegue a la Asamblea de Naciones Unidad, para lo que deberá pasar previamente el filtro del tercer comité.

Se trata del undécimo intento de la OCI por conseguir este reconocimiento. De hecho, en marzo de 2009 logró la aprobación de un documento no vinculante para trasladar la legislación sobre blasfemia al plano internacional. Diversas organizaciones de derechos humanos alertan del riesgo que para la libertad de expresión tiene la existencia de dichos corpus legales en países cuyas constituciones reconocen el derecho a la libertad de opinión y expresión –y a la vez los tribunales aplican unas normas que pueden llevar a la cárcel durante años a alguien que ofenda a la ortodoxia–.

La comunidad cristiana paquistaní en Reino Unido ha anunciado que se ocupará de la asistencia legal de Asia Bibi, informa Radio Vaticana. Dicha asistencia será gestionada por la Masih Foundation, creada por el abogado cristiano paquistaní Haroon Barket Masih, residente en Reino Unido. La fundación dará a conocer en los próximos días los detalles sobre la cuestión legal y sobre las conversaciones establecidas con los funcionarios del Gobierno de Pakistán, a la espera de la primera audiencia ante el Tribunal Superior. Por su parte, Amnistía Internacional se ha unido a la campaña de apoyo a Bibi y ha hecho un llamamiento al presidente paquistaní, Asif Alí Zardari, para que «use los poderes previstos en la Constitución y le conceda el indulto». Asimismo, la Christian Solidarity Worlwide ha denunciado «el continuo abuso de la ley sobre la blasfemia» en Pakistán.

Parece que la presión internacional está surtiendo efecto en Pakistán. Ayer, su presidente, Asif Alí Zardari, ordenó a su Gobierno que elabore en un plazo de tres días un informe sobre la condena a muerte «por supuesta blasfemia» de la campesina cristiana Asia Bibi.

En el comunicado, Presidencia informó de que Zardari hizo este encargo al ministro de Minorías, Shabaz Bhatti, sin dar más detalles sobre las medidas que tomará el Ejecutivo. El gabinete de prensa de Zardari se hizo eco de que algunos medios han asegurado que «al principio la Policía la puso bajo custodia para protegerla de una multitud furiosa» y luego abrió un caso por blasfemia contra ella. La denuncia, según medios paquistaníes, la interpuso Salim, un mulá al cargo de una mezquita de la zona. Ni la nota oficial ni las distintas versiones de la prensa aclaran qué supuesta blasfemia profirió en concreto Asia Bibi.

Campaña de apoyo a Asia Bibi: www.porasiabibi.org